Profesores

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En el capítulo anterior hablamos de alumnos, y ahora vamos a lo interesante: los profesores.

Cada profesor es un mundo, pero todos tienen las mismas frases.

–Gomez, tirá el chicle.

–¿Qué hacen guardando? Yo no me fui todavía eh.

–Perdón si les interrumpí la charla, ¿no quieren un cafecito o algo?

–¿Vos te pensás que estás en el living de tu casa? Bajá los pies del banco.

–Villalba, me cansaste. Andá a firmar.

–Esperen que termino de explicar, después copian.

–Ustedes se ríen ahora, pero ¿saben cuándo me voy a reír yo? Cuando los tenga a todos en diciembre.

–¿Quién puede ir a buscarme tizas?

–Yo no tengo problema en desaprobar a todo el curso. Total, sean uno o veinte alumnos en diciembre, a mí me da lo mismo.

–Hasta que yo no termine de explicar, no salen al recreo.

–Al que vea copiarse le pongo un uno.

–Si nadie quiere leer, voy a tener que llamarlos por lista.

–Dejá de mirar la hoja de tu compañero, la prueba es individual.

–El grupito de atrás se separa.

–El que terminó, salga.

–Dame el celular.

–Buen día *nadie responde* dije BUEN DÍA

–Voy a citar a tus padres.

–Dame tu cuaderno de comunicaciones.

–Si no les interesa la clase, pueden irse, yo no tengo ningún problema.

–Silencio por favor, SE PUEDEN CALLAR

–Esto es una clase, no una peluquería.

–El tiempo que estoy perdiendo porque ustedes hablan, se los saco del recreo.

–¿Otra vez falta el borrador?

–El que fue que lo diga, sino sanciono a todo el curso.

–Le pueden devolver el celular a Juliana por favor, nadie sale hasta que aparezca.

–Miren, si quieren hablar, hablen y yo me voy a mi casa. Total la clase es para ustedes, yo ya lo sé esto.

Si no te dijeron al menos una, no son profesores, son aliens.
Además de las frases comunes en todos, cada profesor es diferente. Algunos son unos capos, y otros... no tanto.

El que te cuenta su vida: siempre tiene una anécdota, y con tal de perder clase, podríamos estar las dos horas escuchándolo. Además, no me pueden negar que es divertido.
–Entonces, el artículo 18 de la Constitución reglamenta que los testigos están bajo la obligación de dar su testimonio. Para darles un ejemplo, les voy a contar algo que me pasó cuando tenía... 23, no, 24 años. Estaba con un amigo caminando...
...y después de 13 años me casé y me divorcié. Tengo dos hijos, la verdad me vuelven loco, y vivo bien con mi salario. Pero bueno, no nos vayamos de tema.
–NO PROFE, SIGA CONTÁNDONOS.

El que siempre se quiere ir antes: llega diez minutos después y se quiere ir lo antes posible.
–Bueno, eso es todo por esta clase. Buen fin de semana.
–Profe, faltan veinte minutos todavía.
–¿Sí? Bueno, les dejo hora libre. Si llega a venir la directora, le dicen que fui a firmar unos papeles y vuelvo.

La que cree que sólo tenemos su materia:
–Para la próxima clase quiero que lean el capítulo 4.
–¿Hasta qué página?
–Todo el capítulo. Y el 5 también. ¡Ah! Cierto que tienen el fin de semana. Bueno, hagan las actividades de las páginas 67, 68 y 69 también.
–Profe, es mucho, ¿puede darnos menos tarea?
–No, chicos, vamos muy atrasados. Tenemos que terminar el programa de quinto.
–Estamos en cuarto.
–Ya sé, pero por si acaso.

El que hace chistes: nos hace reír a todos, y todos lo amamos. Además, las cosas las entendemos mejor y nos quedan más claras cuando te hacen reír.
–Profe, a mí el F me quedó: dos por raíz cúbica de ocho. ¿Está bien?
–Sí, está bien. La raíz cúbica de ocho es dos. Acuerdense de eso por las dos medialunas que me acabo de clavar.

El que enamora a todas: A todas nos gustó un profesor alguna vez. Y no necesariamente nos parecía lindo, sino que nos enamoraba con su forma de ser. Hablaba y estábamos como boludas mirándolo.

La que da miedo: entra al aula y ni las moscas vuelan. Y mejor no la hagan enojar porque puede ocurrir una masacre.

El que tira la posta: si te tiene que decir las cosas como son, te las dice.
–Agustín te podés callar, es la tercera vez que te lo pido.
–Perdón, profe.
–No me pidas perdón si lo vas a volver a hacer, flaco. Mirá, ¿vos te pensás que yo tengo ganas de estar acá explicándoles algo que se van a olvidar cuando salgan? No, obvio que preferiría estar tirado en el sillón mirando la tele, pero tengo que trabajar y ganarme el pan para mis hijos. Trato de ponerle onda y vos me interrumpís a cada rato, hermano. Te pido por favor que hagas silencio unos minutos nada más.
*se queda callado mirando al piso reflexionando sobre la vida*

El que nos quiere como estatuas:
*alguien estornuda*
–Te vas a firmar.

La verdad hay muchos profesores que hacen muy pesada la materia (y a veces no se dan cuenta) pero yo tuve muchos que realmente me hicieron tener ganas de aprender y aprovechaba al máximo cada clase. Esos profesores son la vida y los admiro.

ArgentinidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora