Desperté atrapando en un grito una bocanada de aire, sentía haber dormido por siglos. No veía absolutamente nada, la oscuridad y el silencio totalizaban mi espacio. ¿Estaría ya fuera de este mundo? De inmediato recordé las últimas imágenes antes de desvanecerme y finalmente concluí que me habrían sedado.
No estaba en el mismo lugar, definitivamente. Parecía ser un sótano, no se divisaban ventanas. ¿Pero dónde estaba? Al menos, tenía los ojos destapados, aunque seguía atada y boca abajo. ¿Estaría desnuda todavía? No tenía frío, el lugar era cálido. De a poco las sensaciones físicas comenzaban a llegar a mi cerebro, sentía el cuerpo dolorido y sí, llevaba alguna prenda al menos en mis partes íntimas ¡Por Dios! Comencé a sollozar al imaginar las peores alternativas sucedidas durante el lapso en que estuve dormida.
De pronto, escuché una tos y me sacudí del susto ¡Oh, no estaba sola!
—Se está moviendo —advirtió una voz masculina monocorde, no era la de Octavio.
Estaba secuestrada confirmé.
Las luces comenzaron a subir de a poco, hasta hacerse penumbra, pude ver una hilera de zapatos. En la posición en la que estaba no podía girar la cabeza mucho mas allá ¡Por Dios, había mas personas y eran hombres! Comencé a patalear nuevamente pero seguía atada tan tirantemente que era como nadar en el aire.
—Por favor, suéltenme —grité despacio— no me lastimen.—temía lo peor.
La humillación que sentía era indescriptible al no poder moverme y estar expuesta, al arbitrio de otros. Un terror intenso me anticipaba que iba a ser ultrajada y todo mi cuerpo comenzaba a tensarse, los músculos a acalambrarse, quería cerrar los ojos para siempre.
Nadie respondió, fue como si mi voz no existiera. Siguieron hablando como si no estuviera allí, pero estaba, las puntadas me lo gritaban a todo volumen, y el miedo, que penteraba hasta los huesos.
—No tenemos mucho tiempo, cada uno decida qué es lo que quiere hacer con ella —acotó otra voz también masculina pero mas aguda.
¿Qué? ¡Por Dios, iba a suceder lo peor...! para estas personas parecía ser una cosa, un pedazo de carne. Mi corazón palpitante se resistía a ser cosificado, sentí un terror inconmensurable, las proporciones de esta locura eran imposibles de procesar.
—¡Escúchenme, por favor! alguien que pueda reflexionar aquí... podría ser hermana, hija de alguno de ustedes...—grité tan fuerte como pude blandiendo mi última esperanza.
Pero nada, la frialdad colectiva era inmutable.
—A mi me gustaría practicar una oblación —escuché desde otra dirección y se me erizaron los pelos. ¡Dios mio! Empecé a rezar para adentro. Esto era realmente macabro, peor de lo que pudiera imaginar.
Tampoco era voz de Octavio ¿dónde estaba él ahora? No podía ver sus caras, todos llevaban barbijos. Mi corazón bombeaba tan rápido que creí que explotaría y lo deseaba con ansias. Prefería morir a sobrevivir a la tortura y el ultraje.
—Podría ser antes de la "reasignación" —intercaló sin ninguna emoción la voz aguda.
¡Por Dios y la Virgen! Comencé a llorar, mis oídos no querían seguir escuchando semejantes aberraciones. El terror mas sombrío copaba todas las células de mi cuerpo.
—Yo solo quisiera divertirme un rato—escuché una voz a lo lejos que me descolocó e hizo una pausa macabra—pero a solas.—remató dando a entender sus intenciones siniestras.
— Ay no—escupí llorando y me puse en blanco, intenté ir hacia algún lugar de mi mente en donde hubiera un vacío que me protegiera de lo que estaba escuchando.
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Muñeca Trunca ©
Misteri / ThrillerEva se enamoró perdidamente de su guapo vecino tras recibir una escandalosa nota secreta cuando ella era apenas una adolescente y él un muchacho de las grandes ligas. Pero, extrañamente, aquel chico de exóticos tatuajes y poesía oscura, desapareci...