Capítulo 7. Belén.

76 5 0
                                    


Graciela Heseen

Miro mi reloj, son las 7: 33 pm, es algo tarde y ya puedo divisar el regaño de Tay que me dará por llegar a esta hora, sin excluir el interrogatorio de papá.

Cruzo mis brazos y camino despacio, después de todo ya voy tarde. A la distancia veo a una persona sentada en la primera de dos gradas para entrar a mi casa, escribiendo algo en su móvil.

Mattias.

—Hermanito —él levanta la mirada.

Entrecierra los ojos —Llame a Ann y dijo que ya te habías ido.

—Te lo explicaré luego, ahora debo afrontar mis pecados —respondo burlona.

Matty ríe y mueve la cabeza.

—Sígueme —no entiendo lo que pasa, sin embargo hago lo que me pide y caminamos hasta la parte trasera de la casa.

—Nuestros padres salieron a una comida cuando te fuiste. Llegaron hace un rato, y como tú no llegabas les tuve que mentir.

— ¿Mentir?

—Dije que estabas en tu habitación "dormida"—hace comillas con sus dedos—, y que pusiste seguro a la puerta para que no te molesten.

Abro mucho mis ojos, que se llenan de alegría. Mi hermano siempre ha sido así, al igual que yo. Lamento no haber podido compartir tiempo con él desde mucho antes, ha sido en estos últimos meses que nos hemos vuelto apegados.

 Antes él era por su mundo y yo el mío, hasta que cada uno de nuestros mundos se derrumbó con el adiós de Karla. Un casi imperceptible recuerdo me atraviesa; Matty, Karla y yo cubiertos totalmente de harina al intentar hacer un pastel para papá, y de esa forma que nos lleve al parque de diversiones.

— ¡Gracias! Muchas gracias, enserio Matty eres el mejor, pero ¿cómo subiré?

—No lo sé, yo hice mi parte, ahora te toca a ti hermanita –su miraba regresa a su móvil— con que con que Hans, eh —me quedo perpleja ¿cómo diablos él lo sabe?

—Qué... diablos... cómo...

—Jordán me lo dijo, los vio entrando a su casa.

No quiero que me pida detalles así que actúo como si nada — Bien, como sea... hasta mañana hermanito.

Se mofa triunfal y desaparece en la esquina.

Camino hacia la ventana de mi cuarto y veo una ¿escalera?... No recuerdo haber visto una cuando llegamos pero agradezco que estuviera ahí.

Me agarro fuerte y empiezo mi ascenso hasta mi habitación, abro el cristal y meto una pierna.

Gracias a Hermes, dios de los ladrones.

—Ya era hora de que llegarás —masculla una voz grave.

— ¡Qué! —Lanzo una mirada y me encuentro a Dennis recostado sobre mi cama — ¿Qué haces aquí, Sanders? —, meto la otra pierna y me dejo caer sobre un sillón amoblado.

—Yo también me alegro de verte —su voz más que sarcástica es de enojo.

—Lo siento, no quise sonar grosera, lo que pasa es que me asustaste.

Toma una bocanada de aire y se levanta — ¿En dónde estabas?

—No interesa.

—En ese caso –me toma de los antebrazos y me tira en la cama—, te obligaré a que me lo digas — el chico de ojos profundos empieza a hacerme cosquillas pero no lo consigue.

Ley De La Atracción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora