Capítulo XXIII : Recta Final Parte 1

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Milo se encontraba en el cuarto de armas privado.  Nadie sabía de la existencia de este, solamente Dohko, quien por obviedad también tenía uno.

— ¿Qué crees que vas a hacer? — preguntó al ver a Milo poniendo armas de todo tipo sobre una mesa del lugar.

Después de que este saliera corriendo en el bosque, Dohko lo siguió y lo encontro sentado junto al cuerpo de Camus.

— ¿Cómo me preguntas eso? — gritó en ira. — Voy a terminar con esto.

— No te das  cuenta de lo que dices — dijo deteniéndolo en la puerta — No es el momento,  entiende. 

— ¿Qué no es el momento? — su rostro estába fruncido y lleno confusión — ese maldito tiene la culpa de todo, Suikyō, Shion y ahora Camus, jamás le perdonaré eso. ¿ Tú si lo harás? — bramó — pasarás por alto todo lo que ha hecho sufrir a Shion — no contestó — porque yo no. Por él Camus esta tirado en una cama, con cuidados de urgencia, maldita sea.

— ¡Escúchame! — vociferó Dohko tomándolo de los hombros — Camus está en una cama muy herido, ¿y qué harás? — preguntó señalando hacía la puerta — Él estaba dispuesto a dar su vida por tí, permitió que arrancarán lo que lo hacía fuerte, solo por tí, y ahora tu lo dejarás para morir como sin nada? —

Milo lo miró desesperado, Dohko tenía razón,  Camus se sacrificó por él.  Sus alas fueron separadas de su cuerpo, dejándolo en un estado muy deplorable.  Y ahora él se iría, lo dejaría sólo y probablemente moriría en el intento de matar a Thanatos. 

Dejó caer la bolsa que llevaba — ¿Y? ¿Qué hago hermano? — dijo con un nudo en la garganta — N-no puedo verlo así .

— Hey — Dohko se acercó — mataremos a ese maldito, pero solo espera un poco y yo iré contigo — sonrió para darle tranquilidad aún cuándo él también estaba desesperado — debemos tener un plan o será un sacrificio.

*****

48 horas después.

Shion se encontraba sentado en una silla contigua a la cama de Camus.

—¿Cómo sigue? — preguntó Milo.

— Están cicatrizando, al menos — indicó sin nada de ánimo — aún así solo podemos esperar. 

Milo asintió y se acercó, sentándose en la cama. 
Dohko le hizo señales al tibetano para que saliera, obedeciendo de inmediato.

Milo tomó la mano de Cam quien tenía todo el tronco vendado. El rubio lo miró con nostalgia, nadie tenía idea de lo que sentía al ver a Camus en ese estado.

— ¿Sabes? — sollozó tocando algunos cabellos rojos.  Milo estaba arrepentido por haber perdido el tiempo en un enojo, quizá fundamentado, pero cuándo se ama a alguien ¿no se supone que se puede perdonar?.  —Mi mundo es pequeño Cam, pero tú eres el único que está en él.—  sin embargo, ahora quizá era demasiado tarde para decirle las cosas.
Las lágrimas de Milo brotaron de poco — Vuelve, necesito de tí, necesito tu esencia.  Por favor — su frente se colocó en la mano del galo a la vez que sus lágrimas se perdían en las sábanas.

Unos segundos pasaron, en donde solo se escuchaba el llanto perdido del rubio. 

— Perdóname Cam —. 

— M-milo — susurró con mucho costo.  El mencionado no se había enterado de que su amado había abierto sus ojos — M-milo. — Levantó su rostro dejando ver lo rojo que estaba.  Camus sonrió un poquito

— Amor — lo abrazó fuerte causando las quejas del herido — Oh!  Lo siento, lo siento.  Es sólo que me hace inmensamente felíz tenerte de nuevo.  —

En Tiempos De DivergenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora