Yo

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Observo el sol, los rayos de aquella mañana iluminar todo a su paso, el cielo despejado, un clima hermoso, chicos yendo y viniendo de un lado al otro.

Guran...

Siento que... una parte de mi se fue con él. No lo mal interpretes, no por amor, bueno, si... el lazo que formamos.

A pesar de que era un enfadoso, risueño, tonto... era mi mejor amigo. Pero ¿sabes que? Esos hijos de puta les di lo que se merecían. ¿No es genial?

Cada grito, clamor por su vida ¿ellos no le dieron nada de eso a mí Hikaru? ¿Verdad? Solo le hirieron más y más como si amaran escucharlo pedir, rogar por su vida.

Hayato cree que debo de ir a un psicólogo ¿en serio? ¡Ese bastardo que sabe!
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Caminaba rumbo a la cancha de baloncesto con Tetsukado, charlando un poco siendo el tema principal Masaki, el chico se veía diferente, muy en su mundo, hablando solo.

Les preocupaba desde él asunto de Hikaru, pero el otro no hacía más que negar y decir que estaba bien, pero sabían que eso no era así.

Nishizono y Matsukaze intentaban sacar al chico a que se distrajera, incluso Hayato y Hiroto le querían enviar a un viaje para que se relajara, pero se negó lanzándoles maldiciones y cerrar la puerta con fuerza.
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Lavo su rostro, el agua fluía en el lavabo de color crema, de sus cabellos escurría el agua que recorrió su rostro y llegar a ese punto.

Al alzar la vista, miro su "yo" pequeño, un chico que le miraba con seriedad, molesto. Alzó su ceja, esperando algo, pero sus orbes se ensancharon mientras su pupila se encogía.

Ese pequeño matando a Hikaru. Grito agitando el espejo, pero este seguía clavando el cuchillo en el otro quién suplicaba piedad.

La sangre se convirtió en un charco inmenso que crecía más y más, desbordándose por las esquinas del espejo, cayendo como cascada en el lavamanos a los pies descalzos de Masaki quien retrocedió topando la espalda con la pared.

Miro con suma atención al pequeño con mirada demoníaca y una ancha sonrisa de oreja a oreja complacido por lo que había hecho, sosteniendo aún el manchado cuchillo con el líquido carmín, lo deslizó con cuidado sobre el rostro del mayor quién temblaba sin poder aspirar aire para sus pulmones y gritar.

—Matar... mata... mata... ¡Mata!
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—¡Kariya! –agitó con fuerza Matatagi a su pareja quién nadaba en sudor.

Su corazón parecía salirse de su pecho, ardía en fiebre, sus ojos aún con la pupila pequeña por el susto, lágrimas recorriendo aquellas sonrojadas mejillas por el aumento de temperatura.

Se abrazo a Matatagi quien le correspondió, acariciando suavemente la espalda del otro y jugar también con sus cabellos cyan.

Hero Apocalíptico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora