Camino a Casa || Larry Stylinson

Capítulo 5

—¡Hola! ¿Tú eres Harry?

Harry sintió como su respiración se cortaba repentinamente. Sin mirarla, metió su cabeza aún más en el libro que estaba viendo.

—No, linda, te has confundido —dijo fingiendo tranquilidad.

—Como digas... Louis te está buscando.

—¿Quién eres?

—Me llamo Milena.

—Un gusto, Milena. Pero soy Diggy. Y no conozco ningún Harry ni ningún Louis.

—Cómo sea... él me habló un poco sobre ti. Y hasta se ha ruborizado. ¿No es lindo?

Harry apretó la tapa del libro y ésta comenzaba a lastimarse.

—¡Oye! Le haces daño —dijo Milena mientras le quitaba el libro.

—No conozco ningún Louis.

—¿Por qué dices eso?

Harry se dirigió hacia otro pasillo a paso rápido, pero la niña caminó tras él.

—¿A que tienes miedo? Ojalá a mí alguien me busque como él te busca a ti. Encima él es Louis... ¿has escuchado como canta? Tiene una voz preciosa. Puedes buscar su canal en Youtube. A mí me gustaría tener un novio como él, ¿por qué no aprovechas? Apuesto que tú también eres guapísimo. Sólo te he visto la nariz. ¡Y vaya nariz! No quiero decir que es perfecta, pero es perfecta.

Harry caminaba sin parar mientras sus lágrimas amenazaban con caer. No quería tratar mal a la niña pero estaba jugando con su paciencia. Aquella niña tan insistente podría echarlo todo a perder.

—Escúchame, quizás tú no lo sepas. Pero la vida se pasa rápido y a veces las personas no llegan a viejas y se mueren antes. Creo que el señor Jorgan tiene razón, sólo estás gastando el tiempo. ¡Sé que no te conozco! Pero es que si el amor es mutuo, ¿qué estás esperando? Mira si Louis mañana muere, entonces... ¿te arrepentirás o te sentirás aliviado de que deje de buscarte?

—Por favor, deja de hablar —susurró Harry, intentando no sollozar.

—De acuerdo, pero sólo quería que sepas que él realmente te quiere encontrar, ¿sabes? Se ha quedado pegado a un papel por creer que era tu letra. ¿Era tu letra? Eso hubiera sido realmente de película.

Harry llegó hasta el baño y se encerró allí. Se sentó en el váter, con la esperanza de que sus pensamientos se silenciaran. No se iba a enojar con la niña, pero tampoco quería hacerse daño así mismo. Otra vez esos síntomas de los que se había intentado alejar.

Ese sentimiento agobiante, que lo sentía recorrer por todo su cuerpo pero que daba vueltas en su estómago.

Sus ojos se desviaron a sus muñecas, no tenía heridas recientes, pero recordó la sensación de la cálida sangre derramarse. Cerró sus ojos y respiró hondo. Hacia más de cuatro años no había tenido ese tipo de problemas. No quería caer de vuelta, es por eso que había optado por alejarse de todos. De esa forma, nadie le causaría daño y él tampoco causaría daño. A Harry le encantaba la idea de estar junto a Louis, pero le parecía imposible sin caer en un infierno.

¿Qué era entonces lo correcto?

Él se había sentido en paz por un largo período de tiempo y su mayor miedo era que eso sólo quedara en el recuerdo. No le importaba dejar a Louis en el pasado, por primera vez en su vida, lo que más le importaba era él mismo. Y no quería perder eso. El amor propio es muy difícil de conseguir y tan fácil de perder, Harry lo sabía. Él había vivido la lucha por quererse y aceptarse. Ya no necesitaba alguien que le dijera que es lindo o que le dijera cosas lindas, por ahora estaba bien consigo mismo. Pero comenzaba a irse al otro extremo, al lado más grande y hondo de la soledad, la parte más oscura que todos tememos, y aunque él era consciente de aquello, su miedo de perder lo poco que tenía era muy grande.

Aunque a la larga, quizás terminaría perdiendo todo.

—¿Diggy, estás bien? —habló el señor Jorgan detrás de la puerta. Harry salió de su trance.

—Sí. Enseguida salgo.

Harry se lavó la cara y mirándose al espejo, sonrió. Pero enseguida su sonrisa se borró. Volvió a lavarse la cara, y salió del baño rápidamente.

—¿Qué ha pasado? —preguntó el bibliotecario.

—Nada, nada. Estoy bien.

—Una chica me ha dicho que te has metido en el baño por horas.

Harry, sin poder evitarlo, sintió una pequeña pizca de odio por esa niña.

—Es mentira. Apenas estuve unos minutos. ¿Quién te lo dijo? ¿Milena?

—Sí. ¿La conoces?

—La conocí hoy... sabe que soy Harry —agregó en un susurro.

—Esa niña... es... creo que tiene algunos problemas, ¿sabes? Creo que la soledad la puso así.

—Pobrecilla, pero... ¿no crees que puede llegar a decir algo?

—¿A Louis?

—Sí, a él.

—Estoy seguro que no. Puede ser metida, pero pongo las manos en el fuego por ella, sé que jamás le dirá algo.

—¿Tú crees que debo ir a buscarlo?

—Haz lo que creas correcto.

—Es que ya no sé nada. Pensé que alejarme iba a ser lo mejor, pero...

—Fue egoísta. Pero antes que en Louis, piensa en tu madre.

—Sí... intentaré llamarla.

—Hazlo, por favor. ¿Sabes lo horrible que se debe sentir?

—Pero, ¿por dónde empezar? Ya pasaron cuatro años... es demasiado tiempo.

—Tu madre sabrá escucharte.

—Lo sé, ella fue la que más me escuchó siempre. Cada cosa que hizo, la hizo por mí. Sé que fue horrible dejarla de esa forma pero... tan sólo quería que comenzara a vivir su vida, que dejara de sentirse obligada a estar conmigo. Perdió a mi papá por mi culpa.

—No te culpes, por Dios, tenías una enfermedad y eso no es tu culpa. No hay nadie a quien culpar. Pero creo que ya es hora de que le cuentes a ella lo que ha pasado. Se pondrá feliz de escucharte y saber que cada día estás mejor.

**

—¿Hola?

Harry movió sus labios  para responder, pero las palabras no salieron de su boca, se quedaron dentro de su garganta, estancadas. Su corazón latía con fuerza y sus piernas parecía que no pudieran aguantar su peso. Cortó la llamada antes de escuchar otra vez la voz de su madre.

Todos y cada uno de los recuerdos fueron a por Harry.

Su madre. Aquella mujer que no lo abandonó ni en los peores momentos, la que aguantó cada ataque de ira y de ansiedad. Cada noche de insomnio.

Y era aquella mujer la que él había abandonado. Deseó no haberlo hecho, pero no había sido todo tan en vano, a fin de cuentas, esos años de ausencia lo habían ayudado a conocer las cosas que lo hacían feliz, a ver el mundo desde otra perspectiva.

El celular comenzó a sonar y era ella. ¿Se había dado cuenta que era él?