열네

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j.hy

Yoongi me hacía sonreír todo el tiempo y no podía dejar de hablar cuando estaba con él. Se sentía como si nosotros nos conociéramos desde años atrás, la forma en la que él me acompañaba y me animaba me resultaba extrañamente familiar.

—¿Qué te pasó en el brazo?

—Resbalé en la ducha.

—En serio...

—Las suturas craneales me dieron más dolor del que deberían y he recibido un sedante, lo que por supuesto me ha provocado efectos secundarios haciendo que tomar una ducha me pareciera increíble. Ni siquiera sé porque lo hice, sólo me pareció agradable lavarme el cabello aún cuando no podía mojarme—arrugué la nariz ahíta.

—¿Te duele mucho?—me miró preocupado.

—Uhm...no en realidad—me encogí de hombros.

—¿Dormirás en gangdong?

—Es lo más seguro, Jimin no me perdonaría haberme ido al fin de casa de mi padre y no celebrarlo.

—¿Porqué celebrarías irte?—juntó las cejas confuso— , eres más joven que el promedio, creo que es triste...

—Creéme, Yoongi, es más triste vivir en un lugar en el que sólo eres una sombra.

—Es tonto que te sientas como si fueras una sombra, cuando eres como un destello. Ya sabes, eres noble, tienes buen humor, y eres agradecida—sonrió de lado—...también eres muy bonita.

Sentí que las piernas me temblaron y las palmas de mis manos se humedecieron. ¿Cómo podía ser tan ardiente y tierno en un solo contexto?

—¿Te parezco demasiado linda, no es cierto?...—sonreí orgullosa.

—La verdad que sí—asintió avergonzado—. Pero creo que yo te lo parezco más, porque cuando te pones nerviosa te vuelves irreverente.

—Y jamás he dicho lo contrario—admití con el pulso cardíaco a punto de estallar.

—Ah, tú si que sabes como poner nerviosas a las personas.

La forma en la que se le llenaban las mejillas de color y lo mucho que se maltrataba los labios cuando se sentía inquieto me parecían dignos de una expresión de arte en su totalidad. Él era la clase de chico que sabía que era guapo, pero aún así sabía que las leyes de el amor no regían sólo por la envoltura del corazón. Era noble en ambos contextos.
Y me fascinaba que fuera tan puro y transparente, porque no parecía que Yoongi estuviera fingiendo algo cuando estaba conmigo, él era él mismo y listo.

—¿Podría usar mi cupón ahora?—tragué duro.

—¿Hablas de besarme?, ¿a-ahora?...—sonrió— joder, sí.

Me acerqué con el corazón dentro de la boca y la garganta seca, no tenía idea de cómo hacer eso, porque en un principio aquello sobre los "cupones" me parecía ridículo; pero en ese momento estaba jodidamente agradecida de que tal niñería existiera entre nosotros. 
Me echó el cabello detrás de los hombros y respiró profundamente antes inclinar la cabeza sobre la mía.
Olía a menta, siempre olía a menta.

—Se supone que tienes que acercar tus labios sobre los míos y luego moverlos. Podrías enredar tus manos sobre mis hombros si te lo parece, o tomarme del rostro si es que te...— Y lo besé.

Me acomodé sobre las puntas de mis pies y le toqué el rostro con tanto tiento que hasta yo misma me sorprendí. Sus labios eran cálidos pero sus mejillas estaban frías, no tanto como para preocuparse pero sí más de lo que deberían.
Entonces, deslizó las manos sobre mi cintura y me llevó un poco más cerca, cerré los ojos pero le sentí la sonrisa sobre mis labios; en otro momento de mi vida que alguien me estuviera comiendo la boca sin escrupulosidad sobre la acera frente a mi casa, me habría parecido indecente y hasta cierto punto molesto por el simple hecho de que todo el mundo sabría con quien estaba saliendo, incluyendo a mi padre o a Hara.
Pero con Yoongi era todo diferente, el de verdad me hacía sentir especial...

