Desenlace.

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Hay algo a lo que nadie puede escapar o huir, intentar burlar o despistar, puede ser gentil o cruel dependiendo de cómo la trates, acompañarte y serte sincera como hostil y distante.

La muerte.

Todos en algún momento llegaremos delante de ella, grandes o chicos, experimentados o primerizos, ricos y pobres, no hacía distinción, más solo trataba como le tratarán.

De larga túnica negra como la noche, no había rostro o piel descubierta, si es que había, y de voz firme.

—¿Qué pasó? ¿Quién eres?

Neblina por todo el lugar, leves destellos de luz opaca entre la espesa y blanca neblina. Piso frío de cristal conforme se despejaba, flores de piedras preciosas y árboles con frutos de las estrellas brillantes.

—Soy la muerte, aunque me tienen diferentes nombres.

—¿Y... morí? –la muerte asintió —Oh... ¿cause... cause daños? Antes de morir.

—No... pero tampoco puedo decir que sí.

—... –miro a su alrededor y silbo —bueno... ¿y ahora?

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Claro estaba que él mayor le ocultaba algo, pero no entraría en preguntas, estar con él era lo mejor, las noches de pasión que eran más excitantes.

Más todo comienzo tiene un final, y este tuvo el suyo más rápido. Yuuichi solo le había dado paso a irse, pero no a que le dejaría.

Endou, Shirou y Kazemaru eran sus más fieles servidores con habilidades sin iguales, capaces de todo. Encontrarlos fue sencillo, tomarlos un tormento, pues Kyousuke o Masaki no se dejaron tomar tan fácilmente.

Una batalla de habilidades: hielo, trueno y viento contra oscuridad e ilusión.

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—Ka...Kariya... –musitó entre el gemido de dolor al tronar una de sus costillas por la patada a estas de Shirou.

—Ese enano ya está descansando en el más allá –respondió el platino con una sonrisa.

Endou contactaba por vía móvil a un helicóptero mientras Kazemaru arrastraba el cuerpo inerte de Kariya, los orbes de Kyousuke se descoloraron y uso lo poco que le quedaba para golpear y sucumbir a ambos y tratar de huir fallidamente, pues Mamoru le detuvo con una cerca eléctrica que les rodeo.

—Tú hermano te quiere con vida, así que más te vale mantenerte vivo por ti bien –declaró Endou con furiosa mirada.

Tsurugi gruño con Kariya en sus brazos con una respiración débil, inestable. No pasó mucho cuando el sonido del transporte aéreo se hizo presente e hicieron abordar a Kyousuke dejando a Kariya a su suerte.

Sedaron a Tsurugi y llevaron.

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Desde muy pequeños la pobreza era parte de ellos, sus padres los dejaron a su suerte y su tía había muerto joven, por lo que él mayor de seis años y el menor de tres comenzaron a sobrevivir por su cuenta cómo podían. No pasó mucho cuando un hombre de buen porte con capa roja sobre su pulcro traje y gafas de gogle les recogió de donde estaban y acuno en su mansión dándoles los mejores estudios y clases de etiqueta, pero no solo eso, sino también un propósito.

—También fui recogido como ustedes junto con mi hermana –habló el hombre en la cena —fui criado con las mejores clases y maestros. Pero no es eso por lo que estoy aquí.

—¿Entonces? –preguntó el mayor de ya diez años.

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Un gran imperio, gente a su servicio y todo lo que de niño deseo, lo tenía ahora en su presente, pero, algo había cambiado.

—Su hermano al parecer se a inscrito a una universidad, sus notas son excelentes, como se podría esperar y con un comportamiento exquisito pero...

Yuuichi alzó la ceja, no era tan sobre protector con Kyousuke, pero si lo mantenía vigilado, ser el líder de una empresa número uno en farmacéutica no era para dejarlo de la nada cuando se tenía a gente detrás de ellos para hacerles mal. El hombre aflojo su corbata y prosiguió.

—A estado involucrado con un chico poco peculiar...

El rostro y mirada de Yuuichi dieron al ventanal donde la neblina no dejaba ver nada, un paisaje hermoso tanto despejado como cubierto de esa espesa neblina. Se alzó y una de las manos fue a dar al puente de la nariz y otra a la cadera.

—¿Qué ordena?

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—Está muerto, no luches más. Te tendré vivo, eres mi mejor experimento y no dejaré que te burlabas contra mí.

Kyousuke se encontraba en un cuarto acojinado por todo lado que vieres en colores pastel, sus manos cubiertas por guanteletes especiales y su cuello adornado con un dispositivo.

—Yo no quería llegar a esto, pero interferiste y querías ayudar a ese chico.

Tsurugi no dijo nada, ni le miro a los ojos, estaba preocupado por Masaki que no comprendía la situación en la que estaba.

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Munemasa, Tetsukado, Shinsuke y Kazuto juntó al resto de humanos normales se reagruparon para mantenerse seguros y salvos en unas cuevas que hallaron fuera del alcance o detección de los seres con habilidad, puesto que querían arrasar y exterminar a todo aquel que no tenía una habilidad.

Los años pasan, gente nueva sin culpa nace, otras mueren y otros más se mantienen lejos de todo, ocultos.

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Epílogo ~~~

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