Dulce de leche

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Roces, manoseos, miradas lascivas y un sin fin de incomodidades más eran las que Jaebum tenía que pasar cada día de su vida. El pelinegro había llegado hace apenas tres meses a su escuela y ya había robado el corazón de todos debido a su llamativa apariencia. Él amaba vestir de negro y peinar su cabello hacia atrás desde que vio ese estilo en una de las películas de su padre, pero no sabía lo bien que le vendría ese estilo y también la gran cantidad de problemas que le traería. Estaba completamente cansado de decirle a cada una de las chicas que lo llamaban a la azotea para confesar sus sentimientos que él en realidad no está interesado. Y no sólo las chicas, algunos chicos también lo habían llamado para confesar sus sentimientos ahí, como es el caso actual.

—Hyung...— Jaebum hacía oídos sordos al chico que lo llamaba — ¡Hyung! — estaba demasiado irritado. No quería ser grosero, pero ese chico realmente estaba hartándolo — ¡Hyung! Detengase por favor — ¿Y ahora se atrevía a decirle que se detuviera? Oh, claro que lo haría, pero sólo para encarar al idiota que lo había estado molestando.

—Demonios, ¡¿qué es lo que quieres?! — su mirada intensa y penetrante se posó en el chico detrás suyo. Este solo había reaccionado a su grito sin reparar en su mirada, pero en sus ojos se notaba el miedo, hecho que realmente extrañó a Jaebum, pues la mayoría de sus pretendientes pasaban por alto sus gritos y miradas de odio y seguían insistiendo de todos modos — ¡¿No vas a hablar ahora, después de joder tanto?!

—W-woah... L-lo siento...— el chico se encogió en su lugar y parecía que estaba a punto de llorar — S-sólo — su voz se oía temblorosa — Q-quería entregarle su libreta Hyung, se cayó de su mochila hace un rato, pero usted no escuchaba — Dejó salir todo el aire de sus pulmones mientras le entregaba la libreta al mayor — No quería hacerle enojar.

Jaebum se sentía el imbécil más grande del universo. El chico frente a él lucía realmente asustado y era la única persona que no había hecho nada malo como para recibir ese tipo de trato. Jaebum no sabía que un grito suyo podía asustar tanto, porque incluso lo hizo llorar.

—N-no llores... Es solo que creí que eras uno de esos idiotas que vienen y... Agh, lo siento mucho — el chico negó mientras restregaba sus manos en sus ojos para secar sus lágrimas.

—Estoy bien, sólo me sorprendí demasiado — acercó la libreta hacia el mayor con las manos temblando — ¡J-juro que no revisé nada! Sólo la recogí del suelo y la limpié un poco — Jaebum rió bajito ante la forma de actuar del rubio.

—¿Sigues asustado? — el menor negó efusivamente — Aún así necesito disculparme contigo, ¿quisieras ir por un helado?

—No se preocupe Hyung, no es necesario.

—Dices eso, pero tus ojos parecen brillar y además estás sonriendo.

—No lo estoy haciendo.

—Lo estás.

—¿Tiene alguna forma de demostrarlo?

—Eh, ¿puedo verte haciéndolo?

—Hmm, excelente argumento.

—Ya, solo acepta, no me gusta quedarme con la sensación de que hice algo malo sin disculparme.

—Sólo si es helado de dulce de leche — Jaebum sonrió y comenzó a caminar, pero se detuvo al ver que el rubio no caminaba — Espere, ¿cuál es su nombre?

—Soy Im Jaebum — estiró su mano esperando que el menor la correspondiera, pero no lo hizo. Volvió a guardar su mano en su bolsillo totalmente avergonzado —¿El tuyo?

—Choi YoungJae — ahora fue el rubio quien estiró su mano esperando que Jaebum la correspondiera. No iba a cometer otra estupidez, así que la aceptó — Mucho gusto, Jaebum Hyung. Debo confesar que ya no asusta tanto — Jaebum soltó una carcajada, de esas que ya no soltaba hace tiempo.

Jaebum había comenzado a caminar nuevamente, pero se detuvo al sentir un leve jalón en la manga de su sudadera. Se volteó para mirar al chico, pero este no mostraba ninguna expresión capaz de justificar su reciente acción, así que simplemente siguió caminando con el chico detrás suyo.

Conseguir un helado de dulce de leche fue mucho más complicado de lo que creía. Pasaron casi dos horas caminando lentamente hasta encontrar una heladería en la que vendieran ese sabor, pero no podía quejarse, YoungJae se veía demasiado feliz.

—Hyung, estoy realmente agradecido. Creo que ahora yo le debo una.

—Podríamos ir a comer helado otra vez — YoungJae sonrió levemente mientras se levantaba para caminar hasta su hogar.

En esa tarde Jaebum descubrió dos cosas bastante interesantes, una de ellas fue que YoungJae a su parecer era bastante torpe, pues muchas veces le hablaba y el menor miraba hacia otro lado, o mientras caminaban tendía a tropezarse con las piedras o protuberancias del suelo. La otra cosa que descubrió fue que YoungJae tenía la sonrisa más bonita que había visto en su corta vida, lo cual le parecía curioso considerando que había visto una cantidad enorme de sonrisas, sobre todo de chicas, pero ninguna le había parecido así de hermosa. Y tal cómo la primera cosa que descubrió mencionaba, YoungJae ahora estaba caminando al lado contrario del que debía ir, pero eso Jaebum no lo sabía.

—¿Dónde queda el lugar en que vives?

—Cerca del parque con el gran roble.

—Eso queda hacia el otro lado...

—Oh. Lo sé.

—No parece que lo sepas — YoungJae bufó caminando hacia el lado correcto.

—No sea entrometido Hyung. Nos vemos mañana — el mayor se mostró ofendido ante la acusación del menor y lo dejó irse. O eso esperaba YoungJae. Pues apenas Jaebum lo vio un poco alejado comenzó a seguirlo extrañamente preocupado por la torpeza del rubio.

Solo regresó a su hogar cuando vio que YoungJae estuvo a salvo y, afortunadamente, vivía cerca, así que no tuvo que alejarse demasiado de su propio destino.

YoungJae sabía que el mayor lo estuvo siguiendo, pero quería ver hasta dónde llegaba, realmente le sorprendió que lo acompañara hasta su hogar. Buscó las llaves en el bolsillo de su pantalón y abrió la puerta. Su madre fue la primera en recibirlo.

—¡Choi YoungJae!

—M-mami... — YoungJae sonrió nervioso — ¿Sabías que hoy te ves mucho más hermosa que otros días?

—¡¿Por qué no llevaste el bastón?!

—Es muy incómodo mamá, además no me interesa que todo el mundo se entere de que no veo — la señora Choi exhaló.

—Mi niño, sabes muy bien que no es necesario que todos se enteren, pero es por tu bien.

—Estuve bien hoy mamá. Hice un amigo y me "acompañó" a casa — la mujer miró a su hijo con una ceja alzada — Mañana lo llevaré mami, lo prometo.

—Bien bien, mejor vamos a comer.

Por otro lado, Jaebum pasó el resto de su tarde preguntándose si debía esperar a YoungJae al día siguiente, pues tenía que asegurarse de que no se pierda o algo por el estilo. Al final llegó a la conclusión de que ni debería pensarlo, simplemente hacerlo.

Show Me [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora