Capítulo 4. "Entre deber y querer".

161 17 1
                                    


—Yo... tengo miedo—dice de pronto Nala y, al instante, detengo mi puño en el aire.

—¿Qué?—pregunto sin poder ocultar la sorpresa. ¿Acaso oí mal? ¿Miedo?

—Tengo miedo a que pueda aparecer alguien peor al tal Freezer.—Bajo mi brazo con un amago de sonrisa. Jamás creí que tuviese tal temor y que me lo cuente significa mucho.

—Yo también—respondo, cosa que hace que mire a mi dirección—. Me sorprendes. Admitirlo es un gran paso.—Vuelvo a sonreír al ver lo rojo en sus mejillas, mas sus oscuros ojos siguen evitando los míos.

—Nala... No debes sentirte minorizada. Todos sentimos miedo en algún momento de nuestras vidas. La valentía es solo una máscara. Nala mírame—. Cuando lo hace tomo su mano—. Debes juntar todo tu miedo y concentrarlo en tu ataque. Eso es lo que nos hace fuertes, lo que nos hace héroes ¿sabes por qué?

—¿Por qué?

—Porque es el temor de perder a nuestros seres queridos lo que nos impulsa a seguir. Lo que nos impulsa a superarnos para poder ir en su ayuda. El miedo es algo normal, pero ese algo, se supera.

Enjuago mi boca y luego tomo un gran sorbo de agua sintiendo como el ardor de mi garganta comienza a desaparecer.

—¿Seguimos?—pregunta Nala. Esta mujer es incansable—. ¿O ya te cansaste?—niego con una sonrisa. Sí, estoy cansado, pero es mejor si no lo sabe. En dado caso no sería capaz de dar todo su potencial en la batalla.

—Espero y ahora puedas lograr darme tres golpes consecutivos—le reto colocándome en posición de batalla y —por mis palabras— su nariz se frunce de una manera, a mi parecer, graciosa.

—Espero y no hagas trampa, Kakarotto.

—¿Eh? ¿Cómo que Kakarotto?—Ahora es mi turno de fruncir la nariz y cejas ¿por qué me ha llamado Kakarotto? No me es posible preveer su risilla burlesca ¡esto no se quedará así! En cuanto menos lo espera me lanzo sobre ella con el "ataque de las cosquillas". Caigo sobre ella en el pasto, y me siento sobre su estómago si dejar de hacerle reír con mi "ataque".

—¡Ya, ya, para, para!—exclama entre risas y acerco mi rostro al suyo.

—¿Cómo me llamo?—pregunto deteniéndome para permitirle respirar y colocando mis manos a cada lado de su cabeza mientras espero su respuesta.

—Kakarotto—susurra de manera lenta, desafiante ¡y no tardo en lanzarme al ataque!

—¡Goku, Goku, te llamas Goku!—exclama rindiéndose y es mi momento de proclamar victoria.

—Correcto—respondo sin deshacer nuestra posición. Su mirada no se aparta de la mía, me permito acariciar su mejilla, me encantan sus mejillas.

—Goku...—susurra en cuanto mi mano se desplaza de su mejilla a su barbilla para alzarla y con mi pulgar acariciar su labio inferior.

—¿Sí?—susurro sobre sus labios, mas un pinchazo en el pecho me hace soltar un jadeo de sorpresa y dolor. Es como si me clavasen una aguja, no, algo peor, ¡como si me clavasen miles!

—¿Goku? ¿Estás bien?—No puedo sostener mi propio cuerpo. Me es inevitable dejar caer mi peso sobre ella sin fuerzas de siquiera emitir palabra.

No me queda más remedio que dejarme llevar por el dolor, mientras todo a mi alrededor se comienza a apagar.

—¡¡Goku!!

Abro los ojos con absoluta pereza, mas abro los ojos más de lo normal sintiendo, de pronto, mi rostro arder al notar lo que está frente a mí. Nala besa mi frente, pero lo que veo no son precisamente sus ojos. Algo se remueve en mi interior y la sensación no es para nada molesta.

Cuando se separa para mirarme nuestros ojos se encuentran y puedo jurar que su rostro se ha tornado más rojo. Capto al instante que va a alejarse, a lo que no lo pienso mucho —más bien dicho no lo pienso nada— antes de sostener su nuca y juntar mis labios a los suyos.

Su boca no tarda prácticamente nada en moverse junto a la mía. ¿Qué rayos estoy haciendo? ¡Ni idea, pero me gusta! Su cuerpo cae sobre el mío, mas ello no nos detiene, con mi otra mano acaricio su mejilla mientras siento como las suyas se aferran a mi gi sin intenciones de soltarlo.

—G...Goku...

Voy bajando mis besos de su boca a su mejilla, de su mejilla a su cuello, y el hecho de que esté jadeando mi nombre no es algo que me motive a parar. Succiono su cuello sintiendo sus manos aferrarse —esta vez— a mi cabello, pero en cuanto succiono un punto de este con más fuerza de la estimada, un gemido bastante fuerte sale de su boca, uno que causa que ambos nos separemos siendo recién conscientes de la situación en que nos encontramos: Nala respira agitada, con sus labios hinchados y unas marcas rojas en su cuello que quizás pronto se vuelvan moradas, por mi parte, me siento bien, y de seguro soy un egoísta porque me atrevo a pensar en que me siento mejor que nunca.

—¿T-tienes hambre?—pregunta la chica frente a mí, quizás en un intento de dispersar el silencio repentino que nos rodeó.

—S-sí—respondo sintiéndome arder, como si hubiese corrido bastante y esté listo para una gran y esperada batalla.

—Veré qué cocino.—Busco su mirada, pero Nala parece no querer mirarme a los ojos. Se coloca de pie, y antes de que dé el paso que la saque de —ahora que lo noto— su habitación, me atrevo a hablar...

—Nala, yo...

—No es correcto, Goku. Solo... hagamos como si nada hubiera pasado. Solo... olvidemos esto.

No es correcto ¿eh? Vaya, ¿qué será lo que se considera hoy en día lo correcto?

No es correcto ¿eh? Vaya, ¿qué será lo que se considera hoy en día lo correcto?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Goku ¿¡se puede saber dónde pasaste la noche!?

—Ya no quiero estar contigo, Milk.

Ambos hablamos a la vez, ella molesta, yo de manera atropellada. Separarme de Milk es algo que vengo pensando desde que descubrí que lo que siento por ella no va más allá que simple cariño, amistad.

Suelto una tos falsa tras su repentino silencio—. Quiero que... deshagamos nuestro casamiento.

Su semblante cambia de un segundo a otro.

—¿Q-quieres el divorcio?—A sus palabras asisto no pudiendo evitar sentirme mal, pues soy el causante de la recién aparecida tristeza en su mirada, mas no puedo engañarme a mí mismo, menos a ella. Milk es una buena mujer, un tanto dura de carácter, pero, al fin y al cabo, una buena mujer.

—Lo siento.—Es lo primero que se me ocurre responder a la tristeza en su tono de voz—. Te quiero mucho, Milk, pero solo como una buena amiga.

Lágrimas caen de sus ojos y sigo su mirada hasta el segundo piso —donde se localiza la habitación de Goten—.

—¿Crees que divorciarnos será lo correcto?

¿Lo correcto? Me es inevitable sonreír con cierta ironía.

—¡Claro que no lo siento correcto!, pero sí siento que es... lo que quiero.

FELLING.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora