»일곱

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Eran las ocho de la mañana cuando desperté con la garganta tan seca como si no hubiera ingerido agua hace pocas horas

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Eran las ocho de la mañana cuando desperté con la garganta tan seca como si no hubiera ingerido agua hace pocas horas. Mi temperatura corporal ya estaba más regulada y podía respirar sin temor a que los mocos se me escaparan. Sin embargo, los dolores musculares todavía estaban presentes y mis párpados se sentían pesados. Ni hablar del dolor de cabeza.

El dolor se intensificó cuando intenté recordar un poco de la noche anterior. Lo primero que se me vino a la cabeza fue a Seokjin tapándome hasta los ojos con las sábanas y frazadas. Me estremecí por la imagen.

Miré a mi alrededor, buscándolo, intentando recordar si se había quedado o se había ido al final de la noche. Estaba en mi habitación, con tres colchas encima mío y, en la silla de plástico en el rincón del cuarto que tenía para poner la ropa, Seokjin dormía de una forma tan incómoda que luego lamentaría. Mi corazón se apretó al verlo ahí. Él se había quedado.

Me levanté, con el objetivo de despertarlo y decirle que ya se podía ir. De paso, tomar un litro de agua.

Se me pasó por la cabeza ensayar una vez que Seokjin se haya ido, pero considerando la pelea de la noche anterior, era mejor que me quedase por ese día en la cama, si quería llegar a la audición en una sola pieza y sin problema. Era sábado; el domingo ensayaría, para estar listo para el lunes.

—Seokjin-hyung... Despierta— lo sacudí, con la intención de despertarlo, pero temiendo al mismo tiempo. ¿Qué tal si despertaba de mal humor? Cualquiera lo haría después de dormir en esa posición por horas. Además, insisto, no conocía todas las facetas de Seokjin. La parte idealizada que tenía de él no quería ser arruinada (a pesar de conocer al Seokjin serio y taciturno, nunca se había mostrado molesto). También me daba cierta pena interrumpir su sueño y que se levante con la grata sorpresa de un dolor increíble de cuerpo.

Lo sacudí un poco más, y abrió sus raros ojos, parpadeando varias veces hasta que su vista me enfocó. Se acomodó con rigidez mientras yo me alejaba.

—¿Cómo estás, Hobi?— frotó sus ojos y sacudió su cabello. Esas tres palabras lograron conmoverme; no sé si por la fiebre y estado sensible o por mi enamoramiento hacia él. Por supuesto, Seokjin no se quejaría. Seokjin siempre se preocuparía por los demás antes que él. De eso cualquiera podía darse cuenta. Ni siquiera se había quejado y lo primero que decía al despertar era para saber mi estado.

Tragué saliva e intente sonreír— Todo bien. Ya te puedes ir, hyung.

Seokjin siguió parpadeando, como siempre hace. No sabía si era un tic o algo cercano, porque no lo hacía tan continúo. Parpadeaba como si algo hubiera entrado en su ojo, o para despertarse. Fruncía sus ojos un segundo antes de abrirlos lo máximo que podía, y luego volvían a la normalidad. ¿Este chico raro en serio me gustaba? ¿Y también a mi amigo? Debíamos tener una seria charla algún día acerca de nuestros gustos.

—Me quedaré hasta que llegue Yoongi, para asegurarme que te quedarás quieto. Ahora vuelve a la cama— tomando mis hombros, me empujó de espalda hacia mi cama. Voy a decir que la facilidad con la que me manejó fue debido a la poca fuerza y energía que poseía en ese momento por el resfrío y sueño. No porque lo haya dejado tomarme por mi sentimiento de sumisión ante él. No, no.

El cómo ganaste mi corazón « 2SeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora