El hallazgo

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Era una mañana nublada aunque de clima agradable. Harry, Ron y Hermione salían en dirección a lago de Hogwarts con el fin de buscar plantas en las orillas para un trabajo que le entregarían a la profesora Sprout más tarde ese mismo día. Al llegar a la orilla se encontraron a Luna Lovegood, quien metida en el lago hacía ya la labor de recoger plantas acuáticas para su trabajo. Se había arremangado la falda y el agua le llegaba a las rodillas.

— Hola chicos — saludó Luna al verlos —, ¿Vienen por sus plantas para la maestra Sprout?

— Hola Luna. Así es — contestó Hermione por los tres —. Oye ¿No crees que te puedes enfermar por estar así dentro del agua?

— Mmm, no, no lo creo, miren — contestó la rubia muy segura sacando uno de sus pies del agua, mostrando que traía puestas medias de lana. Los chicos suspiraron tratando de aguantar la risa. No cabía duda de que Luna era una chica muy peculiar.

— Bueno Luna — dijo Harry —, estaremos aquí un rato, si necesitas ayuda nos avisas.

Luna asintió, y tarareando una canción que al parecer se había inventado en ese momento, continuó trabajando. Todos estaban tan distraídos, concentrados en clasificar plantas y etiquetándolas, que no se dieron cuenta de que Luna se había alejado de ellos, y trataba de arrancar una yerba de largos tallos que parecía atorada entre unas rocas. De repente, se escuchó un grito de horror y los tres amigos voltearon asustados hacia donde provino, y al no ver a Luna concluyeron que estaba en problemas. Ron y Harry saltaron al agua mientras Hermione los seguía desde la orilla. Pronto llegaron a donde estaba Luna encontrándola sentada en el agua, con cara de sorpresa y con los tallos de la planta que quería arrancar aún en la mano.

—¡Luna, Luna! — gritó Ron —, ¿Que te pasa, estás bien?

Luna no respondía, por lo que los chicos se asustaron más. Ron la tomó por los hombros y la sacudió esperando que reaccionara, obteniendo por respuesta que la rubia señalara hacia adelante con su mano libre.

— Ah-ah — decía balbuceando —, ahí... alguien...ahí...

Los chicos miraron hacia donde apuntaba Luna y Hermione no pudo reprimir un grito: Una mano sobresalía del agua, agarrada de los mismos tallos que Luna tenía aún sujetos. Harry fué el primero en reaccionar tomando el brazo que asomaba y lo levantó, sacando el cuerpo del dueño de la mano. Era un chico más o menos de su misma edad aunque se veía algo más corpulento y alto que ellos, de pelo castaño y tez moreno claro, usaba ropas de campamento rasgadas y sus brazos mostraban claras señales de lucha. Ron lo ayudó a cargarlo hasta la orilla mientras Hermione sacaba a Luna del agua y la hacía volver a la realidad.

— ¿Quién será? — preguntó Ron —, ¿estará vivo aún?

— A ver — dijo Hermione, acercándose al cuerpo con precaución. Puso sus dedos frente a la nariz del chico, y tras unos momentos comprobó que casi no respiraba.

— Necesita respiración artificial — dijo a los chicos — y también hay que tratarle las heridas, algunas siguen sangrando. Si no hacemos algo pronto morirá.

Tras decir esto se acercó al chico para darle respiración de boca a boca, pero Ron se lo impidió.

— Deja, yo lo hago — le dijo a la castaña —, papá nos enseñó esto alguna vez, espero recordar cómo era.

Tras decirle a Harry cómo sostenerlo Ron se acomodó para empezar a soplar, y cuando estaba a punto de hacerlo el chico tosió tan fuerte que arrojó toda el agua que tenía en los pulmones mojando a Ron. Luego vieron que el muchacho empezaba a reaccionar un poco e intentaba decir algo.

— Aaaahhhh... pad...pad-dre...o-olor...a...ma-mag-ia...—dijo el chico, y luego se desmayó.

— ¿Qué significará eso? — dijo Hermione intrigada. Al parecer se le había pasado el miedo.

— No lo sé — dijo Harry —, pero lo que sí sé es que si no lo curamos no podremos preguntarle.

— ¿ y qué hacemos? — preguntó Ron nervioso.

— Quizá... — empezó a decir Luna — ... Quizá Madame Pomfrey pueda... curarlo.

— Pe... pero...¡Es un muggle! — dijo Ron alterándose —. Se supone que los muggles no deben saber nada de Hogwarts y además...

— ¡Uuugghh! — se quejó el muchacho haciendo una mueca de dolor.

— Pues ni hablar, yo me arriesgo — dijo resuelto Harry. Los demás asintieron aunque Ron no estaba muy convencido. Luego intentaron hacer el conjuro de levitación pero vieron asombrados que no surtía ningún efecto. Tras intentarlo todos decidieron llevarlo cargando, pues no sabían qué tanto aguantaría con esas heridas.

Harry Potter y el muggle sabuesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora