006

873 106 10
                                    

16 de Junio del 2018
Spartak Stadium
12:15 pm

Alaia Sampaoli

Nuestro primer encuentro con Islandia en el mundial había llegado, muchos creían que sería un rival fácil y eso nos hizo confiar mucho, demasiado. El Kun nos había hecho sentir seguros durante unos minutos, pero ese sentimiento de seguridad fue reemplazado por temor y finalmente el partido terminó igualado.

Estabamos un poco molestos porque podíamos haber tenido un resultado más favorable, pero quedaba aceptar lo que era.

Después de esperar a los chicos que estuvieron un rato largo en el vestuario, aparecieron ya cambiados con el equipo deportivo de nuestra selección y cargando sus respectivas mochilas en sus hombros.

Ellos subieron primeros al micro y después subimos los demás. En la ida hasta el estadio me había sentado en los asientos de adelante, pero esta vez estaban ocupados y me quedé completamente quieta en el pasillo mirando dónde sentarme. Justo en ese preciso momento apareció Nicolás Tagliafico.

— ¿Buscas a alguien? —preguntó con una sonrisa.

— Eh.. Busco un asiento, no sé dónde sentarme. —respondí sin notar su indirecta.

— Veni a sentarte conmigo. —dijo para después agarrarme de la mano, haciéndome caminar por el estrecho pasillo.

Bendito sea el Pipa que se hizo presente.

— Sentate conmigo Alai, te tengo que preguntar algo de tecnología. —pidió moviendo su mano, mostrando su celular.

Le hice una mueca de disculpas a Nicolás y él asintió después de haber bufado mirando a Gonzalo. Seguí a Higuaín por el pasillo hasta llegar a los últimos asientos en el fondo y él me señaló el asiento disponible. Estaba Paulo del lado de la ventanilla.

Quise quejarme de eso, pero quedaría mal con el ojiverde y esa no era mi idea. Así que no me quedó otra opción más que sentarme al lado de la persona que me ponía nerviosa.

Él me miró durante un milisegundo mientras me sentaba para después apartar la vista, supuse que no quería incomodarme.

Dejé mi mochila en el suelo y saqué mis auriculares, conectandolos a mi iPad. Abrí la aplicación de Netflix y fue ahí cuando escuché su voz.

— ¿Te vas a poner a ver Netflix y cortarme el rostro? —preguntó haciéndose el ofendido, provocando que se me escapará una risa.

— Si querés que hablemos, hablamos. —respondí sscandome los auriculares.

— ¿Qué hablar? Veamos esa serie juntos. —murmuró acomodandose en su asiento.

Por un momento creí que era un chiste, pero me di cuenta de que hablaba en serio cuando me quedé  mirandolo y él no dijo nada más.

Le acerqué uno de mis auriculares y él se lo puso en su oreja derecha, apoyando su cabeza comodamente en el respaldo del asiento. Le di play al capítulo tres de Between y traté de presar atención.

— ¿Qué tienen? ¿Un virus? —preguntó mirando la pantalla de mi iPad.

— Es como una infección, solamente es letal con las personas que tienen más de veintidós años. —respondí mirándolo, a lo que él asintió.

— Yo ya estaría re muerto. —dijo haciéndome reír.

— Yo también. —hablé, ganandome su atención y su mirada.— Tengo veintitrés.

— Pareces de menos, te juro. —comentó sorprendido.

Me puse colorada al instante e intenté no poner en evidencia eso poniendo una de mis manos en mi cara y volviendo a prestarle atención a la serie. Estuvimos unos minutos callados y sin comentar nada, hasta que al girarme me di cuenta de que Paulo se había quedado dormido.

Me reí al verlo con los labios entreabiertos y su entrecejo fruncido.

No tenía con quién hablar así que busqué mi celular para hablar con mi amiga, Romina, quién me preguntó cómo era estar con "los veintitrés futbolistas más lindos". Era bastante babosa con el tema futbolistas y siempre nos reíamos de eso con nuestro grupo de amigas.

Estaba mandando mensajes tranquilamente cuando sentí una mano en mi hombro, haciéndome sobresaltar en mi asiento del susto y me asusté aún más cuando al girarme vi que se trataba de mi papá.

— ¿Qué haces, Alaia? —preguntó mirando a Paulo.

— Nada, no había otro asiento. —respondí mintiendo.

Él no dijo nada, me miró con seriedad para después seguir caminando por el pasillo hasta los asientos de adelante.

Inevitablemente miré una vez más a Paulo, viendo cómo su cabeza estaba un poco inclinada hacía la derecha y en un movimiento del micro quedó apoyado en mi hombro izquierdo. Quise acomodarlo lentamente pero su cuerpo estaba haciendo peso en mi hombro y si lo movía mucho iba a despertarlo.

Algunas bromas empezaron a surgir en el micro, el Pipa gritó un "no te tenía así, loqui" y pensé en que lo mataría después. Él había empezado con todo esto, siempre era cómplice del cordobés.

Tardamos unos cuantos minutos en llegar al búnker y cuando finalmente estuvimos parados ahí, empecé a acomodar mis cosas en la mochila todavía con la cabeza de Paulo en mi hombro.

Tenía puesto mi auricular, así que me giré en su dirección e intenté sacar el auricular mientras me mantenía cerca de su rostro para poder ver bien cómo sacarlo.

Él se despertó y sus ojos verdes quedaron a unos pocos centímetros de los míos, dejandome ver cada detalle de los suyos mientras el corazón me latía descontrolado.

{Hace dos meses aproximadamente que no actualizaba esta historia, pero les tengo buenas noticias. Voy a empezar a actualizar más seguido, es una promesa (o no..)} 

Bronnitsy {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora