Dudas

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Estaba solo en su bañera, como era habitual, pensando en la reciente confesión del que, alguna vez, fue su amigo en su infancia.
Las palabras del pelirrosa resonaban en su mente y no le dejaban pensar con claridad en cualquier otra cosa.

-Tsk... idiota... -sumergió su cabeza en el agua de la bañera, haciendo que se desbordase un poco.

Una voz lo sacó de sus pensamientos... y del agua.

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-Últimamente estás muy distraído y no te has acercado siquiera al agua de una piscina. -el castaño estaba algo preocupado por su amigo- Pasa algo?

-No te importa. -respondió frívolo el azabache.

-Claro que me importa! -exclamó con enojo el ojiverde- Somos amigos, claro que me importa si estás mal!

-Entiendo que te preocupes -dijo el ojiazul, indiferente-, pero tú no eres el que tiene que hacerlo ahora mismo.

-A qué te refieres? -preguntó el más alto, curioso.

-Tú no tienes por qué preocuparte de nada... -dijo serio Haru mientras empezaba a cocinar un trozo de atún- El indeciso aquí tendría que ser yo.

-Indeciso? -volvió a preguntar, aún más curioso, el castaño.

-Rin me confesó amor el otro día en la playa. -dijo el de menor estatura, aún indiferente, sin separar la vista del pescado.

-QUÉ!? -exclamó, muy sorprendido, su amigo. -Rin!? Amor!? A ti!?

-Si. -respondió frío el de ojos color del mar.

-Y no te importa!? -volvió a preguntar, aún sorprendido.

-Claro que me importa -volvió a responder-. Además, aún no le he dado respuesta.

-Hm... Pues yo no soy el más indicado para ayudarte en esto -se encogió de hombros el castaño.

-No te he pedido ayuda. -volvió a decir frívolo y sin apartar la vista del atún Haru.

Esto dejó sin palabras al ojiverde. Luego de esta charla, ambos empezaron a comer el delicioso pescado que preparó el pelinegro.

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-Agh! -el pelirrosa tiró su móvil a su cama- Por qué no me responde!?

-Ya lo conoces -opinó su hermanita-, no va a responderte así porque sí.

-Tendría que haberlo hecho ya, él nunca tarda en responder a nada. -el mayor de los hermanos estaba tirado boca abajo en su cama.

El chico de ojos magentas esperaba impaciente una respuesta del chico pelinegro. Le resultaba extraño que aún no le hubiese respondido, ya que éste nunca tardaba en dar respuesta a nada.

-Habré sido demasiado directo? -empezó a pensar- O a lo mejor no entendió lo que le quise decir?

-Lo piensas demasiado -volvió a opinar la pequeña-, déjalo estar, ya te responderá.

-Es que no puedo esperar! -se desesperó el más alto.

El mencionado volvió a coger su móvil y miró si tenía mensajes nuevos. Para su sorpresa, el ojiazul le había escrito:

El mensaje decía: te espero en la piscina del club, allí te responderé. Hoy a las 19:00 h, no me hagas esperar.

Una sonrisa se dibujó en el rostro del mayor. -Si! Por fin!

~•~•~•~•~•~•~•~

-Ya. -dijo el pelinegro.

-Respondió? -preguntó con curiosidad el rubio, que acababa de llegar.

-No hace falta que responda -afirmó el de mediana estatura-. Si tarda más de una hora en ir, que se lo tome como un "no".

-No será un poco cruel? -preguntó esta vez el castaño.

-No -volvió a afirmar-. Si realmente me quiere, estará allí antes de las 8.

Mi Mayor DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora