Paseo por Hogwarts

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Después de haber charlado tanto con Rocky, los chicos decidieron que era hora de ir a dormir. A Luna le costaba cada vez más trabajo despedirse del joven, y en ésta ocasión lo hizo con un abrazo. A Ginny, al darse cuenta de eso, la picó la curiosidad, y no quiso quedarse con la duda, así que con discreción y cuidando que no la oyeran los demás le preguntó a Luna al oído.

— Oye Luna, ¿A ti te gusta Rocky, verdad?

— ¿Eh? — dijo la rubia, tomada por sorpresa — ¿A mí? Bu-bueno, yo...

— No lo niegues, se te nota — dijo Ginny presionándola un poco.

— Bueno... Yo... — decía Luna, desconcertada — ...n-no, no lo sé...creo... creo que... un poquito...

— ¡AJÁ! — dijo Ginny, llamando la atención de los demás.

— ¿Qué te pasa Ginevra? — preguntó Ron, molesto por lo escandalosa que era su hermana.

— Eeehhh... Nada, nada, recordé dónde había dejado, mi... mi libro de... de pociones. Sí eso es, mi libro — contestó la pelirroja.

— Aahh... — dijo Ron, poco convencido. Ginny guardó silencio por un momento, y luego volvió a hablar con Luna, en voz baja.

— ¿Y no le has dicho nada? — le preguntó a la rubia.

— Pueees... — contestó Luna, algo nerviosa —... No, creo que no.

— ¿Y qué demonios estás esperando mujer? — le dijo la pelirroja con desesperación.

— Es que, no tiene caso. Él se irá pronto, y no sé si lo volveré a ver... A lo mejor ya no lo veo nunca... — dijo Luna, mientras en sus ojos se empezaban a asomar las lágrimas.

— Mmm, ya veo... Y crees que a él, ¿Le gustes tú?

— ¿C-cómo dices? No hablas en serio, ¿verdad Ginny?

— Por supuesto que es en serio.

— B-bueno, pues... creo, creo que eso debes preguntárselo a él — dijo la rubia tajante, queriendo terminar la conversación.

— Mira Luna — le dijo Ginny —, creo que deberías decirle tus sentimientos a Rocky, independientemente de que se vaya o no. Por lo que he visto, me parece que no le eres indiferente, y no sería raro que hasta esperara la hora del día en que vas a verlo. Además, no soy la única que lo ha notado, recuerda que Dumbledore te pidió a ti que fueras la primera en acercarte a él, y nuestro director nunca dice las cosas por nada.

Luna se quedó pensativa. Lo que decía Ginny tenía mucho sentido, aunque viniese de alguien completamente influenciada por las revistas del corazón.

— Puede que tengas razón amiga —contestó—, per de cualquier forma, ¿Cómo se lo diría?

— Pues en una cita — dijo Ginny con sencillez —, no hay mejor manera de demostrar los sentimientos que decirlos cara a cara.

— Pero ¿cómo? — dijo luna con decepción —. Él no puede salir de donde está, Dumbledore y Pomfrey lo visitan seguido, y yo no puedo ir a verlo sin que me acompañen.

— Déjamelo todo a mí — le dijo resuelta la pelirroja —. Tendrás la cita de tus sueños con ese chico, o dejo de llamarme...

— ¡Ginny! — dijo Hermione de repente — ¿Se puede saber qué cosa se traen ustedes? No han dejado de cuchichear en todo el camino.

— Nada, amiga mía, nada — dijo Ginny disimulando —, no es nada... todavía...

Al día siguiente, durante un descanso de clases, Ginny ya había pensado en un plan, pero se dio cuenta de que iba a necesitar ayuda por si las cosas no marchaban bien, y tuvo que armarse de valor para pedírsela a la única persona que podía ayudarle, si es que podía convencerla.

Harry Potter y el muggle sabuesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora