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Paulo
24 de Mayo del 2018
Buenos Aires, Argentina

Los entrenamientos eran duros pero por lo menos tenía al Pipa, de vez en cuando nos cagamos de risa entre los dos y por ahí nos prendiamos en las jodas de los demás. También estaba Cristian Pavón, quién parecía ser la estrella de Boca Juniors y también estaba por vivir su primer mundial, cosa que nos unía un poco a los dos.

Hacía unos cuantos días conocimos a la supuesta hija del pelado, algunos andaban de pajeros atrás de ella pero a mi realmente no me importaba tener su atención o intentar conquistarla. Tenía bastantes temitas polémicos con Oriana como para comenzar a correr el chisme de otro, además de que no me llamaba mucho la atención esa chica. Era la hija de Sampaoli, eso lo decía todo.

— Ta fuerte la cosa, che. —habló Kichan codeandome y moviendo su cabeza en dirección de la prohibida.
— No jodas, vos le entras a todo lo que se mueve ¿No? —pregunté mirándolo y él negó.— Es la hija del pelado, tiene pito para nosotros.
— Entonces ahora me declaró gay. —dijo haciéndome reír.

Mientras nosotros seguíamos entrenando, vi como Caballero se iba del arco y dejaba lo que tenía que hacer para irse hasta un costado de la cancha. Ahí estaba parada Anahi, Alanis o Alaia, no me acordaba el nombre, al parecer dándole una pequeña nota. La veía un poco nerviosa, por lo que supuse que era la primera entrevista que le tocaba hacer en la AFA y por eso estaba así.

Por un momento temí por mi, pensando en que también me tocaría hablar a mi pero no fue así, las cámaras se apagaron y ella le sonrió para después agradecerle con cierta timidez. Fue en ese momento cuando sentí un pelotazo en la nuca, provocando que me diera la vuelta mientras me sobaba la cabeza y me encontré con el Pipa riendo.

— ¡Limpiate la baba! —gritó el gordo riendo.

Negué riendo con él y por desgracia la chica de la que estabamos hablando, llegó a escuchar lo que Gonzalo había dicho. Maldito gordo.

El primer turno de entrenamiento se pasó bastante rápido, cuando terminamos el mismo nos fuimos hasta el interior del edificio del predio y nos llevaron hasta el comedor como lo hacíamos todos los días. Me senté en una mesa con el Pipa, Tagliafico y unos cuantos más.

Cuando le di el primer bocado a lo que había en mi plato, vi como "la prohibida" estaba parada a un lado de la mesa de Otamendi y se reía con él mientras hablaban de algo que yo no sabía. Sentí un codazo en las costillas, provocando que me girará y vi al gordo mirarme con gracia.

— No sabía que Ota era un roba cunas. —dijo Gonzalo.
— Y bueno.. —respondí sin saber que opinar sobre eso.
— Debe tener tu edad esa mina ¿No? —preguntó mirandome con el entrecejo fruncido.
— No creo, es re linda y nena. —dije sin pensar, por lo que cerré los ojos cuando me di cuenta de lo que había dicho.
— Así te quería agarrar. —dijo riendo.
— Lo dije porque sí, no porque le quiera entrar. —hablé comiendo y tratando de restarle importancia.
— Si, dale.

No le respondí nada para dejar el tema ahí, prefería guardarme lo que pensaba sobre ella y su llegada al predio. Lo que si podía decir era que la mayoria de los hombres que estaban solteros, ya le estaban echando un ojo.

La miré de reojo y vi que se sentó con su papá en la mesa que estaba a unos metros de la mía, la tenía a mi izquierda y cuando corrió la silla para sentarse, cruzamos miradas. Claro está que ambos nos sentimos incómodos y al instante miramos para otro lado haciéndonos los boludos, yo tenía la mala suerte de que Gonzalo se había dado cuenta de eso e iba a joderme toda la vida.

Cuando terminamos de almorzar nos quedamos un rato en nuestras mesas, mirando nuestros celulares y riendonos con algunos memes. Vi que tenía un mensaje de Oriana, me había llegado hace un rato pero no quería abrirlo, una lastima que lo haya hecho sin querer. Tuve que responder, si no lo hacía iba a ponerse histérica.

Estábamos hablando de algo totalmente random, por lo que salí con el tema de que había estado comiendo y que estaba un poco ocupado, a lo que ella respondió con la famosa "manito" con el pulgar arriba. Dios santo.

Me levanté porque tenía ganas de ir al baño y como todo un tarado iba con el celular en mano, lo que me hizo chocar con alguien y el aparato voló hasta llegar al piso. Lo levanté rezando para que esté bien pero parecía que no todos teníamos suerte, la pantalla había quedado toda cuarteada. Bufé fijandome si andaba el táctil y ni ahí.

— Perdón, te juro que no te vi. —dijo una voz que ya había escuchado antes.

Y sí, tenía a Alaia enfrente mío mirandome y disculpandose mientras juntaba sus manos.

— Está bien, no te preocupes.. ya estaba un poco roto. —mentí para no hacerla sentir mal.
— ¿Qué pasó? —preguntó el pelado acercándose.
— Le tiré el celular y se rompió, fue sin querer pa. —respondió ella con nerviosismo, lo que me hizo suponer que tenía miedo a que la retaran.
— Pero está bien, Sampa. Ya lo tenía que cambiar. —dije pensando en que me había comprado el iPhone X hace un mes.

Él dijo que me compraría uno nuevo, Alaia estuvo de acuerdo con eso diciendo que también pondría de su parte y aunque yo intenté evitar eso, ambos insistieron. Sampaoli se fue para hablar con la gente del lugar y pedirle a alguien que le hiciera el favor de comprarme un celular, me daba un poco de vergüenza esa situación.

— Me siento una tarada, perdón. —volvió a disculparse mientras apoyaba una de sus manos en mi brazo izquierdo.
— No importa, en serio. Yo no te vi tampoco. —respondí sonriendole de lado y ella hizo lo mismo.
— Bueno, cuando tenga el nuevo te lo doy. —dijo mirandome fijamente y yo asentí.

Segundos más tarde ella comenzó a caminar lejos de mi y el Pipa casualmente apareció a mi lado. Elevó las cejas divertido y yo le di un empujón en el hombro mientras reía.

Bronnitsy {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora