Rosas, Gardenias, Orquídeas

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Jaebum cruzaba corriendo los pasillos de su establecimiento con un ramo de flores en mano, maestros y auxiliares regañándolo, y una gran sonrisa en el rostro, ¿la razón? Era el cumpleaños de YoungJae.

Había puesto su alarma una hora antes de lo habitual solo para alcanzar a pasar por la florería antes de ir a clases, pues donde vendían las favoritas de YoungJae solo abrían en las mañanas. Le avisó al menor con anterioridad que no pasaría por él ese día, pero no tuvo problema alguno porque su nuevo amigo Jinyoung se había ofrecido a acompañarlo. Jaebum aceptó a regañadientes.

Todo el mundo lo miraba extraño, y es que no era nada normal ver a alguien llegar con un enorme ramo de flores en las manos y tomar asiento como si fuera lo más normal del mundo, incluso su profesor estuvo la mayor parte de la hora distraído, y no sólo por la extravagante escena, sino también por el delicioso aroma que las flores emanaban.

Finalmente el timbre para el receso se dejó oír y Jaebum corrió de su sala de clases, con cuidado de no dañar a las flores, por supuesto.

Cuando por fin logró cruzar el pasillo, ignorando regaños y futuros castigos, se encontró a YoungJae, él esperándolo con su bellísima presencia, al igual que siempre.

Caminó lentamente con el ramo detrás de su espalda, bastante ridículo considerando que YoungJae no podía verlo, pero allá él. Se detuvo frente al rubio y este sonrió.

—¡Jaebumie!

—Feliz cumpleaños, bonito — rodeó al menor con sus brazos y besó suavemente su frente — Como hace poco me dijiste que si te regalaba algo material me lo lanzarías por la cabeza... Decidí comprarte flores, tus favoritas. E-espero que te gusten — estiró sus brazos dejando el ramo a centímetros del rostro de YoungJae.

—Rosas... Gardenias... ¿O-orquídeas? Jaebumie... Esas son difíciles de conseguir aquí — el mayor sonrió satisfecho. Lo sabía.

—No preguntes, lo hice por tí.

—Las recordaste todas, mis flores favoritas, y... Jaebumie... Eres el mejor novio del mundo, ¡del universo!

Mientras YoungJae disfrutaba el delicioso aroma de sus flores y sonreía en el acto, Jaebum aprovechó de sacar la otra sorpresa de su bolsillo. Lenta y silenciosamente rodeó el cuello del menor con un bonito collar.

—Jaebumie... ¿Qué te dije sobre las cosas materiales? — soltó con enojo fingido.

—Pero las flores igual las compré... — murmuró desviando la mirada.

—¡Jaebumie! Yo te dije antes que era innecesario, tu sabes muy bien que no todo se basa en lo material y que yo seré feliz con... — YoungJae enojado era lindo, pero un poquito molesto. Afortunadamente Jaebum sabía como domar a la bestia — cualquier cosa que me des... Lo dejaré pasar por ahora.

—Buen chico.

—¡Eres totalmente tonto!

—¡Lo sé, muy tonto! — YoungJae negó mientras reía. El timbre de inmediato volvió a sonar y Jaebum sonrió triunfal — Salvado por la campana.

—Ya hablaremos sobre esto.

—¡Claro! Tenemos toda la tarde para hablar en tu fiesta de cumpleaños.

—No tiene que ser hoy... — sonrió otra vez.

—Nos vemos luego, mi amor~

Jaebum regresó a su clase contento. YoungJae estaba feliz con su regalo y se salvó milagrosamente de un regaño monumental del mismo.

A la hora de salida YoungJae lo esperaba fuera de su salón de clases, como siempre, pero esta vez llevaba una gran bolsa en una de sus manos.

—Wow bonito, ¿no es eso muy grande?

—Me lo dieron algunos compañeros, son chocolates, aunque la mitad son de Soo Young. Ella dijo que eran para mantener mis atributos rellenitos... Aunque no entendí muy bien que quiso decir con eso.

—Tampoco yo — mintió — Te ayudaré a llevarla.

—Gracias Jaebumie.

Con su mano libre Jaebum tomó la del menor para caminar juntos a su hogar y pasar el resto de la tarde ahí, celebrando su cumpleaños.

El ambiente era bastante bueno. YoungJae estaba más que feliz recibiendo el cariño de sus progenitores y el de su novio. Jaebum y la madre del menor habían preparado el pastel, esta última se sorprendió bastante por las habilidades del azabache en cuanto a la repostería.

El día estaba por acabar, pero aún faltaba el último obsequio. Eran las nueve de la noche y todos subían al auto del señor Choi.

—¿A dónde vamos? — preguntó el menor.

—Es una sorpresa, se paciente bebé — respondió su novio.

El auto comenzó a andar. YoungJae por supuesto no podía reconocer el camino, ni siquiera logró adivinar el lugar en el que estaban hasta que se adentraron.

—Huele a... Hospital, ¿qué hacemos aquí? — sus padres se miraron y sonrieron.

—Vamos — siguieron caminando por los pasillos hasta llegar a una sala específica con un “Dr. Tuan” grabado en ella. Tocaron la puerta un par de veces y un hombre bastante joven y guapo los recibió.

—Señor y Señora Choi, un gusto verlos, pasen. Tu debes ser YoungJae, ¿no? Y usted Im Jaebum, su pareja. Pasen también.

—¿Cómo resultó todo doctor?

¿Doctor? ¿Acaso su madre estaba embarazada? Se preguntó a sí mismo.

—Todo de maravilla, de hecho... Mañana mismo puede traerlo.

—¿M-mamá? ¿Qué sucede? — Jaebum tomó con fuerza la mano del menor para tranquilizarlo.

—Fue muy bueno que lo trajera en este tiempo, tenemos a los mejores especialistas libres, sin ningún caso.

—Me estoy asustando mamá...

—Mañana mismo le realizaremos la operación, joven Choi. Usted será capaz de presenciar el retorno de la primavera este año, y los siguientes también.

¿Había oído bien? La única forma de presenciar aquello sería volviendo a ver, y él... Oh Dios, ¿era en serio? No podía ser cierto, de ningún modo. Demasiadas emociones para su pobre corazón, ninguna mala, pero abrumadoras sin embargo. Apenas logró pronunciar una palabra.

—¿Q-qué...?

Show Me [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora