Al día siguiente, Luna se despertó temprano, había decidido saltarse la primera clase para ir a ver al chico, y se puso a pensar cómo hacer que alguno de sus amigos la acompañara, para no faltar a su palabra que le había dado al director de no ir sola. Salió de la torre de Ravenclaw con esto en mente, e iba tan distraída que no se dio cuenta que Harry estaba parado frente a ella, y chocó con él.
— ¡Ouch, Harry, lo siento! — dijo Luna, tratando de no caerse.
— No importa Luna, estoy bien — dije Harry tranquilizándola —. ¿A dónde vas a estas horas? Tus clases ya comenzaron.
— Ah... Pues, verás... Yo, yo — titubeó Luna, no sabía qué decir. Finalmente se decidió por decirle la verdad —. Bueno, a decir verdad, no iba a clases. Quería ver cómo estaba el chico del lago, pero no puedo ir sola. ¿Me acompañarías, Harry?
— Eh... pues... yo... —dijo Harry indeciso. Tenía clase de pociones, y debía asistir porque sus calificaciones iban de mal en peor —. Está bien Luna, pero sólo unos minutos, tengo clase de pociones y no puedo faltar.
— Gracias amigo, te lo prometo, no tardaré.
Ambos comenzaron a caminar, charlando. Harry le contó a Luna lo que les había dicho Dumbledore sobre el muchacho, y le dijo cómo Ron y él lo habían trasladado, después de clases, a un ala solitaria del colegio, poniéndolo en una habitación confortable y alejada del bullicio y las miradas curiosas de los demás alumnos; además le dijo que debía ver a Madame Pomfrey, quien trenía algo para ella, y Luna por su parte le contó lo que le había pedido el director. Luna no daba crédito a lo que Harry le decía.
— Es que yo sé que no es malo — decía Luna —. No puedo creer que sea capaz de hacer daño a alguien.
— Yo tampoco lo hubiera creído — contestó Harry —, pero después de ver cómo trató a Ron, ya no sé qué pensar.
Por fin, llegaron a la enfermería, y se encontraron con Madame Pomfrey, quien le entregó a Luna una pequeña llave.
— Aquí tienes pequeña — dijo la enfermera —. El profesor Dumbledore me dijo que solo a ti te la entregara. Buena suerte y tengan cuidado.
Salieron de la enfermería, y Harry llevó a Luna hasta la habitación donde estaba el chico.
— Aquí es — dijo, después de recorrer un largo pasillo de la última ala de Hogwarts —. Por favor Luna no tardes. Yo te esperaré aquí, si pasa algo, grita, y entraré a apoyarte.
— Gracias Harry, eres muy buen amigo — dijo Luna, girando la llave en la cerradura y entrando a la habitación.
Luna se encontró en una gran estancia, muy bien amueblada y limpia, en cuyo fondo se veía un ventanal con rejas por fuera, que dejaba entrar mucha luz. Desde donde estaba podía ver parte del dosel de la cama, pero no se veía movimiento. Luna se acercó con cuidado, a pesar de que algo en su interior le decía que no tuviera miedo. Al llegar hasta la cama, vio con sorpresa que estaba vacía. "A lo mejor está en el baño", pensó con inocencia. De repente, escuchó una voz muy cerca de ella, a sus espaldas.
— Hola Luna.
Luna se sobresaltó, pero no volteó. Contrario a lo que pudiera pensarse, no tenía miedo, pero sí un poco de vergüenza, al pensar que el chico guapo estaba tras ella, y tal vez no estaba vestido.
— Ho-hola — contestó ella, nerviosa. El muchacho recordaba su nombre.
— Perdón, ¿te asusté? — preguntó el chico, poniendo una mano en el hombro de la rubia.
— N-no, que va — contestó Luna, más nerviosa aún —. Si yo sabía que estabas aquí.
— Ah bueno. A propósito, ¿Dónde es "aquí"?
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Harry Potter y el muggle sabueso
FanfictionLuna Lovegood encuentra a un chico casi muerto en el lago de Hogwarts. Ella y sus amigos logran salvarlo, y se dan cuenta de dos cosas; que es inmune a la magia y que puede ser un peligro para ellos y para todo el colegio. Sin embargo, la magia del...