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m.yg

Hyeong definitivamente estaba loca.

—Está cerrado.

—Bueno, superficialmente lo está, sí—asintió y comenzó a trepar por el extremo de la barda.

Estaba atónito, ¡ella trepó sobre el concreto apoyándose nada más en las pequeñas ramas de un árbol!...en menos de un minuto estaba sentada sobre la orilla mientras balanceaba los pies tiernamente.

—¡Vamos, Yoongi, de algo te han de servir esas piernas pálidas!

—Soy mayor que tú un año, ¿sabías eso?—comencé a trepar—, deberías de tenerme algo de respeto...

—Tú no lo tuviste cuando me miraste las bragas el otro día, vamos aclarando los puntos de una vez porqué aquí se tiene lo que se merece.

Sentí que el rostro me ardió exageradamente, ¿qué se suponía que se decía en caso como esos?, y como me era costumbre, mi lengua no atendía lo que mi cerebro pensaba en situaciones de riesgo.

—Eran bonitas.

—Pues claro que eran bonitas, ¿piensas que me las habría puesto de no serlo?—me siguió con la mirada mientras me acomodaba a su lado—. Saltemos al mismo tiempo, vas a lastimarte si lo haces tú solo.

—¿Qué piensas que soy?, me voy a desnucar si salto de esta altura—viró los ojos y me tomó de la mano para impulsarse conmigo. Sentí que me iba a morir pero sólo terminé sobre algunos arbustos y césped acumulado en una pequeña pirámide— ¿Estás loca?—la fulminé con la mirada—, pudiste haberme avisado.

—Si lo hubiera hecho, seguiríamos allá arriba—comenzó a quitarse la ropa y entonces si sentí que además de tener cargos por allanar propiedad privada, también tendría cargos por tocar a alguien indebidamente en un espacio público.

El tatuaje no era un pez, sino una hermosa sirena de cabellos negros.

—¿Qué mierda estás haciendo?, joder, Hyeong, ponte la maldita ropa...

—Mira, Yoongi, si tu tienes una especie de fetiche o costumbre y nadas con ropa, bueno, que no te juzgo. Pero si no te molesta, me gustaría que dejaras de estorbar para que pueda nadar, o puedes irte si no te sientes cómodo.

Me di vuelta para mirar la piscina olímpica que corría por todo el terreno. Hyeong me había llevado al centro de entrenamiento del grupo de natación de una universidad, la universidad de Corea. Si nos atrapaban ahí, de verdad nos iban a juzgar como a unos criminales y a mi padre no iba a gustarle en lo más mínimo.

—¿Te quedarás aquí sola si me voy?

—Sí.

—¿De verdad?, ¿no te asusta estar a solas en este lugar?, podría haber algún pervertido por ahí, o algún alma en pena...yo que sé—me quité los pantalones.

—Soy cinta negra en krav magá, y los fantasmas no existen.

Tendría que guardar aquellas dos palabras en mi caja de recuerdos para poder investigarlo cuando llegara a casa. Preguntar me haría ver como un imbécil.

—¿Cómo estás tan segura?, podría estar aquí mientras estás diciendo que no existe.

—¿Estás seguro de que eres mayor que yo?—arrugó la nariz con hastío y me pareció bastante curiosa.

naughty|m.ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora