Capítulo 1

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Hola gente ¿Cómo están?

Somos dos amigas que comenzaron esto años atrás, pero que por motivos personales, nunca terminaron. Actualmente, y luego de un largo tiempo, reescriben está historia con personajes diferente y alguno que otro cambio, para que sea lo que leerán a continuación.

Esperamos que se diviertan leyendo esta historia, así como nosotras lo hacemos escribiéndola. Así como también esperamos que algunas de las personas que leyeron el anterior estén aquí ya que fueron parte de este largo proceso.

¡Esperamos que les guste!

Valentina y Valentina.

•••••

Annabeth

Aquí vamos, con el peor y mejor día del año otra vez... Y con el inicio de lo que me sería el tiempo que me hizo cambiar de opinión respecto a eso de "peor".

Podría volver a la mejor fuente de conocimiento físico que hay, donde podía tener cientos de conversaciones académicas con los maestros y perderme entre las múltiples fórmulas y esquemas que estos nos regalaban diariamente, sin exigirnos siquiera un gran respeto o atención a su tiempo. Pero no sería la única: desafortunadamente tendría que compartir con una cantidad de... eh... personas estos increíbles días, lo cual, y sobre todo cuando te tienen el estigma de "sabelotodo", era una verdadera sesión en el tártaro.

Pero para no ser pesada con todo este cuento de "amo la escuela, odio a mis compañeros" simplemente digamos que todo comenzó un día nublado de febrero, exactamente el primer día de clases, justo en esos días en los que los estudiantes antiguos se reúnen con sus amigos, y los nuevos esperan conocer a sus próximos amigos y no quedarse solos, o ser blanco de múltiples burlas.

Para este momento ninguno de nosotros nos conocíamos. Bueno, siendo sincera, tal vez sí lo hacíamos, pero no nos interesaba formar parte de la vida del otro, o que el otro formara parte de nuestras vidas, no de nuevo.

La directora hablaba y hablaba de cómo sería este nuevo año y todo lo típico, y para algunas personas, aburrido, que hablan las personas típicas y aburridas, el primer día de clases, algo que ninguno de nosotros éramos. Hasta que, por fin, después de tanta espera, llegó el momento que todos esperábamos escuchar: el momento de la elección de cada curso. Lo que no sabíamos era que este año había cambiado solo una cosa en nuestro colegio, y era la manera en la que se escogían los estudiantes para cada curso. Los años anteriores, solo cambiaban a los estudiantes con mala conducta para que estos mejorarán en otro ambiente, pero el cambio no era drástico. A diferencia de este año, que lo dejaron todo al azar y los cursos los eligió una computadora, por lo que quedamos completamente revueltos.

Todos estábamos preocupados por una razón: habíamos quedado solos en un curso nuevo. A todos nos habían separado de nuestros pocos amigos y lo único que nos quedaba, era hacer unos nuevos. Por lo que, desde ese momento pensamos que habíamos empezado el año de la peor manera posible: solos y tristes. A cada uno de nosotros esto nos había tocado sentimentalmente de alguna manera distinta, todos teníamos nuestros motivos.

Aun así, todos en ese salón de clases decidimos ser algo optimistas con respecto al segundo día. La profesora ya se había presentado, y todos, claramente, estábamos aburridos. Había muy pocos con quienes empezar a hablar, aunque eso a mí no me afectaba demasiado, me había acostumbrado. Además prefería poner atención en algo que pudiese ser útil para mi vida que perder el tiempo en chismes y bobadas.

Y así pasaron las cuatro primeras horas de clase, hasta que sonó el timbre para el descanso y todos salieron del salón, incluyéndome, buscando diferentes rumbos, buscando a nuestros amigos.

Apenas sonó bendito timbre, que anunciaba el inicio del descanso, corrí fuera del salón buscando a Malcolm, mi mejor y único amigo, con el cual había estado en mi anterior curso.

—¡Hey Malcolm! —dije saludando.

—¡Hola! —contestó él, con una sonrisa llena de curiosidad.

—¿Cómo estás? —pregunte, sabiendo la respuesta.

—Bien, ya hice algunos amigos, ¿Y tú? —comentó, con un tono de efusividad bastante amplio.

—No, aún no —dije levemente triste.

Pero, en realidad, que yo no hubiese hecho amigos aún no era nada del otro mundo. Por cosas del destino, y de mis antiguos compañeros de curso, yo era una chica bastante reservada y tímida. No disfrutaba de compartir mis gustos si no eran similares a los de la otra persona, y aun así lo hacía con reservas, evitando dar muchos detalles o mostrar demasiado entusiasmo. Evitando que me volvieran a atacar por la espalda, evitando darles información relevante para hacerlo. Si tan sólo hubiese sabido que esta vez, aunque lo creyera imposible, sería todavía más complejo para mí.

El día apuntaba a ser otro aburrido día. Y lo fue. Cada uno estaba tan inmerso en su mundo que no notamos a los demás, porque de haberlo notado habría sido lo suficientemente bueno por lo menos para hacer amigos, o para darse cuenta de que había alguien para poder decir un hola y un adiós al entrar en lo que lentamente se convirtió en las paredes que encerraban una pesadilla digna de los peores mitos griegos.

...

Hazel

A pesar de que Nico me había dicho que no tuviera grandes expectativas respecto al lugar, debo admitir que sentía la ansiedad y la emoción expandiéndose por cada centímetro de mi ser, como si fuese una explosión en alguna cueva en una tierra helada y pérdida. Una oportunidad para empezar de nuevo que no iba a desperdiciar. 

Baje a desayunar prácticamente dando saltitos de la emoción, ganándome una mirada extrañada por parte de mi hermano y mi padre. Incluso bajo sus intensos ojos, la sonrisa no iba a abandonar mi rostro. Por muy rara que me viese no iba a permitir que mi primer día se desperdiciara.

—Alguien está emocionada —dijo Nico entre dientes a modo de saludo, pero sus ojos delataban que estaba levemente feliz.

—Buen día para ti también.

—Sí, eso. No vas a llegar allá dando saltitos ¿Verdad?

—Nico... —lo llamó papá a modo de regaño, procurando que mi yo feliz durara todo el tiempo posible. 

—¡Pero es en serio! Se la van a comer viv... —Nico se interrumpió ante la mirada que él le lanzó—. Sólo digo que no todos son muy amables... No voy a dejar que le hagan nada. —Añadió a regañadientes.

Después de desayunar, me despedí con un beso en la mejilla de Hades y salí de mi casa con mi hermano, a quien había conocido lo suficientemente bien como para saber que estaba emocionado de tenerme ahí.

Llevábamos cerca de seis meses de conocernos, nos habíamos adaptado bastante bien. No había sido fácil para Nico enterarse que su padre había tenido una aventura con otra mujer en el pasado y por eso le habían obligado a mudarse a otro país. Aunque tras la muerte de mi mamá, Hades no había tenido otra opción más que reconocerme como hija.

Sabía que Nico sólo exageraba lo de que no iban a ser amables, pero cuando finalmente estuve en el salón de clase con todos los que serían mis compañeros durante el curso, temí que tal vez, sólo tal vez, este fuese un año más largo de lo que me esperaba.

Diferentes Metas, Mismos Caminos (PJO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora