»특별한 « 석진

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Sucedió cuando fui una tarde al departamento de Namjoon, esos momentos donde Hoseok estaba a un paso del colapso pero parecía ignorarlo.

Me había acostumbrado a ir a ese pequeño y descuidado edificio para visitar al brillante sol. Con "sol" me refería a Hoseok, claro. A pesar de todo lo que estaba pasando, él seguía luchando sin bajar los brazos y sin perder su reluciente sonrisa. Él seguía brillando e iluminando como lo haría el sol, a pesar de las nubes y tormentas. Era algo que admiraba, y me inspiraba también. Yo desde pequeño tenía la aspiración de hacer felices a los demás, y este chico lo conseguía con una sonrisa en sus labios de corazón. Parecía tan deslumbrante que costaba creer que estaba pasando por un mal momento. Él estaba luchando y nadie lo sabría si no preguntabas.

Lo que sea.

Como decía, una tarde en esos tormentosos meses para el rayito de luz, fui para dejar un CD de Namjoon. No hacía falta aclarar que solo fue una excusa para ver a Hoseok, porque sabía que a esa hora no encontraría a Namjoon y Hoseok estaba en sus horas libres, ensayando en el departamento. El chico tenía algo, además de abundante luz, que te hacía querer darle toda tu atención y además te generaba un instinto protector para que nada perturbara su actitud risueña. Quería saber cómo estaba, qué estaba haciendo, verlo todo el tiempo, y estar a su lado constantemente en esos momentos. Él nunca admitiría que estaba pasando un mal momento, por lo tanto yo sentía la necesidad de hacerle saber que estaría ahí para cuando decidiera mostrarse. Cuando estuviera cansado, yo lo cuidaría.

Era mi deber de amigo, ¿no?

Para mí nada sorpresa, Hoseok fue quién me recibió. Ya no parecía sorprendido por mis constantes visitas ni perturbado por mi presencia. Nos habíamos vuelto realmente cercanos después de que él se enfermara antes de su audición. Él me había tomado confianza, estaba más relajado y hasta molestabamos juntos a Yoongi cuando estaba de malhumor.

—Hola, Hobi— también lo llamaba así porque adoraba los apodos cariñosos, y Hoseok merecía uno. Porque él adoraba eso, lo sabía.

Poco tiempo me había tomado descifrar a Hoseok, y es que él era demasiado transparente. Sus expresiones eran fáciles de leer y su compartimiento lo delataba muchas veces. Te dabas cuenta cuándo estaba incómodo, ansioso, fingiendo o genuinamente feliz. Sí comparara a algún animal con Hoseok, sin duda sería con un perro. Un cachorro. Siempre con ganas de jugar, queriendo atención, adoraba ser consentido y amaba con demasía cuando lo premiaban. Y sus ojos siempre expresivos, y brillantes. Debían de ser los ojos más brillantes, junto con su sonrisa, que existían en el mundo entero. Competía contra el mismo sol.

—Hey.

Pasé cuando se hizo a un lado, y dejé el CD en la pequeña mesa que había en medio del living-comedor-cocina. Cuando me dí vuelta, Hoseok ya se encontraba ensayando en su pequeño rincón alguna coreografía que seguro debía presentar más tarde. No tardó mucho en golpearse con algún mueble cercano, como siempre hacía, sin dejar que sus antiguos golpes sanen correctamente.

No por ser caprichoso, pero odiaba cuando estaba con él y no tenía su atención. Odiaba también admitir que quería la atención de Hoseok solo para mí. Yo no era muy diferente a él, entonces.

Me acerqué y le tomé las manos, interrumpiendo su ensayo, y lo empujé en el sillón suavamente, sin ser brusco. Hoseok me dejaba manejarlo sin reproches ni quejas, solo se dejaba llevar por los movimientos y hacía lo que le pedía en silencio. Era algo curioso, pero no sorprendente por alguna razón. Agarré el botiquín donde guardaban los primeros auxilios, y saqué lo que necesitaba.

Mientras yo cubría los cortes y golpes de Hoseok, él me miraba fijamente de una forma que nunca habría podido descifrar. Yo era bueno leyendo a las personas, solo se necesitaba un poco de atención para conocer a la gente, y tan poca para alguien tan sencillo como Hoseok. Sin embargo, nunca había logrado comprender esa mirada que me dedicaba, cuando creía que no le prestaba atención.

El cómo ganaste mi corazón « 2SeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora