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19 de junio del 2018
Bronnitsy, Rusia
11:23 am

Alaia Sampaoli

Después del partido contra Islandia, nuestra selección había empezado a entrenar enfocándose en el próximo rival; Croacia. A diferencia de nuestro primer encuentro con los islandeses, ahora teníamos muy en claro que los croatas nos pondrían difíciles las cosas y nos costaría mucho más el triunfo.

El primer turno de entrenamiento empezó muy temprano, los chicos se levantaron y salieron a las canchas después de haber desayunado algo liviano. No había cruzado palabras con ninguno puesto que tenía a mi papá a mi lado pegado como un moco y sabía que se ponía celoso con facilidad.

Como siempre, me encontraba sentada en el pasto con mi cuaderno sobre mis piernas y los auriculares puestos. En un momento que despegue la vista de mis escritos, conectamos miradas con Paulo y él me sonrió con simpatía.

El corazón se me aceleró y sonreí con cierta vergüenza. No por Dios, yo no era así de tontita. Los chicos no me movían ni un pelo, pero parecía que eso había cambiado.

La pelota se fue para dónde yo estaba y la paré con mi mano, para segundos después ver una sombra en el pasto. Paulo estaba parado a unos cuantos pasos de distancia y se fue acercando para buscar la pelota con sus pies.

Él me habló mirandome con una sonrisa pero yo no lo escuchaba, así que me vi obligada a pausar la música.

— ¿Viendo la serie sin mi? —preguntó.
— No, no soy tan mala. —respondí con timidez.
— Tendríamos que ponernos al día  ¿No? —preguntó nuevamente.
— Sí, después del partido contra Croa..
— No, no me aguanto. —se quejó haciéndome reír.— Hoy a la noche.
— ¿Qué? No se puede. —respondí bajito tratando de no llamar la atención.
— No se debe. —dijo alejándose sonriente.

Seguido de esto murmuró muy bajito un "a las once y media". Levanté mi pulgar en modo de aceptación y él siguió su camino con la pelota hasta llegar a sus compañeros.

Mi papá se quedó mirandome sin expresión alguna y no voy a mentir, me asusté un poco. No quería que sacará conclusiones bobas y se las agarrara conmigo o con Paulo que era un pan de Dios.

Mi amiga, Romina, me mandó unos cuantos mensajes que respondí al instante y también me hizo saber que a ella le había llamado la atención un chico de nuestra selección. Y sí, era Paulo. No creo haber sentido celos de eso, pero me molestaba un poco que fuera tan babosa con él.

Rogaba que no me pidiera ningún favor para poder acercarse y gracias a Dios eso no pasó.

****

Cenabamos muy temprano en el búnker, a eso de las diez de la noche cada uno estaba en sus respectivos cuartos y ahí se quedaban hasta la mañana siguiente. Algunos decidían dormir para poder descansar bien y otros simplementes se quedaban hablando con algún familiar o viendo televisión.

Por mi parte, yo me quedé viendo algunos videos en YouTube esperando que se hiciera la hora en la que habíamos pactado vernos con Paulo.

Alguien tocó la puerta de mi cuarto y pensando en que sería el anteriormente nombrado, me levanté acomodandome un poco la ropa. Al abrir la puerta me encontré con un Jorge Sampaoli cansado y pasó sin siquiera pedir permiso, pero conociendolo tampoco podía reprocharle nada sino se enojaria.

Se sentó en la punta de mi cama y yo lo imité, sentandome a unos metros de distancia.

— Venía para preguntarte si te sentís cómoda acá. —habló mirándome con seriedad.
— Sí, me encanta estar acá. —respondí con sinceridad.
— ¿Y los chicos? —preguntó nuevamente, apoyando una de sus manos con firmeza en el colchón.
— ¿Los chicos que?
— ¿Te llevas bien con ellos? —murmuró tocandose su pelo inexistente.
— Ah si, si. —dije nerviosa.
— ¿Te llevas bien con Dyb..

"¡Sampa! ¡Sampa!" Gritaron desde el pasillo, provocando que mi papá se fuera casi al instante. Gracias por tanto Dios, de ahora en adelante apruebo todo en agradecimiento.

Unos segundos más tarde, vi como Paulo se asomaba por el marco de la puerta y tocaba la misma que estaba abierta de par en par. Quiso entrar al cuarto pero lo frené.

— Acá no podemos. —dije mirándolo con angustia.

Él se quedó pensando durante unos segundos para después tironearme del brazo mientras decía "yo se dónde podemos".

Caminamos cautelosamente por el pasillo de las habitaciones para después caminar por todo el búnker hasta finalmente salir al exterior y él me llevó hasta las canchas que estaban a oscuras. Prendió la linterna de su celular e iluminó el camino.

Se sentó a un costado de una de las canchitas y palmeó el pasto en señal de que de yo hiciera lo mismo. Me senté a su lado y desbloquee mi iPad para poner la serie. Él se puso uno de mis auriculares y miró la pantalla prestandole atención.

Todo estaba bien hasta que los mosquitos me empezaron a picar e inevitablemente me rascaba las piernas.

— ¿Te pican? —preguntó.
— Un poco. —respondí quejosa rascandome.
— Toma.

Cuando me di la vuelta para mirarlo vi que se estaba sacando la remera de entrenamiento y me la puso sobre las piernas para que los mosquitos no molestarán tanto.

No puedo mentir, me quedé completamente atontada al verlo en cuero y me costó no demostrar que eso me había derretido. Él volvió a mirar la serie mientras reía al notar mi actitud de babosa y yo me reí con vergüenza.

Ambos estabamos cansados por habernos despertado tan temprano y sin querer queriendo mi cabeza se apoyó en su hombro, haciendo contacto con su piel desnuda. Alcé la vista y me encontré con sus ojos verdes que eran iluminados por la luz del aparato que tenía en mis manos.

Bronnitsy {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora