Ser

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Luces de colores en medio de la oscuridad, una acogedora oscuridad con titilantes brillos de varios colores, pero estos no estaban en la nada o en el aire enfrentando a la gravedad, sino que eran las luces en forma de burbuja del árbol navideño.

Ibuki, Minaho, Shinsuke, Tetsukado y Matatagi se reunieron aquella noche de NocheBuena para estar juntos y charlar por horas entre tragos de bebidas y botanas como alimentos proporcionados por la madre del de orbes verdes y magenta.

—¿Estás bien? –se atrevió a cuestionar por fin Shinsuke con un vaso de ponche de frutas sentado a lado de Tetsukado en el sillón mediano.

Los cinco se encontraban ordenado el árbol, Matatagi en un sillón individual reclinable y los otros dos en un sillón igual mediano pero Minaho con la cabeza en el regazo de Ibuki.

Suspiro siendo visto por los presentes y dio un sorbo a su ponche —no puedo decir que estoy de maravilla, pero, estoy bien.

—Kariya... bueno –intentó animar Ibuki pero nada se le ocurría en el momento.

—Todo se hará en su momento, estaremos para apoyarlos –ayudó Minaho alzando la cabeza y voltearse para colocar los codos ahorabqjo las piernas de Munemasa —son fuertes.

—¡Cierto! –se alzó asustando a Nichizono Tetsukado —¡son los hombres más fuertes que conozco, qún superado obstáculos difíciles, esto no es nada! –lanzando golpes al aire.

Hayato río leve ¿cómo estaría su pareja? En aquella fecha en la que disfrutaban de salir a patinar sobre el hielo y hacer peleas de bolas de nieve.

Hacer galletas con Hiroto y Reina, visitar a los amigos y cantar en el karaoke.
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Quieto sobre la blanca pared con su cuerpo envuelto en una resistente tela, Masaki observaba la pared frente a él imaginando que era una ventana con vista al nevado paisaje, niños corriendo y adultos charlando.

Villancicos en las esquinas y campanas resonando por Santas de barba blanca y regordete traje rojo. Ese año recibiría carbón pensó para si.

Luego un niño en la nada sobre una resbaladilla con los brazos abrazando las piernas y el rostro escondida en ellas.

Se acercó a la ventana, la tela resbaló por su cuerpo dejándolo libre y con el dolor de las heridas que dejó de sentir cuando sus pies descalzos caminaron por la fría acera, cruzando la calle al parque.

La gente seguía igual, no le toma importancia a aquel chico con vendejas y ropas blancas sin calzado, disfrutaban de la noche.

—Pequeño –llamó en susurro al otro de cabello cyan —¿que haces ahí solo?

El chico alzó la mirada marrón a los contrarios de mismo color pero con una diferencia, el brillo.

El pequeño le resplandecían de lágrimas mientras el otro de malicia, una muy profunda en su pecho. Oculto de nuevo la mirada.

—Tengo miedo...

—¿Miedo a que? –cuestionó acercándose otro poco.

—De ser como tú...

El escenario cambio, el niño delante él mirándole sin parpadear. Solo una suave luz hacia apreciar el uno del otro, sumidos en una oscuridad.

—No eres así. Debes eliminarlo para siempre antes de que te termine de consumir.

—¿De que hablas? –interrogó el mayor.

—Aquel suero, las mezclas, todo fue un plan, Tsurugi no logró salvarte.

—¿Tsurugi? ¿Suero? ¿Qué tiene que ver todo eso?

—La epidemia, el "milagroso" suero, todo fue parte de un plan Kariya. Uno en el que hará que no se ensucien las manos, en el que ustedes se acabaran siendo el telón de algo peor para los que queden.

Kariya no comprendía, se volvió un lío su cabeza por la que cayó sobre una rodilla y sostuvo con una mano su cabeza mientras la otra le detenía al suelo.

—Debes expulsarlo.

Hero Apocalíptico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora