Emergencia.

57 10 0
                                    

Hola Guren...
Estoy en el hospital, mi cuerpo me duele como si mil agujas estuvieran dentro y fuera de mi, la fiebre bajo un poco por lo que puedo ver y escuchar mejor.

Kyousuke se fue... hace unos días se despidió de mí...

La enfermedad se propagaba a gran escala por todos lados, la gente caía presa del virus, los hospitales y centros de salud no se daban a basto.

La poca gente que se encontraba bien de saludo ayudaba en lo que podía con los enfermos de gravedad. Niños y ancianos eran más afectados.

No sabían que lo había propagado.

Se dejó de saber sobre el avance del suero en Suiza, lo que causa revuelta en algunos países por saber si este era el causante de la epidemia.
.
.
.
El funeral había sido rápido, personas cercanas a la familia. El chico se mantenía firme, reteniendo el dolor que le invadía por dentro, no se dejaría ver en ese estado de debilidad.

Los féretros bajaron y pronto empezaron a ser cubiertos por la tierra. No era el único velando en el cementerio, cuatro familias más despedían a sus seres queridos que perdieron la batalla contra aquella extraña enfermedad.

—Matatagi... –llamó un chico de cabello y orbes lilas con lentes —sabes que cuentas conmigo.

Sonrío, leve y sin vida, le miro —gracias, JinIchirou...

El chico posó la mano sobre el hombro del moreno en apoyo, Konoha estaba hospitalizada por lo cual no pudo asistir.
.
.
.
Cerró tras de sí la puerta, resbalando hasta quedar sentado en el suelo con la espalda sobre la puerta, encogiendo las piernas las abrazo y ocultó su rostro.

Aquella casa, ese hogar, ya no tendría los gritos y pelas de sus hermanos, ya no escucharía el canto de su madre al cocinar, ya no escucharía las risas de su familia.

Ahora solo estaba él, Hayato Matatagi, solo en aquel lugar. Las lágrimas fluyeron, no había ni siquiera ruido de sus sollozos.

Quedándose dormido, en aquel sueño miro a su madre, a Yuuta de pequeño y Shun en brazos de su madre, felices. Los abrazo con fuerza.

Despertó a la mitad de la mañana, su cuerpo entumecido por la posición, se levanto y comió algo para irse a la cama.

Estaba cansado y su cuerpo le pasaba factura, menos mal que tendría esos tres días libres...

No tenía nada en la mente que no fuera dormir, por lo que con la pesadez en sus párpados, no le fue difícil conciliar de nuevo el sueño.
.
.
.
Guran...

Ya no quiero estar aquí, el olor a medicina, la gente enferma, llantos, desesperación.

Hikaru me a venido a visitar, me trae cómics y comida hecha por su madre, a la cual le encanta hacerme pasteles de fresa.

Estos días que eh estado hospitalizado e pensado en la muerte... ¿Moriré?
.
.
.
Las pertenencias de su madre y hermanos las donó a centros de caridad, regalo las camas a los vecinos que solo tenían una cama para sus tres hijas.

Su último día de descanso, el primer día había dormido y despertado el segundo donde empaco las pertenencias y con ayuda de una vecina, las llevó a un centro de caridad.

A otra le regaló las camas de sus hermanos para sus hijas que compartían una misma cama y repaso las tareas y lecturas que tendrían la próxima semana.

Tomo un poco del café negro, mantenía el televisor prendido con un volumen bajo pero aún audible en el canal que sus hermanos veían caricaturas.

Dejó salir el aire que tenía preso en los pulmones y bebió de nuevo del café, tenía que levantar ese ánimo, por su familia que, aún si ya no estaban en vida con él, en el más allá lo apoyaban, lo sabía, y no los defraudaría.

Hero Apocalíptico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora