005

1.3K 128 9
                                    

Alaia
1 de Mayo del 2018
Barcelona, España

Después de unas cuantas horas de viaje en avión hasta Europa, habíamos llegado y tuvimos tiempo para descansar. Bueno, con "tuvimos" me refiero a solamente los chicos de la selección porque yo hasta ese momento no había tenido oportunidad de concretar algo de trabajo.

El martes primero de mayo, todos nos levantamos temprano y los chicos iniciaron su primer entrenamiento en suelo europeo. Yo como siempre, estaba sentada en un costado de las canchas y tomando nota de lo que podría llegar a preguntarles a los convocados en las notas que les haría pronto. Iban a ser preguntas que tenían que ver con lo profesional, por lo que no tenía que pensar en que preguntarle a cada uno metiendo lo personal.

— Hija, en un rato hacemos las notas ¿Sí? —anunció mi papá acercándose y yo asentí.
— ¿A quién? —pregunté para después tomar agua.
— Dybala. —respondió, a lo que yo casi escupo la bebida.
— ¿A qué hora? —pregunté tratando de disimular el nerviosismo.
— En un rato, yo te digo.

Segundos después mi papá se fue dejandome con los nervios de punta y comencé a mover mis piernas ¿Justo me tenía que tocar él? No teníamos una mala relación pero siempre había un clima bastante raro cuando nos juntabamos y eso me incomodaba un poco, para no decir bastante. Aunque podría ser peor, por lo menos no me tocó Tagliafico, por ahora.

Era la primera vez que deseaba que el tiempo se pasará lento, no quería que llegará la hora en la que tenía que entrevistarlo y eso era evidente. Revisé mil veces las preguntas que tenía escritas en mi cuaderno y taché unas cuantas, rayoneando las palabras con la tinta azul de la lapicera.

Por más que no quisiera, la hora de entrevistarlo llegó y papá se acercó hasta mi siendo acompañado por Dybala. Creí que me encontraría con un futbolista transpirado y desalineado pero no fue así, su pelo seguía perfectamente peinado y su rostro estaba sudado pero no demasiado.

— Bueno Paulo, ella te va a entrevistar. —habló Jorge dándole unas palmadas en la espalda a su aprendiz.— ¿Ves a ese pibe? Él te va a decir a dónde tienen que ir, dale.
— ¿Después vuelvo? —preguntó el ojiverde con cierta gracia.
— Sí, nene. Y ojito con mi nena. —le advirtió haciendo la típica seña de "ojito".
— ¡Papá! —grité haciéndolo reír.

Agarré mi cuaderno y mi mochila, colgandomela en los hombros mientras seguía al hombre que nos había señalado papá y era acompañada por el futbolista. Aquel hombre nos llevó hasta la entrada del predio, dónde me estaba esperando un camarógrafo y nos saludó a ambos.
Con el micrófono en mano y la cámara encendida, comencé a hacerle la nota.

— Paulo, comenzó la preparación para la copa del mundo. —dije para después acercarle el micrófono.
— Sí, estamos muy felices. Sabemos que bueno, estamos en la cuenta regresiva y falta ya poco así que concentrado en lo que viene en cada entrenamiento y dar todo porque se acerca una competición muy linda. —respondió un poco nervioso mirando para todos lados.
— El predio del Barcelona.. ¿Qué te parecieron las instalaciones? —pregunté después de haber mirado las preguntas en mi cuaderno.
— La verdad que muy lindo, nos encontramos con un campo de entrenamiento en optimas condiciones dónde se puede llevar a cabo lo que nos pide el entrenador de una forma muy linda, así que contento y disfrutando también de conocer este predio. —respondió rascandose la nuca y mirandome al terminar de hablar.
— Gracias Paulo. —dije sonriendole y cerrando mi cuaderno.
— ¿Ya está? —preguntó sorprendido, lo que me hizo reír y asentir con la cabeza.

Le agradecí al encargado de grabar todo eso y volví a las canchas en compañía de Paulo, quién caminaba en silencio con cierta timidez. A lo mejor lo de la entrevista lo había incomodado un poco o no sé, todos sabemos que él no es para nada tímido.

Mi papá nos vio llegar y observó con cierta mirada de sospecha a Paulo, lo que hizo reír al moreno. El anteriormente mencionado se fue corriendo hasta dónde estaban sus compañeros de selección y Jorge se acercó a mi mientras caminaba con una mano en su cintura, quería reirme pero se enojaria. Él no dijo nada, simplemente se acercó para buscar una botella de agua fría y se fue nuevamente con los chicos.

Quedé sola nuevamente, me tiré en el pastito porque eso me daba mucha paz y busqué los auriculares en mi mochila para conectarlos a mi celular. En ese momento, al aire libre y relajada escuchando música, me di cuenta de que aquel chico de ojos verdes me intrigaba. Apesar de que él fuera mega conocido en muchas partes del mundo, yo quería conocerlo un poco más y confirmar que era como me lo imaginaba.

La noche anterior había soñado con él, soñé que estabamos en el predio en plena medianoche y nos besabamos a oscuras. ¿Tanto deseaba compartir un momento así con ese chico?

Supongo que tenía algo que me gustaba, que me llamaba la atención. Nicolás Tagliafico me echaba el ojo y aunque yo quisiera esquivarlo, él siempre intentaba llegar a más conmigo y dudaba de si era simpático solo por eso.

— ¡Alaia! —gritó papá, provocando que me sacará los auriculares un poco atontada.
— ¿Qué? —respondí gritando de la misma forma.
— Llamala a tu mamá para contarle un poco, sabes que se preocupa cuando no estamos comunicados. —dijo alzando los hombros, a lo que yo asentí.

Busqué el contacto de mi mamá en el celular y al encontrarlo la llamé, escuchando como sonaba el típico "pi" hasta que ella finalmente atendió.

— ¡Mi vida! ¿Cómo están allá? —habló mamá.
— Bien ma, acostumbrandonos a Europa. —respondí mientras miraba a mi papá hablando con los chicos.
— Y.. ¿el chico?
— ¿Qué chico? —pregunté al instante.
— Tagliafico, hablaron de eso en la tele. —dijo haciéndome suspirar.
— Ah, nada. Quiere ser mi amigo. —dije no muy convecida de lo que estaba diciendo.— No me importa tener algo con él.
— Te gusta otro ¿no?
— No.. bueno, no sé. —respondí haciéndola reír mientras arrancaba pastito, si papá me veía hacer eso me mataba.— Es lindo, pero no sé nada de él.
— Y conocelo, dale charla. Que las actitudes de tu papá no te intimiden, hija. —aconsejó haciéndome pensar.

Podía intentar acercarme un poco más, conocerlo y ver como termina todo. A lo mejor podíamos ser grandes amigos o llevarnos bien, no me vendría nada mal una buena compañía durante el mundial.

Justo en el momento en el que yo dejé de mirar el pasto y levanté la vista, unos ojos verdes me miraron a la distancia. Sonrió de lado poniéndome nerviosa y lo miré de la misma forma para después apartar la vista de él. Ay Dios, que vergüenza.

Bronnitsy {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora