Primera Pelea

125 27 3
                                    

Finalmente estaba pasando, su cuerpo se había vuelto débil; sus músculos comenzaron a disminuir, su vista se cansaba con mucha luz, llegaba a tener mareos y visión negra, nauseas, poco apetito, y lo peor de todo, empezaba a perder cabello.

Le costaba trabajo levantarse de la cama, de no ser por Youngjae que siempre le ayudaba a llegar a la sala. Y se estaba cansando de lo mismo siempre.

Youngjae se levantaba primero para cocinar algo ligero (luego de mucha práctica, ya podía cocinar unos cuantos huevos. Si no, la alternativa ganadora siempre era el pan tostado con mermelada de fresas). Luego de llegar a la sala de estar y estampar su trasero en el sillón mientras observaba a Youngjae limpiar la casa, podría parecer un hombre despreocupado, pero en realidad se esforzaba por mantener todo en orden para que el doctor no suspendiera las sesiones a domicilio. Youngjae volvía a cocinar o pedir algo por teléfono para dejarle algo que comer en el almuerzo (aunque Jaebeom casi no comiese). Youngjae usaba su tiempo libre para realizar tareas e investigaciones universitarias. Youngjae se iba a trabajar a la radio por las tardes de 2 a 4 de la tarde, regresaba a casa a las 5pm para volver a limpiar y dejar todo en perfectas condiciones antes de prepararse e ir a la universidad y volver casi a la media noche solo para caer rendido.

Todos los días eran lo mismo.

Excepto los fines de semana... Esos eran los peores, su madre y la madre del joven, amigos con quienes solían tener contacto, maestros y a veces médicos solían visitarlos. Jaebeom ya no tenía tiempo para estar a solas con Youngjae.

─Youngjae.

Era una tarde de junio lluviosa y esas fueron las primeras palabras que el mayor pronunciaba en el día, el mencionado se preocupó pensando que algo malo había ocurrido, tan malo que tuviera que llamarlo por ayuda. El menor se preparaba para ir a sus clases nocturnas, tenía que presentar un proyecto muy importante, aun así detuvo su sesión en el guardarropa para atender a su pareja.

─¿Hyung?

─No vayas a estudiar hoy. ─Youngjae le sonrió. Jaebeom se enojó más.

─Jaebeom-hyung, no puedo; podría perder la clase y no quiero repetir el curso.

─No me importa.

─A mí sí. Lo dices porque tú ya has terminado la licenciatura, a mí solo me falta un año.

Jaebeom se puso de pie y Youngjae se asustó porque fuese a lastimarse, pero caminó casi sin dificultad hasta la mesa donde el de cabello castaño tenía su preciado proyecto. El más alto tomó las hojas del trabajo impreso y en cuestión de segundos, lo lanzó con una impresionante fuerza sobre la ventana, hacia el exterior donde la lluvia caía.

─J-JAEBEOM

Unos minutos más y Youngjae pudo haber saltado por la ventana igual, pero gracias al cielo no lo hizo, imaginó que esos papeles empapados ya estaban perdidos. Ya no podría recuperarlos.

─¿Qué pasa contigo? ─Youngjae era el enojado ahora, enojado consigo mismo. Jaebeom lo notó al ver los ojos contrarios sumergidos en lágrimas que de seguro jamás vería recorrer esas mejillas que siempre le sonrieron. Ahora se sentía mal.

─Youngjae , solo necesito que...

El mencionado levantó una mano mostrando su palma al mayor para pedirle que se callase, dio la media vuelta y volvió a estar frente al guardarropa, lejos de la vista del débil Jaebeom.

─Youngjae ─volvió a llamar, sin respuesta. ─¡Youngjae!

Youngjae apareció con su nuevo atuendo, uno bastante abrigado y adorable (pensó Jaebeom), mas no pronunció palabra alguna. Abrió la puerta de entrada y la cerró tras salir de la habitación dejando a un Jaebeom solitario física y emocionalmente en su propia casa.

Las veces que estaba solo, cuando Youngjae se iba a trabajar o a estudiar, eran momentos para distraerse con cualquier estupidez, ya sea leyendo literatura, comics o manga, viendo shows en internet o jugando los videojuegos que el menor había traído. Lo hacía de inmediato, distraerse lo más pronto posible para no pensar.

Pero ya estaba pensando.

Ahora sí lo había arruinado. Al fin logró su cometido ¿verdad?

Youngjae ya no iba a regresar ¿verdad?

De todas formas, esto era lo que él quería; morir solo y no preocupar a nadie.

Era lo mejor para él... ¿Entonces, por qué dolía tanto?

Su cabeza comenzaba a doler al compás del reloj de pared que sonaba con tanta fuerza cada segundo que pasaba. Sentía un agujero en el pecho y con mucha razón, lo que le hizo a Youngjae no tenía nombre, sentía que merecía todo el dolor que sentía en ese momento, jamás podría compensar a Youngjae. Si el menor llegaba a perder su clase ¿cómo podría llevar esa culpa?

Ya lo imaginaba, Youngjae iba a regresar solo a empacar sus cosas e irse. Ni siquiera podría pedirle que no se fuera porque no se lo merecía. El menor podría vivir una larga y mejor vida sin la carga de su enfermedad, sin preocuparse por ese moribundo que no valoraba todos los sacrificios que este hacía para tenerlo feliz.

El menor era puntal entrando a las 12:15am por la puerta, ya eran pasando la 1am y este no volvía. El dolor en su pecho casi no le dejaba respirar, quizá nunca iba a regresar y le dejaría morir solo. Algo muy justo. Jaebeom no merecía felicidad alguna.

─¡Youngjae! ─gimió como si le hubiesen arrancado un pedazo de piel. ─Vuelve, prometo portarme bien. Haré mi esfuerzo por ser positivo como tú, pero no te vayas...

Youngjae entró a la 1:30 de la mañana, lanzó su abrigo sobre el suelo, se quitó los zapatos y con alegría dio un pequeño saltito para caer sobre la tibia alfombra. Jaebeom lo observaba incrédulo.

─¡Jaebeom-hyung! ¡Todo fue un éxito! ─se dejó caer sobre el sofá al lado del mayor, sin siquiera dar tiempo para que el otro contestara; Jaebeom tampoco podría articular palabra alguna. ─La presentación fue casi perfecta, los maestros dieron buenos comentarios, y a pesar de que publicarán los resultados en unos días, todo apunta a que lo hicimos bien yo y mi equipo.

En este punto, Jaebeom lloraba lo que no había podido llorar desde que le confesó a Youngjae de su enfermedad. Youngjae no lo entendía hasta que su mirada se posó en la ventana del apartamento activando así el recuerdo.

─Un momento ¡Jaebeom, yo estaba enojado contigo!

Jaebeom, con lágrimas en sus ojos, carcajeó con tanta fuerza que el corazón del de cabello castaño se derritió.

─Lo lamento ─el más alto sollozaba, ─lo lamento.

Youngjae suspiró, después de todo, estaba perdidamente enamorado de esa sonrisa aunque estuviese empapada con la tristeza que solo él conocía. Jaebeom se acercó para seguir rogándole perdón, pero no había nada que perdonar. Sus brazos rodearon los hombros del más alto para acercarle más y dejarle posar la cabeza sobre su regazo. Le acarició el cabello hasta que este quedó profundamente dormido.

─No me voy a ningún lado, Jaebeom-hyung ─con una dulce sonrisa, eso fue lo último que dijo esa madrugada.

I will not kiss you (2JAE español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora