Capítulo 10. ¡Malditos zombies!

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Dennis Sanders.

Conduzco mi coche negro rumbo a la casa de Anahí. Me ha pedido que la pase recogiendo, para ir a la fiesta de Jeff, al cual se le ha pasado por la cabeza hacer una fiesta de disfraces. Me he decidido por vestirme como un policía, pero conforme pasa el tiempo me arrepiento de mi elección, la camisa me aprieta mucho los brazos y los hombros, al igual que los pantalones.

Me estaciono frente a la casa de mi amiga y bajo del auto. Toco el timbre pero nadie me abre, repito la acción pero esta vez escucho una voz.

— ¡Dame cinco minutos y salimos!

Ann ¿acaba de decir salimos? ¿Quién más viene con ella?

Miro la hora en mi reloj de mano y abren la puerta, el fuerte olor a perfume de mujer entra en mis fosas nasales y luego hasta mi cerebro, aquel olor hace que mi cabeza duela.

— ¿Sucede algo? —pregunta una nueva voz, seguro puse una cara de zombie por el mareo.

—No, solo que...— levanto mi vista y no puedo terminar la oración, me quedo embobado al ver lo que tengo frente a mis ojos.

Lleva un vestido blanco de doctora muy corto y ajustado, tiene un estetoscopio en el cuello, lo cual me parece muy sexi, su cabello está recogido en una coleta alta. Tengo el descaro de mirarla una y otra vez, mis ojos mecánicamente se detienen en sus pechos. Linda vista.

— Grace, ¿quién es? —grita Ann, que sale de una habitación al final del pasillo con un lápiz labial en la mano.

—Tu chofer —respondo, ella sonríe y vuelve a entrar por donde salió.

Graciela me mira con ceño fruncido, no fui muy obvio, ¿verdad?

—Pasa.

— Veo que Annie te convenció, para que vinieras —rompo el incómodo silencio.

—Ya la conoces.

—Cuando estábamos en cuarto grado de primaria me convenció para que bese a su perro —confieso —puede llegar a ser muy persuasiva.

Ella se ríe un poco, mi mirada me traiciona nuevamente y esta vez se atreve a quedarse esos labios que me gustan tanto. Observo detenidamente su rostro, lleva poco maquillaje. Me enloquece que las mujeres no se maquillen tanto, así puedo apreciar su belleza natural.

—Pensé que ella llego hace muy pocos años a esta ciudad.

—Sí, pero yo la conocí en Medellín cuando éramos unos niños aún. Ya te lo contará algún día, fue muy gracioso.

Sonrío al recordarlo:

— ¡Te gustan los niños! —me acusaba con un dedo Anahí.

— ¡No! —me defiendo.

—Entonces, besa a Chocolte —nege instantáneamente con la cabeza, no quería besara ese enorme perro.

— ¡Eso quiere decir que si te gustan los niños y no las niñas! —gritó ella.

—Ya dije que no —ella seguía diciendo que me gustaban los niños— está bien, solo un beso—me resigné.

—Cuéntamelo tú —pide Grace, luego de un silencio.

Estira sus piernas y se sienta derecha, pone sus manos a los costados.

—Es un poco largo, ya mismo es hora de que vayamos —argumento, es vergonzoso tener que contar eso.

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