Llegó el sábado. Los alumnos se preparaban para pasar el fin de semana fuera de la escuela, la gran mayoría se iría a Hogsmeade a divertirse, y sólo los chicos eran la excepción. No sabían qué hacer para que Rocky se divirtiera con ellos, hasta que recibieron un recado de la profesora McGonagall, quien quería verlos en su oficina.
— Gracias por venir jovencitos — los recibió la profesora —. Los llamé para decirles una noticia importante. He recibido carta del profesor Dumbledore, diciéndome que está muy cerca de localizar a los familiares del chico muggle. ¿Qué les parece?
Los chicos recibieron la noticia como balde de agua helada. Luna estaba a punto de soltar el llanto.
— ¿Cómo, no se alegran? — dijo McGonagall, extrañada —. Pensé que se pondrían contentos de que ya no haya que cuidar del chico muggle.
— Es que... maestra... — comenzó a decir Hermione —, nosotros... Le hemos tomado mucho aprecio a ese chico... Hasta nos deja llamarlo Rocky...
— ¿Cómo dice señorita Granger? — dijo la profesora, sin dar crédito a lo que oía —. No, no, eso es inconcebible, él es un sabueso, y nosotros los magos no podemos...
La maestra calló de repente. Los miró a todos, en especial a Luna; quien se veía realmente triste. Finalmente, suspiró y tomó una decisión.
— Bueno chicos — comenzó —. Ya que está cerca el momento de que ese chico... eh Rocky... tenga que dejarnos, les propondré algo: Tienen mi permiso de salir con él a Hogsmeade, y que se diviertan juntos durante el fin de semana, siempre y cuando no se separen de él, y no se metan en problemas. Si alguien les pregunta, díganle que es un sobrino mío que viene de visita, y que les pedí a ustedes que lo llevaran a conocer los alrededores. Y no quiero que regresen después de la puesta del sol ¿De acuerdo?
Los chicos no cabían en sí de alegría. Al menos por dos días Rocky la pasaría de lo mejor, y quién sabe... Quizá Luna se animaría a abrirle su corazón...
Luna y Ginny se preocuparon un poco, pues pensaban que de encontrarse con Malfoy, habría otra vez problemas, pero los demás las tranquilizaron. Hermione sacó el pergamino que habían recuperado de Malfoy, y se lo leyeron a la rubia y a la pelirroja:
Draco:
En respuesta a tu carta de esta mañana, te diré que no puedo ayudarte. Ese chico del que me hablas tiene la facha de ser de esa raza "especial" que alguna vez tu madre y yo te contamos, y que seguramente no recuerdas. Por lo que sólo te diré una cosa: Aléjate de ese chico, y si puedes disculparte con él hazlo. Te conozco hijo, sé que es demasiado pedir, así que con que no te le acerques es más que suficiente. Yo sé por qué te lo digo, así que no me discutas. No quiero tener nada que ver con los que son como él, y tampoco que tú lo tengas. No digas a nadie que te le acercaste, sobre todo a nuestras amistades.
Tu padre, Lucius Malfoy.
— La letra está muy temblorosa — comentó Hermione —, y siendo del padre de Malfoy sé que es un disparate, pero se diría que escribió esto con miedo.
— Tal vez — dijo Harry —, pero mientras Malfoy le haga caso, nosotros estaremos tranquilos.
Y así, todos se prepararon para la salida, y le llevaron a Rocky un abrigo y guantes para ir al pueblo. El sabueso recibió la noticia con alegría, más aún porque Luna le dijo que no se le separaría ni un instante, a menos que tuviera que ir al baño.
Ya en el pueblo, Rocky veía todo con asombro, y no se incomodaba de ver a los demás magos haciendo uso de la magia, sino que se entretenía diciéndoles a los chicos los olores que le llegaban.
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Harry Potter y el muggle sabueso
FanfictionLuna Lovegood encuentra a un chico casi muerto en el lago de Hogwarts. Ella y sus amigos logran salvarlo, y se dan cuenta de dos cosas; que es inmune a la magia y que puede ser un peligro para ellos y para todo el colegio. Sin embargo, la magia del...