CAPÍTULO 2

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DE REGRESO A CASA

Han pasado 15 años desde aquel terrible momento que Saúl nunca ha sacado de su cabeza, donde solo tiene lugar una palabra: VENGANZA.

Vivió en la ciudad con la familia Riul, una familia ni muy pobre ni muy rica, era de clase media, pero tenía lo suficiente para poder vivir éstos últimos años. Los Riul cuidaron muy bien a Saúl, lo amaban como si fuese su propio hijo. El niño adoptó el apellido Riul y nunca les dijo la verdad de sus padres ni su verdadero origen, ya que a ellos lo único que les importaba era cuidarlo.

A sus 22 años él se dio cuenta que era momento de regresar a su pueblo, de regresar a su casa.

—Debo irme, creo que es hora de seguir con mi camino —les dijo a sus padres adoptivos.

—Sabíamos que este día llegaría —razonó la señora dándole un abrazo.

—Fuiste un gran hijo —añadió el señor haciendo lo mismo.

—Ustedes siempre serán mis padres. Los amo tanto y estoy agradecido por todo lo que hicieron por mí. Pero llegó el momento de seguir mi camino, volar alto y cumplir mi objetivo.

—Pase lo que pase y hagas lo que hagas siempre estaremos orgullosos de ti —intervino la señora acariciando el rostro de Saúl sin saber que él se iría a cumplir su venganza.

—Y siempre estaremos esperándote. Recuerda que aquí tienes un hogar y comida —afirmó el señor.

—Gracias.

Esa noche Saúl guardó algo de ropa, su madre le dio comida para el camino y su padre le dio algo de dinero. Y así al día siguiente se fue.

Saúl no sabía exactamente qué le esperaba, habían pasado 15 años, ¿cómo estaría el pueblo donde nació?, las personas que conoció y lo principal el León ¿seguiría vivo?, ¿alguien tuvo el valor de enfrentarlo y terminar con su tiranía?, ¿lo recordaría al verlo?... Fueron tantas preguntas que se vinieron a su mente, y que pronto serían contestadas. Luego de tres días de viajar por el camino hacia el pueblo, a veces a pie o cuando pasaba alguien en transporte accedía llevarlo, él llegó.

Cuando arribó al pueblo vio que éste sí había cambiado, nuevas casa, nuevos locales, nuevas personas, pero la tiranía del León seguía. Minutos antes él había estado ahí cobrando los impuestos, causando problemas y muchas personas fueron perjudicadas por no tener el dinero para pagar. Saúl iba caminando por el mercado del pueblo donde aún había hombres del clan del León, cuando estaba caminando justo a su lado pasó Clément quien todavía era el general. Clément lo vio fijamente, algo extraño sentía, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por uno de sus hombres.

—General Clément, es todo lo que tenemos.

—Muy bien, vámonos. Esto es lo que consiguen si se enfrentan al León —dijo esto último gritando.

Cuando Clément y sus hombres se fueron, Saúl recordó que aquel general era el que lo dejó ir hace años. Siguen vivos y siguen maltratando a la gente, era lo que pensaba. Él decidió ir al lugar donde algún día fue su casa, pero al llegar ahí se dio cuenta que ya no era el mismo de hace años. Era un burdel que el mismo León había mandado a hacer una vez que se apoderó de los bienes de la familia Urrucsaca.

Mientras el odio de Saúl aumentaba cada vez más se dirigió hacia el río donde los cuerpos de sus padres habían sido lanzados.

—Padre, madre... he regresado... —decía con un nudo en su garganta—. Todo ha cambiado, pero aquel que les arrebató la vida de manera injusta sigue aún con vida. Prometo que muy pronto acabaré con él y todo lo que nos quitó regresará a mí —intervino con sus ojos llorosos.

EL ÁRBOL OTAÑAL «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora