Prologo

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Me quedo parado en el mismo sitio, paralizado, la lluvia me cala hasta los huesos, las lágrimas queman mi piel, mi corazón se hunde en mi pecho mientras la veo partir.

Me mantengo ahí por una hora con la esperanza de que ella volverá, estoy temblando sentado en la acera, la lluvia a parado, pero las corrientes de viento son heladas, me estremezco un poco con cada respiración, estoy muy seguro que debo lucir terrible porque ya varias personas han tratado de darme dinero o comida.

-Querido, ¿te encuentras bien? - me pregunta una señora al verme empapado temblando.

-Si, yo sólo - comienzo a decir pero ella me interrumpe.

-No pareces vagabundo, ¿que te ocurrió? - dice ofreciendome un pequeño abrigo.

-Estoy esperando a que regrese - digo como si fuera a entender.

-Probablemente no lo haga, cuando uno parte es para siempre - me dice sentándose a mi lado, la miro extrañado - soy vieja hijo, he vivido muchas cosas.

-¿Porque dice que no volverá?

-Porque lo sé, no sabes cuantas veces he partido de distintos lugares y cuando intentas volver ya no puedes, porque no es el mismo lugar y definitivamente no eres el mismo tú, sobre todo si la razón de tu partida fue un corazón roto o peor aún un alma rota.

-¿Un alma rota? - le pregunto confundido, ella asiente.

-Si, esas son las peores, un alma rota va por la vida regando sus piezas, pero no creas que las deja amablemente, no, las encaja en cada persona que toca, entonces la otra persona tiene dos opciones para nada favorables, la primera es sacarse la pieza de un tirón y correr el riesgo de morir desangrado o la segunda, cargar con esa piecesilla para siempre, con la consecuencia de sentir un dolor perpetuo.

-Soy un alma rota - susurro.

El pasado de ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora