Recuerdos II (Blaine)

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¡Holaaaaaa! Espero el capítulo anterior les haya gustado, aquí les dejo el segundo que son los Recuerdos por Blaine.

Gracias por sus comentarios, los favoritos y los follows. ¡MUCHAS GRACIAS!. Ahora si

¡Disfruten la lectura!

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El morocho cerró la puerta del departamento, sintiendo como sus lágrimas caían por sus mejillas. Bajó las escaleras con la mirada gacha, hasta llegar al recibidor donde lo esperaba Jeff. El rubio hizo un puchero al verlo y se apresuró a abrazarlo con fuerzas.

- Estará bien. Es fuerte. – Blaine asintió con la cabeza y lo ayudó a meter las maletas al auto de su amigo donde lo esperaba Nick. Los otros dos estaban detrás del auto de Jeff, en el coche de Sam.

Blaine se dio vuelta, y subió su mirada al último piso con nostalgia, donde su ángel debería estar durmiendo en ese momento. Soltó un leve sollozo y abrió la puerta, haciendo subir a Margaret, antes de sentarse él.

Jeff tomó le asiento de conductor, y miró a Blaine con los ojos llorosos. El morocho asintió, y Jeff puso en marcha el auto. Blaine vio por la ventana como el lugar donde había sido feliz junto a la persona que amaba se alejaba lentamente de él. Se llevó una mano al pecho, y envolvió con delicadeza la sortija que había pertenecido a la abuela y la madre de Kurt, y que aún llevaba colgada de una cadena.

Cerró los ojos y recordó las últimas palabras que había escrito el menor en la carta que le había mandado cuando estaban separados.

"Es una prueba de que no importa que suceda, nunca dejaré de amarte como lo hago hoy.

Te extrañaré, te amo."

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El vuelo había pasado de manera bastante tranquila y sin incidentes. En cuanto estuvieron subidos a los taxis, no pudieron quitarse la excitación de por fin estar en el lugar que habían soñado durante tanto tiempo. Sus ojos no alcanzaban a ver todo, y se movían de un lado hacía otro sin parar.

Bajaron todos juntos en el mismo edificio. Para horror de Blaine, Thad y Wes, todos habían conseguido alquilar departamentos en el mismo lugar. Se dirigieron a sus respectivos pisos para empezar a desempacar y acomodar las cosas, prometiendo que a la noche se reunirían en el recibidor para ir recorrer los alrededores y tomar unos tragos a un bar.

Blaine entró a su departamento nuevo y soltó un suspiro al ver lo espacioso que era. No tanto como el de Ohio, pero si lo bastante grande como para que vivieran dos personas. Dejó las maletas en el suelo y comenzó a recorrer el lugar.

Unas horas después, luego de haber desempaquetado y limpiado todo, se paró finalmente a descansar. Y fue en ese momento en que lo golpeó.

Estaba solo.

Su ángel no iba a estar con él al despertar, no iba a prepararle el desayuno, no iba a pasar tiempo escuchándolo hablar de moda, no iban a leer juntos, no iban a dormir en la misma cama, no iban a tocarse, a besarse, a sonreírse, y mucho menos a mirarse a los ojos.

Kurt no estaba.

Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas sin poder contenerlas. Iba a estar un año sin poder tocar su cuerpo, sin poder sentir el éxtasis junto a él, sin poder sentir el amor que el castaño desataba sobre él con cada sonrisa.

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