Capítulo 8: Malas noticias

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POV Shana

Como me dijo, Leliana llegó enseguida y me comunicó la mala noticia.

-Lo siento mucho Shana – dijo ella con pesar – pero no hay rastro de tu hermana ni de la Guardiana. Cuando mis espías llegaron al Círculo de Ostwick, la torre estaba desierta y...

-¿Y? – pregunté ansiosa.

-Y había señales de lucha, sangre y el interior destrozado – finalizó – Tampoco hemos sido capaces de localizar a tus lobos...Si lo deseas, puedo hacer unos arreglos para honrarlos a todos.

Mi visión se desenfocó y tuve que aferrarme a la silla que había a mi lado. Mi mundo acababa de ser destruido sin que yo pudiera hacer nada. Simplemente me quedé paralizada mientras mi mente trabajaba en miles de respuestas distintas a la muerte del porqué Rouse o la Guardiana no estaban allí.

-Puedes... – carraspeé – ¿Puedes dejarme sola? Por favor. Y no dejes que nadie suba hasta que yo lo permita.

-Como quieras. Si necesitas algo, lo que sea...solo pídelo.

Acto seguido, se marchó escaleras abajo, dejándome más sola que nunca. Me tumbé en mi cama, todavía procesando todo aquello, y no me levanté hasta el Hacedor sabe cuando. En mi trance lo único que hacía era dormir, tener una pesadilla, despertarme entre llantos y gritos y volver a repetirlo todo en bucle. En medio de esto, dejé la cajita de música encima de la mesita que tenía al lado y, sin querer, la tiré al suelo cuando me levanté bruscamente de una de mis pesadillas. La música empezó a sonar y me invadieron los recuerdos. Lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas sin cesar, apenas podía ver lo que tenía delante. Me volví a acurrucar en mi cama.


*Días más tarde*

Cuando logré salir de la cama, me bañé y me puse ropa cómoda. Hacía días que no salía de mi cuarto pero nadie se atrevió a venir a visitarme – lo cual agradecí profundamente – así que supuse que estarían llenos de expectación por verme. No obstante, era demasiado temprano para que nadie estuviese en guardia, por lo que aproveché ese momento para ejercitarme un poco y poder despejar la mente. Cogí un par de manzanas que había en una de las mesas del comedor y, una vez hube terminado con ellas, comencé a recorrer a paso lento toda la muralla, de un extremo a otro, hasta que terminé corriendo como si mi vida dependiera de ello. Cuando me cansé de correr, bajé al patio de entrenamiento donde los soldados usualmente practicaban con las armas. Quería usar la magia pero temía que, en mi estado, pudiera salirme de control y terminar destrozando el lugar, por lo que cogí una espada larga y afilada, una de mis favoritas, e inicié una serie de estocadas rápidas y fuertes contra el primer muñeco de paja que encontré, aunque en realidad lo único que logré fue descargar toda mi rabia y furia contra este. Igualmente quería seguir con ello hasta que todo mi cuerpo gritara.


POV Cullen

Como acostumbraba cada mañana, no duré mucho en mi cama. Mucho antes de que el sol saliera, yo ya estaba revisando las rondas y vigilando que todo estuviera en orden. Hacía más de una semana que Shana se había encerrado en su cuarto. Leliana no quiso decirnos el motivo de aquello pero por su expresión se podía deducir que era algo bastante grave. Decidí que lo mejor sería dejarle espacio y mantenernos alejados. Estaba seguro de que ella no quería que la viéramos en ese estado, o que siquiera supiéramos cual era. Bajé de las almenas, para entrenarme un poco antes de que los reclutas invadiesen aquel sitio y quisieran pelear contra mí. Para mi sorpresa, divisé la figura de alguien a lo lejos que estaba ensañándose con uno de los maniquíes que usábamos. Conforme iba acercándome, reconocí su figura inconfundible y su larga cabellera atada en una cola de caballo. No podía dar crédito a lo que veía y me quede allí parado, debatiendo si debía o no acercarme a ella. Sintiéndose observada, giró su cabeza y nuestras miradas se cruzaron. En un instante, ella estaba aproximándose cada vez más hasta que nos separaban poco metros.

-Cullen – saludó – No esperaba encontrarme aún con nadie.

-Bueno, hace años que no consigo dormir demasiado por las noches, por lo que suelo salir temprano a revisar algunas cosas y entrenar – contesté

Sus ojos trasmitían una profunda tristeza y sus ojeras delataban las pocas horas de descanso que había podido disfrutar.

-¿Estás bien? – pregunté de forma abrupta.

Ella parecía sorprendida de que lo notara, como si se hubiera construido una fachada que, de pronto, alguien había echado abajo. No contestó

-Lo siento, no pretendía...

-Han muerto – susurró

Lentamente, una idea empezó a tomar forma en mi cabeza. Todos esos días en su cuarto, las escasas horas de sueño, el comentario...No podía ser verdad.

-¿Cómo lo sabes?

-Leliana – respondió simplemente

Todas las piezas del puzzle encajaron a la perfección tan pronto como lo dijo. Ella inició su camino de vuelta al castillo. No podía dejar que se marchara de aquella forma, así que la atrapé por el brazo.

-Shana, sé que tan duro puede resultar esto para ti ahora mismo, pero no estás sola. Si necesitas ayuda, pídela. Eso no te hace débil – le aseguré

Sin girar la cabeza, asintió y la dejé ir. Esperaba que mis palabras tuviesen algún tipo de efecto mas solo tenía la sensación de que no era ella, que se había perdido una parte para siempre. Sabía lo que significaba su hermana y como el hecho de salvarla era una de las razones que la hacían quedarse con nosotros. Me encaminé a mi oficina de nuevo: si bien no podía traer a la vida a su hermana, si podíamos recoger algunos restos y darle sepultura aquí, para que la visitara cuando ella quisiera.

Gracias al HacedorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora