Cap 23.: Impaciencia y algo más

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+++Danny+++

Hace una hora Víctor se fue en busca de respuestas. No sé nada de él. ¿Estoy preocupado? Si. ¿Estoy enfadado? Si. ¿Puedo hacer algo? Si. ¿Lo voy a hacer? No.

No porque no quiera. No hago nada porque no quiero dejar sola a Ángela. Esta pequeña se ha convertido en mi prioridad número uno. Conozco desde hace mucho tiempo a Víctor. Sé que él se puede cuidar solo perfectamente. Mi hija no. Ya perdí a su madre por dejarla sola. No voy a dejar que ella corra la misma suerte.

Estaba impaciente. No hacía más que mirar la puerta o la ventana. Estaba nervioso. Cualquier error en lo que hiciera Víctor repercutiría en mi. Y no estoy preparado para meterme en problemas con los arcángeles menos ahora que David sabe de la existencia de Ángela.

Un suave llanto me saco de mis cavilaciones y me dirigí a mi habitación donde estaba la cuna de mi hija. Me asome y la vi. Con los puños cerrados mientras hacía tiernos pucheros. La acaricie la cara admirando lo guapa que era y la cogí en brazos. Ella seguía llorando un poco, la arrullaba y la hablaba para que se tranquilizase pero no se calmaba.

La miré el pañal por si se lo tenía que cambiar pero estaba limpio. Y hambre no podía tener porque había comido hace menos de media hora. Me senté en el sofá y la tumbe sobre mi pecho desnudo. Estuve acariciándola la espalda y dándola besos en la cabeza durante un largo rato, mientras ella oía el latido de mi corazón se tranquilizaba poco a poco.

Supongo que ella también notaba el nerviosismo en el aire y eso la inquietaba. Estaba acostumbrada a dormirse oyendo la voz o la risa de Víctor. El llenaba la casa de ruido y armonía. Al faltar en la casa era más tranquila y silenciosa y mi pequeña no estaba acostumbrada a eso. Echaba de menos al tito Víctor.

+++David+++

Después de despedirme de Danny y de mi sobrina, me dirigí hacia casa. Hoy teníamos el día libre todos. Con todo lo que habíamos pasado con la desaparición de Raquel, habíamos decidido que íbamos a descansar al menos un día a la semana, cosa que antes no hacíamos.

Llegué a casa de Andrea, que era donde vivía ahora. Ella es la luz que alegra mi mañana, es la razón por la cual me levanto todos los días, es la princesa de mi cuento de hadas por muy cursi que suene. Es la mujer de mi vida.

-Andrea, ya estoy en casa. –dije de buen humor mientras dejaba la chaqueta en el recibidor.

-Estoy en la cocina con los chicos.-contestó gritando. Esto era costumbre, los días de descanso nos juntábamos todos los que trabajábamos en el bar para descansar, reírnos e intentar despejarnos un poco de todo el estrés vivido.

Cuando llegue a la cocina, el olor a pizza inundo mis fosas nasales. Olía delicioso, a si que supuse que Carlos estaba cocinando para nosotros. Este chico cocinaba de lujo, mientras que Adrian preparaba las mejores bebidas del país.

-Hola, peque. –Me saludo de forma cariñosa Andrea, después de depositar un suave beso en mi boca

-Hola, princesa. Hola chicos.-dije saludando a los otros mientras estos nos miraban con cariño.

Angel de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora