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No hubo luces de su mejor amigo en los tres días siguientes. Decidió que continuaría con su vida normal no importa cuanto le costase, pero no pudo imaginar que sería tan, tan complicado de hacer.

El departamento se sentía vacío como la mierda porque obviamente YoonGi no estaba ahí y eso era un poco difícil de asimilar. Nunca le había fallado, incluso cuando cumplió los dieciocho y nadie de la familia de Jin ni de sus amigos se acordó de él. YoonGi fue el único que le dio su feliz cumpleaños y un regalo, aunque sólo fueran cervezas fue un buen cumpleaños.

Recogió las cosas desperdigadas por todo el lugar, la ropa sucia y la echó en la lavadora.

Ese día sábado limpió los muebles de el departamento, tenían una espesa capa de polvo. Incluso parecía que estaban creciéndole plantitas a ellos en la superficie. Con la música a todo volumen, Jin no sintió nada de soledad. Ordenó los discos de música de la pared, una colección bastante grande de clásicos coreanos, musica nativa y hip hop pesado que les gustaba a ambos. Encontró discos americanos de los que no tenia idea.

Ordenó los libros decorativos, también, el mini-bar que tenía un par de botellas de ron y sólo eso. Trapeo el piso, limpió la alfombra y la mesita de centro. La tv y los cojines del sofá. Se sorprendió de la cantidad de cosas que encontró entre toda la mierda. El departamento necesitaba un orden urgente, y él tenia tiempo.

Luego ordenó el baño, limpio el retrete, la tina, incluso lavó la cortina de baño. El mueblecito colgado de la pared fue algo mas complicado por la cantidad de basura que había ahí. Hojas de afeitar, dos latas vacías de espuma en spray, un tubo de lubricante vacío. También encontró dos cajas de condones, eso le pareció curioso y tomó una para guardarla en su bolsillo. Encontró también aceite lubricante, aceite de masajes y se preguntó cuál era el limite del morbo de YoonGi. Limpió el espejo y trapeo el piso. El baño nunca había estado tan reluciente.

Después limpió la cocina pero ahí no hubo mucho que hacer. La alacena estaba llena, el frigorífico también y miró con gusto que habían varios postres que se veían deliciosos, los que probaría mas tarde, era seguro. Lavó un par de cuchillas sucias y nada más. Todo estaba en perfecto orden.

Después limpio su cuarto y ello tomó su buen par de horas. Lavó ropa que no sabia que tenía, encontró zapatillas de su juventud y su libreta de canciones de cuando era un joven pre-puberto lleno de granos y gordito. En esos tiempos tenia cero fama con las chicas. Ni siquiera YoonGi se hubiera fijado en él. Ordenó su escritorio. En fin, de su cuarto sacó dos bolsas de basura, una de ella era de puros papeles higiénicos.

Lo único que quedaba en la casa era una cosa.

Se asomó por la puerta de la habitación de YoonGi y lo encontró todo ordenado y todo limpio. Tragó duro. Sus pies picaban por ir a recorrer cada centímetro de la habitación pero eso sería violar una de las reglas mas delicadas de el departamento.

Miró por sobre su hombro. Todo relucía. No había nadie mas que él y el sonido de la radio. Tragó duro. Dio un paso al frente y se aventuró en ese cuarto.

Algo en el escritorio llamó su atención e instintivamente fue a él sin poder detener sus pies. Era una libreta muy barata, incluso el papel era barato. Jin la abrió. Definitivamente ese no era su cuaderno de apuntes.

Eran poemas escritos en prosa, tenían dibujos tenebrosos de fondo y así eran la mayoría de las paginas. Algunos eran olumasr rotas, pies sangrando, lapices rotos, pelo cortado o corazones rotos. Jin nisiquiera sabia de esa habilidad en YoonGi.

—¿Se te perdió algo?. —Escuchó una voz ronca y un fuerte escalosfrio recorrió su espalda. Miró a la entrada, allí estaba YoonGi con los ojos rojos y lágrimas recorriendole el mentón. Tragó duro.

RoomatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora