11.- No me harás mal.

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Sus ojos hazel comenzaron a dar vueltas casi como si estuviese esperando al mismísimo profeta, se sujetó su propia frente desorientado repitiéndose las palabras de aquél John en ese sueño, debía ser un tonto para no notar que se trataba de una extraña coincidencia, o a eso deseaba aferrarse.

Aún así, si se tratara de un mensaje abandonó los accesorios de su antiguo contertulio en hogar por su propia salud mental, era... imposible.

Tal vez no lo era.

Se levanto de su cama súbito, estaba incrédulo ante lo que sus ojos veían, esto estaba pasando, era real.

- G-Geo, Ringo... - Los llamó sin aliento, tuvo que dar un gran respiro antes de seguir.
- ¿Ustedes trajeron esto? - El incrédulo, de cuclillas se asomó hasta esa caja de aspecto descuidado y leyó el frente de ésta.

"Para Paul.
De John Lennon."

Era esa misma letra ininteligible con encanto, esas rayas que no parecían más que un garabato, esa era la escritura de John.

- Me deben estar jodiendo... - Murmuró, aún sin creerse toda esa farsa.

Apenas la abrió se fue hacia atrás de un salto como si tratase de una liebre.

No iba a seguir soportando esto, cogió la caja para dejarla fuera de la cabaña, estaba harto de las jugarretas.

- Su humor es retorcido chicos, no da ni pizca de gracia. - después de eso, silencio, lo único que sus oídos captaron.

Aún somnoliento, bostezó cubriendo sus labios. No se iba a llenar la mente con más interrogantes de las que ya rondaban por su cabeza, sentía que si tan sólo llegaba uno más y iba a colapsar.

Se detuvo en el marco de la puerta cuando vio, que esa maldita caja seguía ahí.

Típico cliché de película de terror.

" no te esfuerces tanto, tu espalda ya no es la de antes princesa."

Inhala, exhala, memoriza los colores primarios, recuento de los días, sus técnicas para huir del pánico. No iba a caer de nuevo.

" Paulie..."

" Están ahí sólo por ti."

Volvió a oir su voz, cada vez parecía sonar más desesperada aunque lo cubría un tono burlón y cantarín.

Tan típico de él, una inminente calidez invadió su pecho y sus pupilas se dilataron dejando que su cara de relajara formando una expresión de ensueño.

Esa posible fantasía hubiera podido ser tan sólo si el narizotas no se hubiera pasado en frente de él para ir al baño.

- ...Ringo ¿tú subiste ésto? -
El baterista había despertado con una gran jaqueca como sí hubieran tocado los platillos de su instrumento justo en medio de su cara, y ni hablar de lo demás, estaba desorientado y exhausto. Paul apuntó a esa caja.

- No...no Paul, - Su voz sonaba ahogada, aclaró su voz sin éxito alguno. - tú mismo la cogiste cuando entraste al auto. -

- No mientas. - Exclamó escéptico a lo que comentó el músico. No recordaba haber hecho en ningún momento es que acaso estaba teniendo pérdida de memoria por la angustia que todo le había provocado.

Starr gruñó del intenso dolor proveniente de su cabeza. - No recuerdo nada de lo que hicimos anoche ¿es esto porque bebimos mucho? ¿resaca? -

Una parte de Paul se iluminó con esperanzas, una parte de él era feliz de que John estuviera con ellos, con él y la otra, bueno, ya la conocen.

El músico decidió mantenerse callado, no deseaba traer más problemas de los que habían y sonrió forzosamente a su antiguo baterista.

McCartney se volvió a aislar en su habitación aunque esta vez, sólo para meditar los contrariados sentimientos que estaba recibiendo gracias a todo.

Se apoyó en la cabecera de su cama, si de joven le hubieran dicho que el fantasma de John lo estaría acechando y que sus sentimientos hacia su amigo crecieron hasta convertirse en algo problemático, seguramente hubiera reído histérico creyendo que jamás sería un trastornado.

Bueno, era cierto, era un trastornado enamorado de su amigo muerto enloqueciendo por volver a tenerlo, emocionándose de que su alma estuviera presente.

Sentía como si propia mente estuviese jugando con él, un juego mental.

Se sentía como un gran idiota por seguir las instrucciones de un sueño, llevó la famosa caja hasta su cama y tomó ese brazalete que John había guardado desde ese incidente con Brian en españa, su valor sentimental significaba un montón tanto que al ponerselo una sensación electrizante pasó por sus manos hasta llegar a la espalda.

- ...No me siento nada diferente- Pasó uno, dos, tres minutos y todo seguía en paz, no había ningún hombre estruendoso a su lado, ningún John.

No tardó en perder el espíritu, tenía en claro que todo eso fue una ilusión, estaba creyendo en tonterías infantiles que no ocurrirán jamás.

John ya era parte de mil y umillónón de estrellas que surcaban por el infinito, no iba a volver.

If you ever leave me, i'll be sad and blue.
Don't you ever leave me, i'm so in love with you...

Póngale pausa a todos sus aparatos, estaba alucinando otra vez, su voz estaba cantando una canción tan vieja como él.

The birds in the sky would be sad and lonely,
If they knew that I lost my one and only,
They'd be sad if you're bad to me
The leaves on the trees would be softly sighing
If they heard from the breeze that you left me crying,
They'd be sad, don't be bad to me
But I know you won't leave me 'cos you told me so,
And I've no intention of letting you go.

Se apreciaba gran característico y timbre vocal, aunque resonaba desde lo lejos... pero se iba aproximando.

Paul tragó, nervioso casi podía sentir como esos mismos nervios se lo estaban comiendo vivo.

You won't be bad to me.

Lo escuchó en su oído hasta que unas fresas cayeron a su lado, sintió como su cabello se revolvía, como una mano que cariñosamente lo despeinaba.

-Aquí tienes viejo amigo...- La voz de John era suave y casi enternecedora.

John.

-¿¡John!? -Paul gritó tal cuál como una beatlemaníaca.
Y el famoso John, tampoco se lo había esperado, Paul había entendido su pedido.
-¡Paulie! -Podría llorar de la alegría.

Still With You. [ McLennon ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora