CAPÍTULO 10

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SACANDO EL AS BAJO LA MANGA

Llegando a la ciudad, Iván fue directamente hacia al palacio municipal en búsqueda de su amigo Kenji, que en ese entonces era el gobernador de la ciudad, el encargado de proteger a los ciudadanos que vivían ahí. Se había convertido en el gobernador más querido y apoyado por las personas porque él siempre velaba por el bienestar de la ciudad.

Cuando Iván llegó al palacio municipal fue recibido con gran alegoría por su amigo y luego de los respectivos saludos y de haber tenido un almuerzo entre ellos de inmediato se inició con el tema por el cual estaba Iván en la ciudad.

—Ya el pueblo no se puede más —intervino Iván—. El León se está aprovechando del poder que posee. Por eso estoy aquí, pidiendo de su ayuda.

—He estado al tanto de lo sucedido —dijo Kenji—. Algunos de mis soldados fueron al pueblo a inspeccionar y me dieron un reporte.

—Entonces ya lo sabe, la última vez que el León atacó a mi clan se llevó a mi hija. La próxima vez quién sabe lo que haga.

—Días anteriores recibí un reporte de que el León había estado negociando armas en la ciudad con hombres del mercado negro, también supe que tiene intenciones de vender terrenos del pueblo a negociantes del exterior.

—¿Cómo? ¿El pueblo? ¡No lo podemos permitir! —replicó—. Kenji, debe ayudarme.

—No te preocupes, yo te ayudaré. Hay que ponerle fin a todo esto, primero es el pueblo luego puede ser hasta la misma ciudad.

—Gracias. Yo tengo un plan que sé que funcionará para eso necesito mucha ayuda.

—Está bien, dime todo lo que necesitas que yo te lo daré, armas, soldados, todo.

La conversación entre ellos duró alrededor de tres horas a puerta cerrada, es decir, en secreto ya que habían muchos espías que podían estar a favor del León.

Cuando la reunión terminó Iván se dirigió hacia la casa de la familia Riul a entregar la carta que Saúl les había enviado. Después de que varias personas le hayan indicado por donde ir él llegó al sitio que estaba ubicado al centro de la ciudad.

—Disculpe —dijo Iván a la mujer que lo recibía—. ¿Aquí vive la familia Riul?

—Sí, ¿quién es usted? —preguntó la señora—. ¿Qué se le ofrece?

—Buenas tardes, mi nombre es Iván y vengo desde el pueblo. Conozco a su hijo Saúl y él me pidió que les trajera esta carta.

Iván de inmediato le entregó la carta a la señora que al parecer era la madre adoptiva de Saúl, ella la recibió e invitó a su visitante ingresar a la casa. Cuando ambos ingresaron ella llamó a su esposo, le explicó quién era él y el por qué estaba allí y ambos llenos de alegría empezaron a leer la carta que decía lo siguiente:

Queridos mamá y papá.

Ha pasado tiempo desde que me fui de casa en búsqueda de mi destino. Sé que ustedes al igual que yo esperamos volver a vernos muy pronto, estoy bien porque en el pueblo he recibido ayuda de muchas personas.

Cuando llegué al pueblo la primera persona que me ayudó fue el señor Iván, que con sus consejos y apoyo he aprendido a valorar más mi vida y todo lo que me rodea. Él me ha recibido en su hogar junto a toda su familia, y créanme tiene una gran familia.

También tengo que confesarles que estoy sintiendo emociones totalmente nuevas. Sí, así es. Me gusta una persona realmente increíble y totalmente diferente, ella es la hija del señor Iván. Él no sabe sobre mis sentimientos, así que favor por ahora no le digan, les prometo que la próxima vez que los visite la llevaré para que la conozcan.

Cuídense mucho. Los amo, con mucho cariño Saúl.


Al terminar de leer la carta la madre de Saúl estaba con lágrimas en su rostro y el padre estaba agradecido con Iván por todo el apoyo que le había brindado a su hijo.

—Quiero agradecerle por todo —mencionó el señor—. Sé que usted ha ayudado a mi hijo.

—No se preocupe.

—Saúl es un buen muchacho —manifestó la señora—. Un poco loco e impulsivo, pero nosotros sabemos que tiene un buen corazón.

—Cuando lo conocí me di cuenta que él era un joven muy bueno y con una energía descontrolada que debía ser calmada y usarla para el bien.

—Nosotros también nos dimos cuenta cuando lo encontramos, sabemos que ha sufrido desde pequeño y nosotros intentamos sanar esa herida.

—Ya basta mujer —dijo el señor que notó la tristeza de ella—. Mejor qué le parece si se queda hoy en nuestra casa.

—No quiero incomodar, yo debo regresar al pueblo —añadió Iván.

—No nos incomoda, es lo mínimo que podemos hacer después de que usted haya cuidado a nuestro Saúl —agradeció la señora.

—Además ya es muy tarde y pronto va a oscurecer. ¿Qué le parece si se queda y mañana regresa al pueblo?

Luego de tanta insistencia de la familia Riul, a Iván no le quedó otra opción más que aceptar. Durante todo el tiempo estaban hablando de Saúl, de la ciudad y del pueblo, de las cosas de la vida y muchos temas, que al final de la noche todos estaban muy cansados.

La señora Riul le arregló la cama para que descansara y el señor Riul le ofreció algo de ropa para que se pudiera cambiar. Al llegar un nuevo día, después de desayunar y de haberse despedido, Iván se retiró de la casa y empezó su rumbo hacia el pueblo.

EL ÁRBOL OTAÑAL «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora