❀ | PRÓLOGO

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Los finos golpeteos de unos tacones repiqueteaban en el corredor que tomaba dirección hacia la sala de recepción. Marcaban un paso seguro pero suave muy propios de la dueña de aquella sinfonía.

Agarrándose suavemente de su mano, caminaba con ella una pequeña niña sonriendo con cada metro que avanzaban sus delicados y torpes pasos.

Al llegar a la puerta, se pudo ver a un soldado a quien se le podía reconocer que estaba a finales de los treinta. El oficial de ojos verdes y cabello oscuro ofreció su brazo a la mujer, y al momento, sintió un pequeño tirón de su manga del uniforme.

La mujer le concedió el permiso con la mirada y acto seguido, el oficial tomó la mano de la pequeña conduciéndola hacia la entrada, no sin antes depositar un suave beso sobre el dorso de su mano dándole una sincera sonrisa.

Aspen Leger tenía una debilidad por los niños y no le costaba aceptarlo.

Una mata pelirroja salió corriendo en dirección a la mujer que acababa de entrar notando ligeramente el comportamiento de su acompañante, casi se abalanzó sobre la fémina de ojos rasgados y al compás sonaron las melodiosas risas de ambas.

—Bienvenida de vuelta, Elise.—susurró la reina.

Elise Whisks había formado un gran lazo con la familia real, para la sorpresa de muchos, a pesar de haber formado parte de la misma Selección que había unido al rey Maxon con America Singer. La máxima autoridad de Illéa también recibió con calidez a su amiga, sonriendo plácidamente aunque manteniendo más compostura que su esposa.

—América estaba desesperada, lleva días revoloteando de aquí allá. ¡Dile que se detenga! —comentó Maxon divertido, recibiendo un pequeño golpe de América.

—Oh, majestad. Ya habíamos concluido el torbellino que es América, temo que no puedo hacer nada.

El rey chasqueó la lengua recordándole que era totalmente ridículo usar formalidades con el, reiterando las experiencias que vivieron juntos.

La pequeña no captaba nada de la situación, seguía aferrada al brazo del oficial Leger mientras su madre platicaba con los reyes, pasando su mirada por los muros de aquel excepcional salón con ojos maravillados.

Su curiosidad saltó cuando vio a otra  chica algo mayor que ella, a su lado un chico rubio que aparentaba ser su hermano tomaba su brazo en espera de algo. Sus posturas eran de lo más tiesas y el chico parecía aburrido y perdía su seriedad de vez en cuando siendo reprendido por la pelinegra a su lado.

Esto le pareció demasiado cómico a la chiquilla llevándola a desternillar una risa.

—¿De que te ríes? —soltó una voz igual de minúscula.

Delante de ella, se encontraba ahora un niño de más o menos su edad según su mente le dejaba suponer.

Cargaba su ceño fruncido junto con su boca ligeramente torcida, cruzando sus brazos y con un pie delante del otro. Un solo mechón rubio de su corto cabello se rebele a por su frente, y sus ojos color océano indicaban confusión. Parecía enfadado, como si estuviera haciendo pucheros. Lo que hizo a la joven mujer soltar otra risa.

NEVERLAND ✧ KADEN SCHREAVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora