i. Una nueva ¿selección?

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❝ I don't wanna hear your reasons, baby
We all want the same thing ❞.

NUEVE AÑOS DESPUÉS

Los galopes de dos caballos resonaban ante los oídos de los trabajadores del establo que estaba próximo a los jardines que el gran palacio de Illéa poseía a sus alrededores.

Aquella mañana de Julio era curiosa. Usualmente en Ángeles por aquel mes no era nada más que un bochornoso calor acompañando de ventiscas milagrosas que ayudaban a los habitantes a sobrevivir a lo largo del día. Pero esta vez, raramente el cielo se encontraba algo opaco y la temperatura parecía no querer aumentar. Cosa que le pareció perfecta a dos jóvenes que ansiaban salir a competir.

—¡QUE NI SE TE OCURRA TOMAR EL ATAJO, QUERIDA ALIX! —una voz masculina resonó, algo agitada.

—¡Demasiado tarde! —respondió la melódica voz de la mencionada, algo divertida ante la frustración de su amigo.

Los trotes de los caballos parecieron tomar una velocidad mayor cuando las palabras se apagaron.

El rubio cabello del muchacho se podía distinguir entre las paredes de plantas que se alzaban dando lugar al laberinto real.

Los trabajadores del castillo carecían de habilidad para reconocer aquella silueta a la distancia pero cuando se vislumbró una melena castaña agitándose con el viento supieron en seguida que se trataba del príncipe Kaden haciendo todo lo posible por vencer Lady Alix, como era costumbre.

Con una habilidad impresionante, Alix se había bajado de su fiel compañero sin siquiera detenerse del todo, nuevamente riéndose en la cara del príncipe quien apenas conseguía respirar.

—Trece de pilón, su alteza real. Te juro que si me pides tregua te dejo ganar una carrera —exclamó divertida.

—¡Porque tomaste el atajo! Ese era mi plan y lo arruinaste —respondió Kaden, algo indignado.

—Tanto en la guerra como en el amor se vale de todo, y esta batalla no la iba a perder, Kads —Alix contraatacó, dejando más risas de por medio.

Ese comentario hizo que Kaden se sonrojara un poco, el muchacho no sabía si era por que la palabra "amor" iba en su oración, o si era el simple bochorno que tenía por haber perdido contra Alix, por treceava vez.

Se convenció de que era el segundo motivo y soltó un bufido que extrañamente su yegua imitó, haciendo que una carcajada saliera de la castaña.

—Bueno, alteza, parece que Zallye y tú nos tienen un poco de envidia, así que ¿te parece ir dentro a que se te pase el enojo con un par de galletas? —propuso Alix.

No espero respuesta y dio a su caballo, Canace, al encargado del establo y comenzó a deambular hacia la entrada al palacio. Haciendo que Kaden gruñera, y se apresurara para alcanzar a su mejor amiga.

—¿Cómo es posible que si yo te enseñe a montar, seas ahora posiblemente la mejor jinete que todo Illéa tenga?

—Tranquilo majestad —se mofó Alix— Te recuerdo, que el verdadero maestro fue tu padre, y tú nada más me enseñaste a perder el miedo.

—Quisiera tomar ese mérito completamente.—exclamó Kaden.

Al doblar la esquina después de subir unas extensas escaleras que la morena siempre había visto innecesarias, entraron a lo que era el estudio privado del joven príncipe.

—¡Ja! ¿Escuchó eso, señor motitas?—se dirigió la chica a un peluche de perrito, que tenía su amigo en uno de los muchos espacios en su nuevo librero, lo tomó y abrazó con fuerza— Quiere creer que nada es posible sin su ayuda.

NEVERLAND ✧ KADEN SCHREAVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora