9. Cumpleaños

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Junior abrió lentamente sus ojos, esperando encontrar un cálido cuerpo al lado del suyo, pero, al contrario, descubriendo una cama vacía.
Se sorprendió durante unos segundos, aunque ese sentimiento se desvaneció rápidamente, cuando escuchó ruidos provenientes de la cocina y sintió el delicioso olor a café recién hecho, característico en las mañanas de Blas.

Se levantó de la cama y se abrigó con lo primero que encontró, una de las típicas camperas de lana de Blas, que Junior tanto amaba, por tener impregnado el perfume del morocho.
Luego de ir al baño y enjuagarse la cara, tratando de despertarse un poco, Junior se dirigió a la cocina, donde encontró a su novio preparando tostadas, que obviamente le salían mucho más ricas y menos quemadas que las famosísimas "tostadas a la Junior", que el menor exhibía con tanto orgullo y que Blas solo comía para no ofenderlo.

Junior se acercó a Blas, que todavía no se había dado cuenta de su presencia, y lo abrazó por detrás.

- Hola - le susurró cerca del oído.

- Hola - contestó Blas, tomando las manos de Junior entre las suyas.

Se quedaron asi durante unos segundos, disfrutando de la presencia del otro, hasta que Blas se dio vuelta entre los brazos de su novio.

- Feliz cumpleaños - le dijo antes de darle un tierno beso en los labios.

Se separaron al mismo tiempo que las tostadas terminaban de hacerse haciendo que ambos mirarán en dirección a la tostadora.

- Andá, sentate que yo llevo las cosas - dijo el mayor.

- Te ayudo - contestó Junior rápidamente.

- No, no. Andá a sentarte que es tu cumple - se negó el otro chico.

- Que sea mi cumple no quiere decir que no pueda ayudar a mi novio a llevar las cosas - le dijo Junior, y Blas se derritió, pensando en que unos meses atrás le hubiese sonado imposible que esas palabras salieran de la boca de Junior, y demasiado feliz con la situación, no se pudo negar.

- Bueno, vamos - cedió ante las palabras de su novio.

Se sentaron en la mesa y desayunaron pacíficamente, disfrutando de todo lo que había preparado Blas. Tan solo habian hablado sobre la organización del cumpleaños aquella noche pero no habían intercambiado demasiadas palabras más allá de eso, no hacía falta, en cambio, disfrutaban del silencio y del amor que se transmitían con cada una de sus miradas.

- En un rato voy a ir a mi casa, a visitar a Romeo y ver como andan todos - le avisó Junior a la vez que comía una tostada.

- Bueno, esta bien - contestó Blas sonriente.

- ¿Qué pasa que sonreís asi? - contestó Junior, también sonriente, feliz de verlo así.

- Primero, que me encanta que uses mi ropa - dijo estirando el brazo para tocar el brazo de Junior que se encontraba sobre la mesa, estirando la campera para hacer notar a que se refería - Y segundo, - dijo sonriendo aún más ampliamente - que me estaba preguntando si algún día vas a aceptar que esa es la pulserita que te regalé yo y no una que encontraste por ahi en la calle - le dijo señalando la pulserita roja que sobresalía del borde de la campera.

Junior enseguida sintió como el calor subía, acumulandose en su cara, pero aún así no pudo evitar sonreír, al darse cuenta de que Blas todavía se acordaba de ese regalo.

- Si, es la pulsera que me regalaste - aceptó finalmente.

Blas no contestó nada, simplemente lo miró triunfante, pero sobre todo feliz, de que hubiese guardado la pulsera durante tanto tiempo.

No me sueltes ~ BLASNIOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora