CONTENIDO SEXUAL EXPLÍCITO
Junior y su tío estaban en la cárcel. Habían ido a visitar a Mauro, la realidad es que Junior no quería hacerlo, pero la insistencia de su padre había terminado convenciéndolo.
—Esperá —dijo Junior.
—¿Que pasa?
—Que creo que quiero ir solo.
—¿Seguro? —preguntó su tío— Mira que no tengo problema en acompañarte
—Ya sé —le dijo —, pero me parece que es algo que tengo que hacer solo.
—Está bien. Te espero acá.
Junior entró solo, firmó unos papeles, y fue guiado hasta la sala de visitas: un amplio comedor, bastante descuidado, lleno de policías y presos siendo visitados por familiares y conocidos.
Se sentó en una de las mesas vacías y al poco tiempo pudo ver entrar a Mauro, quien rápidamente lo visualizo y se acercó hacia él.
—Hola —le dijo sentándose frente a él.
Junior no contestó, sólo asintió con la cabeza.
—Y bueno, hablá. ¿para qué querías que viniera? —largó Junior de mal modo luego de unos segundos de silencio, pero que a él se le habían hecho eternos.
—Te quería pedir perdón, hijo. Pero quería hacerlo cara a cara —contestó su padre.
—¿Perdón por qué? —preguntó Junior, quien no podía creer lo que escuchaba,ni quería hacerse demasiadas ilusiones.
—Por todo lo que te hice, por lo mal padre que fui con ustedes: de chiquitos los abandoné, los dejé solos, y ahora, de grandes, cuando tuve una oportunidad de hacer las cosas bien la cagué de nuevo —Mauro estaba emocionado, con los ojos brillantes. Algo le decía a Junior que esta vez iba en serio, que esta vez las cosas serían diferentes.
Aunque tratara de que no se le notara, Junior también tenía los ojos húmedos: era la primera vez que le pedía perdón, y también la primera vez que escuchaba de la boca de alguien más que a él lo habían abandonado, porque parecía que nadie quisiera aceptarlo, y eso a Junior le dolía el doble. El no saber si sus sentimientos eran los correctos, si ese abandono verdaderamente había existido, hacía que sintiera culpa.
—Junior yo estoy orgulloso de vos, tenes un corazón enorme y sos un buen pibe. Estoy orgulloso de que te hayas plantado, y hayas luchado por tu libertad, estoy orgulloso de que seas quien de verdad sos, sin miedos.
—Bueno, la parte de sin miedos no es tan cierta —lo interrumpió Junior con una sonrisa torcida y lágrimas acumuladas en sus ojos.
—Pero le ganaste a los miedos. Junior, no dejes nunca que nadie te diga a quien amar, con quien estar. Espero que puedas ser feliz con Blas, lo respeto mucho, y a vos también, hijo. Te admiro —finalizó Mauro. Sabía que esto no compensaba todo el daño que le había hecho, pero esperaba que al menos ayudara un poco a sanarlo —¿Qué pasa? —preguntó al ver cambiar la expresión del menor por una mucho más seria.
—Pasa que ya tuvimos una charla parecida una vez, en la que me dijiste que me aceptabas, y al final fue todo mentira. —A pesar de que Junior quería creerle, todavía no podía, porque sabía que no podría con una decepción más.
Mauro se levantó de la silla y se paró, a un costado de la mesa.
—Escuchen todos —gritó, haciendo que parte de los presos y familiares allí presentes voltearan a verlo —El es Junior, es mi hijo y es gay, y estoy orgulloso de él.
