Maniobras de escapismo I

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Hay cosas a veces que deben contarse brevemente para no ahondar en heridas, pero si en explicaciones, como lo es entender que dos seres son paralelos de una manera tan cómica y hasta mágica. El relato de hoy, es una de esas cosas.

Si bien, Albarn padre e hijo no tardaron más que unos meses en reconciliarse (si se le puede llamar de una manera) cuando el padre de Damon sintió como una especie de victoria que su hijo le buscase buscando trabajo de vendedor, justo como él, y no podía permitirse perder la oportunidad de regocijarse en ese hecho, y el que Damon no tenía otra opción si quería enmendar las cosas con su novio, Graham, de Septiembre a Noviembre del año 1997, la historia de ambos tuvo un giro importante debido a ello en ese mes, cuando decidieron que mudarse era la mejor opción.

La única para Albarn, en ese entonces.

Damon tenía una relación precaria con su familia, con una madre que ni siquiera tenía pasando por la cabeza la idea de contradecir a su esposo, una hermana menor indiferente a la vida de su hermano, y un padre demasiado estricto y cambiante, cosa que no hacía más que alimentar la rebeldía del chico al buscar el fastidio del mismo al éste querer hacer de su hijo una copia exacta de lo que era él.

Había días donde todos coexistían tranquilos, esos días eran realmente agradables para el rubio, pero había otros donde las cosas terminaban en gritos, en empujones, en el padre reprochándole el no haber terminado una carrera a Damon, llegando a insultos y golpes algunas de las peores veces, y en Damon reprochándole no haber hecho algo por ser alguien en la vida más que un triste vendedor, y que llevara a su madre a estancarse en vez de animarla a seguir con algo, algo que los llevara a ambos más allá de la clase trabajadora de Londres.

Damon guardaba un fuerte resentimiento a causa de su madre, ya que en si era la única que, cuando nadie veía en esa familia, le daba cariño a montones y apoyaba en demasiadas cosas.

Incluso, la madre de Damon había insinuado y presentido que su hijo tuviese algo con el castaño que traía a la casa a menudo...pero siempre se lo había callado para que no llegase de forma alguna a los oídos de su querido esposo.

Damon sentía que le debía más a su madre de lo que podría pagarle nunca, eso le hacía sentir frustrado, y en realidad, más enojado con su padre.

Siempre todo tenía que terminar en las mismas peleas y quejas, con la misma ausencia de carácter en su madre, y con la chica silenciada detrás de revistas para adolescentes y música de ídolos pop.

Damon sentía volverse loco en esa casa.
Eran constantes ataques de ansiedad después de cada pelea con su padre, el sentimiento de ahogarse en un enojo muy grande y en un miedo al mismo tiempo enorme de que le hiciese algo en un punto, o al hecho de transformarse en el señor que veía con cierto desprecio.

Pero para su suerte, tenía a Graham en su vida.

Damon sentía la casa de los Coxon más su casa que el mismo techo donde vivía a sus 24 años.

Siempre le trataban con amabilidad ahí, incluso con cierto cariño.

Graham tenía una familia buena, aunque debía también admitir que a veces creía que sus padres tenían algo funcionando mal en la cabeza.

En su caso, su padre era aquel que respaldaba todo lo que dijese su madre. La madre de Graham era de un carácter fuerte, y era la que más solía ensañarse con el castaño en sus malos días: si la señora había olvidado prendas en la lavandería, entonces llegaba a casa para gritarle a Graham que había limpiado de manera incorrecta los platos tallándolos hacia la derecha, cuando era a la izquierda.

1999 [Gramon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora