Armas.

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Me desperté de un brinco, hiperventilando; me puse la mano en la cicatriz, estaba ardiendo.

— Siento haberte despertado así pero te había llamado como 4 veces y no te levantabas. Tienes el sueño profundo, chispas.

No podía ser verdad.
— ¡Pero tu estás loco! Por poco me achicharras, ¿De qué vas?.

Allí estaba James, apoyado en la pared de mi cuarto, mirándome burlón. Chasqueó los dedos y le salió una llama de fuego del dedo índice, parecía estar divirtiéndose con la situación.

— Bonito pijama.

Me ruboricé.
— ¡¿Pero qué haces aquí?! Vete de mi cuarto, tienes tres segundos antes de que te suelte un chispazo en la cara.

Empezó a reírse, pero se fue hacia la puerta.
— Tienes 10 minutos, ni uno más ni uno menos. Tenemos que empezar el entrenamiento, esperaré abajo.

Y salió de mi cuarto.

Fui al baño, me di una ducha rápida, cuando volví al cuarto, sobre la cama había especie de 'uniforme'.

Lo cogí y lo levanté para mirarlo mejor, parecía ajustado. Era una especie de mono negro con estrías doradas (estilo traje de neopreno). Me lo coloqué y me miré en el espejo, me quedaba mejor de lo que esperaba. Me recogí el pelo en una coleta alta y fui para abajo.

James estaba esperando sentado en el sofá acariciando a Zeus. Cuando escuchó mis pasos se dio la vuelta y me miró. Se bajó las gafas de sol, sus ojos brillaron a la vez que asentía con la cabeza. Se levantó y se acercó a mi.

— Ten, quítate esa gomilla del pelo y ponte esta.

Pero antes de que yo pudiera hacer lo que me dijo, tiró de la gomilla suavemente dejando caer mi melena, me miró y me puso sobre la mano una gomilla dorada. Me recogí el pelo otra vez.

— Esa, aunque no te lo creas, te podrá servir de ayuda en un futuro; forma parte del uniforme.- Me miró de arriba a abajo, y volvió a subir a mirada hasta mis ojos. — ¿Nos vamos?

— Vámonos.- Le sonreí y salimos de casa. Nos montamos en un Jeep negro, me senté en el asiento del copiloto, y arrancó el coche.

— ¿Donde vamos?.- lo pregunté por que me pareció raro que no me tapasase los ojos.

— Primero vamos a recoger a Danniel, y luego os llevaré al centro de entrenamiento. No es necesario taparos los ojos porque ya sois oficialmente miembros del círculo.

Danniel no vivía muy lejos de mi, a unos 20 minutos. Su casa era algo más pequeña de la mía.

— Espera aqui.

— ¿Qué? Ni de coña, yo entro contigo.

Me miró pero no insistió más. Cogió del maletero una bolsa que supuse que contenía el uniforme de Danniel. Llamamos al timbre.

— ¡Ya voy!. - Su voz se escuchó desde dentro. Nos abrió la puerta, pareció sorprenderse cuando me vió allí junto a James, me miró perplejo. — Vaya.

— Campeón, ¿te limpias la baba o nos dejas entrar?.- El tono de James sonó cortante. — Ten, aquí tienes tu uniforme, póntelo y nos vamos.

— Claro pasad, sentaos en el sofá, no tardo.

Miré a James ¿A qué ha venido eso? Pasaron 5 minutos cuando Danniel volvió y pusimos rumbo al centro de entrenamiento.

Este debía de ser el lugar al que nos trajeron ayer, era un edificio amplio y grande, hecho de roca. Estaba en lo alto de la colina más lejana. Cruzamos a través de uno de los tantos pasillos que había en su interior hasta llegar a una puerta negra. James se puso delante nuestra y nos miró.

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