Para eso del amor, yo era bastante torpe y malaventurada. La prueba estaba en Taehyung, antes de él me habría atraído Jungkook pero no a tal grado de gustarme, era sólo porque me estaba fijando en lo físico y aunque fuera una idea totalmente vacía y carente de sentido común, me daba completamente igual. Después la flecha de cupido me atravesó el corazón y me llevó hasta Taehyung, ojalá hubiera sido lo único que ese maldito ángel en pañales hiciera mal.

El tiempo pasó lento, en serio no quería apartarme pero lastimosamente para mí, todavía necesitaba respirar. Sus ojos dieron con los míos rápidamente y cuando creí que todo era bastante rosado y cursi, Yoongi rompió el dulzonómetro. 

—Sé en que quiero utilizar mi cupón...—me tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los míos— Quiero tomarte de la mano a donde sea que vayas, así que si es que estás insegura de hacer cualquier cosa, por más mínima y torpe que creas que sea, puedes venir a mí; y si es que no puedes venir a mí, seré yo quien vaya a ti. Entonces, seré algo más que un jodido y sobre valorado príncipe valiente; seré tuyo.

No pude decir nada, pensé que besarlo de nuevo era una respuesta a su ferviente y dulce declaración de amor.
Yoongi tenía mi corazón además del suyo, lo que era tan peligroso como caminar sobre la marquesina de la casa en gangdong, aunque también, al igual que en aquella vieja marquesina, la vista sobre el panorama era una puta joya.

—Me gustas—dejé fluir las palabras desde mi campo cerebral hasta mis cuerdas vocales—; y podría aludir sobre una cantidad exorbitante sobre lo mucho que lo haces, pero la verdad que ni siquiera tengo idea de que tal situación pueda ponerse dentro de un campo de medidas. Sé qué esto suena técnico y aburrido, pero no me asusta verme como alguien que sabe mucho contigo, puedo hablar como una cerebrito y besarte mientras lo hago. Y me encanta, me encanta que me pongas estúpidamente inteligente.

—Te doy una membresía de por vida, puedes besarme, abrazarme, tocarme todo lo que te venga en gana; sólo que es obligatoria la reciprocidad.

Habría continuado soltando cosas ridículamente cursis, pero el móvil de Yoongi sonó a la par del claxón del viejo mustang de Jimin. Cuando giré el rostro, toda la felicidad se me vino abajo, algo andaba más que mal.

—Hyeong—Yoongi respiró profundo—, tengo que ir a casa pronto. Lo siento, no quisiera pero...

—Ve, también tengo que ir a gangdong.

—Te llamaré más tarde—me dejó un raudo beso sobre los labios y corrió en dirección contraria.

Jimin bajó del auto y tomó la valija sin decir nada, tenía la boca seca y las manos temblorosas. Él ni siquiera preguntó que había entre Yoongi y yo.
Sólo había una persona en este mundo que podía volverlo todo tan cataclismo.
Cuando bajé del auto, la puerta de la casa estaba entreabierta. Jimin me dejó detrás de él para entrar. Hoseok hizo un intento inútil por levantar la cabeza del sofá.

—Creo que se me ha pasado la mano—sonrió débilmente.

—Ya estarás consciente, Jung, y te juro que te voy a golpear tan fuerte que eso te hará sentir en otro puto planeta, ni siquiera vas a necesitar las drogas—suspiré fastidiada—. Vamos arriba, necesitas una ducha y algo de comida.

Jimin lo ayudó a levantarse mientras yo le seguía detrás. Cuando llegamos al baño, el pelirrojo se quedó quieto sobre el marco de la puerta y me miró como si pudiera ver a través de mi.

—Hara es a quien deberías de golpear así de fuerte—señaló el cabestrillo con los ojos—; que no haya una segunda vez, o seré yo quien lo haga por ti.

Prepárense, sólo diré eso. xd
Y que les amo, por supuesto.
Gracias por votar.
Por cierto espero que ya le hayan dado mucho amor a Nam porque es su cumpleaños [por eso la multimedia es él]. ♥️

naughty|m.ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora