Capítulo 3

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Calipso

   Otro día aburrido en este colegio. Sabía que algo bueno tenía que ocurrir tarde o temprano ya que por lo menos ahora tengo alguien con quien hablar de cualquier cosa, mientras los profesores dicen un montón de datos que no me importan. No veo la hora de irme de este lugar, dos años más y me voy a una universidad y ser, parcialmente feliz, suerte para mí que mi padre no se puede meter en ella a molestarme constantemente, como lo hace ahora.

    Aunque, a decir verdad, un día más, un día menos, ya que más da. Te acostumbras a no encajar en ningún lado, excepto en, tal vez, tu propia cabeza. Sintiéndote encerrada en una isla, por la cual todos pasan cuando te necesitan y una vez obtienen lo que quieren se largan. Sobre todo, cuando estás rodeada de adolescentes crueles que no te ven como a una persona sino a alguien fácilmente prescindible. Al menos es así hasta que pasas por un mal momento y la persona que decide que aún vales la pena debería odiarte con cada fibra de su ser. Y aún hoy te soporta.

    Lentamente comencé a retomar contacto con Annabeth, y de igual forma comenzamos a hablar con Drew, quien es una persona que realmente parecía interesante. Compartía más con ella que Annabeth. A Piper y a su amiga Rachel no les caía bien, la conocían, junto a algunos secretos de ella, y decían que no era una buena compañía, pero para mí, simplemente era una persona a la que tenía ganas de conocer.

—Deberías alejarte de ella. Nos hizo daño el año pasado —dijo Rachel, una antigua amiga de Piper.

—Si, es un poco hipócrita y le gusta criticar. Además, hizo que nuestro grupo se desintegrara por un Tiempo —intervino Piper—. Lo cual sigue siendo un tema complejo —añadió sin motivo aparente.

—¡A mi casi me hace perder el año! —exclamó Rachel disgustada.

—Entonces, ¿nos vas a hacer caso? —preguntó Piper mirándome.

—Yo ni tanto me hablo con ella —dijo Annabeth, que hasta ese momento no había dicho ni una palabra, lo cual era usual en las conversaciones grupales—. Creo que es un poco... hueca.

—Está bien, me alejaré de ella —contesté por fin.

    Lo dije porque era lo que todas querían escuchar, y tal vez, solo tal vez, quería encajar. Pero, en realidad, no lo hice, y me acerqué más a ella; me hacía con ella en parejas, en grupos y nos contábamos toda clase de cosas. Nos volvimos muy amigas, quizá demasiado rápido, aunque no me di cuenta de eso hasta que fue muy tarde.

    Drew se volvió muy posesiva en muy poco tiempo, hasta al punto que no me dejaba ni respirar y cuando no estaba con ella se enojaba, en especial si el motivo de que no estuviera a su lado eran Rachel y Piper.

    En este momento estábamos haciendo ejercicios en parejas de matemáticas. Al haber elegido la peor pareja del mundo, sentía la necesidad de acercarme en repetidas ocasiones a Annabeth, quien estaba trabajando con Pipes, para poder entender un poquito de la clase.

—¿Qué te pasa? —pregunté al llegar junto a mi compañera, luego de haber ido a preguntarle algo a las chicas.

—¡Todo el tiempo me dejas sola por tus amiguitas! —dijo, no solo molesta. También triste.

—¡Claro que no!

—¡Si! ¡Sobre todo por la tonta de Piper!

—Son mis amigas, intento compartir con todas —encaré.

—¡Conmigo no!

—¡Me siento junto a ti en clase para hablar!

—¡Pero siempre me dejas tirada!

—Deja de decir bobadas.

—Entonces, ¿Solo digo estupideces? —pregunto Drew.

—No dije eso...

—¡Pero lo pensaste! —exclamó Drew entrando en llanto y montando todo un drama.

    Las otras tres chicas lo notaron, pero era tan normal verla llorar que, hasta Annabeth, que no la conocía tan bien como las otras dos chicas y no era muy buena en el trato con las personas, creía que sus lágrimas eran falsas.

—Cali, ¿Vienes un segundo? —intervino la rubia.

   Sintiendo como la presión de calmarla se disipaba, me acerqué a donde ella estaba.

—Gracias.

—Es algo rara, y sabes que no lo digo por ser mala, ni que yo no lo fuera, pero ella es demasiado rara.

—Déjalo ya, ¿Qué querías?

—¿Me ayudas con lo de Ciencias sociales? creo que entiendo mejor el mandarín —comentó ella mirando el cuaderno con odio, en el cual tenía tachonada la tarea que tenía que entregar en media hora.

—Okay. —acepté, riendo entre dientes.

    Supongo que mi vida hubiese sido mucho más simple si tan sólo hubiese hecho caso al pequeño consejo que me dieron las chicas.

...

Percy

   ¿Había algo peor que cambiarte de colegio a dos años de graduarte? Definitivamente sí. Que te admitiesen en otro completamente diferente con compromisos convivenciales ¡Ni que yo hubiese sido el culpable! Expulsado a las dos semanas de empezar el año escolar no era una bonita carta de presentación, ni siquiera pude quedarme en mi ciudad.

   Había vivido solo con mi padre junto a la playa durante unos 5 hermosos años. El océano era parte de mi, había aprendido a nadar antes que a atarme los cordones solo. Y ahora... ahora estaba camino a una nueva vida con mi mamá y mi padrastro.

   Al llegar a la casa de mi madre en la media tarde del domingo sentí la mirada de ella sobre mí. Rogué a los dioses porque me gritara, me regañara, me dijera de todo. Pero no hubo nada de eso. Sólo me miro de esa forma que te hace sentir que debes sostener el cielo y mantenerlo alejado de la tierra con tus hombros, aunque eso pueda aplastarte en muy poco tiempo.

   ¿Había algo peor que esa mirada? Definitivamente No. Ni siquiera llegar dos semanas tarde a tu nuevo colegio sabiendo que estarás en boca de todos por mucho tiempo y querrán saber el motivo por el cual llegaste ahí, o usar un uniforme (algo que nunca había hecho), que me obligaba a usar una camiseta del naranja más chillón y fuerte que encontraron: era como si nos quisieran ver a un kilómetro de distancia. Tampoco era peor empezar la semana con dos lindas y largas horas de... ¡¿matemáticas?! Bueno... debo admitir que esto era bastante malo. Pero no lo suficiente. Muy pocas cosas en este mundo podían compararse con el horrible de culpa que me hacía sentir la mirada de mi madre.

Diferentes Metas, Mismos Caminos (PJO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora