Capítulo 4.

152 8 1
                                    

Habíamos conseguido encontrar una zona algo apartada del follón de la música en la que poder sentarnos tranquilamente, Roow estaba ansiosa por saber mi historia.

-Antes de nada, ¿te has vuelto a pedir bacardi? –Preguntó.

-No, vodka con lima. –Bebí un trago. –Delicioso.

-Bueno, ahora sí, cuéntame. –Se inquietó.

-Será mejor la opción resumida: mi novio se hizo famoso, se fue de la ciudad y no volví a saber nada de él.

-Espera, espera, espera, ¿QUÉ TU NOVIO SE HIZO FAMOSO? -Gritó.

-¡Baja la voz! –Todo el mundo nos miraba.

-Lo siento, pero es que es un bombazo, ¿y quién es? –Curioseó.

-Forma parte de un grupo de música, es cantante. Y prefiero no decirte más, es que, cuando la gente se entera de quién es, suelen intentar sacar provecho de estar a mi lado y, bueno, eso duele. –Sonreí algo forzadamente.

-Lo siento nena, era simple curiosidad, yo no te haría eso. –Sonrió.

-Lo sé, es solo que me siento más cómoda si no sabes quién es. Bueno, el caso es que se fue de gira, no supe nada de él, le llamaba una y otra vez pero nunca me cogía el teléfono, de un día para otro desapareció de mi vida para entrar en la de miles de tías.

-Lo siento, nena.

-No te preocupes, total, esto solo fue hace tres años. –Sonreí con nostalgia. –Me acuerdo todo lo que le animé a que luchase por su sueño, maldita la hora en que lo hice… Quizá, si no lo hubiese hecho, el siguiese formando parte de mi vida, ¿quién sabe?

Antes de que Roow hablase, seguí contándole parte de mi historia.

-Hubo una vez que volvió a casa y el pueblo entero se revolucionó, todo el mundo se volvió loco con la gran vuelta a casa del chico famoso. Yo aún tenía una esperanza de que viniese corriendo a buscarme, así que esperé, esperé y esperé, día tras día, a que llamase al timbre de mi casa y me dijese todo lo que me había echado de menos y que me besase…. Pero ese día no llegó y, cuando quise darme cuenta, él había vuelto a Londres a preparar su próximo disco y yo ni le había visto.

Noté que Roow no sabía qué decirme, así que intenté cambiar de tema.

-Cuando se fue, yo tenía 15 años, cuando volvió, tenía 16 y ahora tengo 19. En noviembre hago 20 años, han pasado 4 años desde que empezó todo aquello y nunca he vuelto a tener una relación seria, ¿te lo puedes creer? –Sonreí. –No me lo sacaba de la cabeza así que solo conseguía tener algún rollo que otro.

-Una última cosa.

-Dime. –Contesté.

-¿Has dicho que el chico este estaba en un grupo, no? –Asentí. -¿Qué sabes de sus compañeros?

-Nada, no he visto una sola imagen de ellos desde que tengo 16 años, decidí no saber nada de él así que no podía saber nada del resto, a penas recuerdo las caras de sus compañeros y, con los años que han pasado, habrán cambiado muchísimo.

-De verdad, los hombres no sirven para nada. –Afirmó Roow. –Para darte alguna alegría al cuerpo y poco más.

-Cuánta razón tienes. –Brindamos y pegamos un trago.

-Hablando de alegrías… Aquel morenazo no deja de mirarte. –Sonrió.

-¿Quién? ¿El de la camisa blanca y chaqueta vaquera? –Pregunté.

-El mismo.

-Me suena de algo pero no sé de qué tía.

-Ya me gustaría a mí que me sonase de algo. –Estallamos en carcajadas las dos.

Past always comes backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora