Los seres únicos

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Corría ahí el año de 1997, el mes específico era septiembre.
En un departamento de Londres, sonaba a todo volumen un disco de David Bowie a las 11:00 de la noche, y a éste le acompañaba el sonido de las risas de dos jóvenes de 24 años, quienes se encontraban bebiendo y dejándose llevar al ritmo de las canciones de aquel buen cantante.

-Damon, te juro que debes dejarme enseñarte a John Allen, por favor, tiene música muy suave, pero también tiene otras canciones más explosivas, en verdad es todo un artista, no estoy exagerando, por favor, deberías darle una oportunidad.

Graham siempre insistía a aquel de pelo rubio con escuchar a aquel artista el cual su nombre atormentaba a Damon de tanto que Grems hablaba de él, y es que el muchacho tenía una ligera (fuerte, en realidad) obsesión por su música y él.

Damon negaba riendo mientras fumaba de su cigarrillo y daba otro trago a su lata de cerveza, censurando las palabras del castaño que se encontraba tirado boca abajo en esa cama siendo víctima de los efectos del alcohol. Le censuraba en el momento en el que se perdía tan solo observando lo... ¿bello? Que era cuando estaba ebrio y comenzaba a hablar de sus pasiones en la vida, como el tan mencionado John Allen. Como ese sonrojo peculiar cubría sus mejillas, dando a entender que, en efecto, ya estaba bien entrado en ambiente por su amigo el alcohol.

Damon sabía que estaba jodidísimo desde hace unas semanas, y todo inició cuando decidieron irse a vivir juntos a un departamento pequeño en otra zona de Londres, dejando así la vida con sus familias, para comenzar a vivir lo que ellos llamaban "su única oportunidad".
Aquel rubio no era fan de las relaciones serias, era fan de las cosas sin etiqueta y los encuentros casuales. Le encantaba realmente ir de un lugar a otro, como un gato de la calle, podríamos decirlo así, en cuanto a los temas amorosos.

Pero desde un poco antes de tomar aquella decisión, fue cuando empezó a notar aquellos cambios en su persona. Se encontraba a sí mismo con aquella fiebre particular de la atracción cuando veía a su mejor amigo, esa fiebre que le hacía saber cuando quería llegar a algo más con una persona...y eso no era normal.
Llevaba conociendo a Graham desde los 11 años, básicamente habían disfrutado de su pubertad y adolescencia juntos, saliendo, explorando, riendo, vagando...Graham y él eran inseparables. Siempre se les veía apoyando al otro cuando querían obtener algo, incluyendo así conquistas. Coxon no era Coxon si no estaba Albarn presente, y viceversa, cualquier persona que les conocía tenía conocimiento de ello.

Trataba de alejar aquellas ideas y pensamientos de su cabeza cuando se daba cuenta que ya no deseaba a otras personas al buscar a cualquiera de su agrado para entretenerse, cuando solía serle tan natural.

Aunque quería evitar pensar que Coxon era la razón de que estuviese fallando en eso, otra parte de él le culpaba infinitamente por estar saboteándolo de alguna manera, incluso inconscientemente.

Otro ejemplo de cómo Damon sabía que estaba jodidísimo ya, es que cuando se encontraba viendo televisor en esas tardes, curiosamente pasaba un anuncio que presentaba a un chico con la misma chaqueta que Graham había comprado no mucho antes, y en primer lugar teníamos que en lo primero que pensaba, era en su amigo de lentes, inevitablemente. Miraba al chico del comercial frunciendo un poco el ceño en cierto extraño desagrado, y después pronunciaba a al aire: "Meh...te queda bastante peor...te falta altura para ser él", para caer en cuenta que por más que lo siguiese negando...en efecto, Graham le gustaba un montón ya.

Ahora que vivían juntos, Damon no podía evitar ver a Coxon con esos ojos de enamorado que provocaba el que tocaba la guitarra, solamente él.
Se acercó hacia la cama sin desvanecer esa sonrisa provocada desde la ternura, para tomar un lugar al lado del castaño, fijando sus ojos en los contrarios.

1999 [Gramon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora