INQUIETUD

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VI
INQUIETUD

Kaname continúo frotando su cabello con la toalla mientras se acercaba a la ventana. Miró hacia el cielo despejado; era una noche cálida a causa de que el verano estaba comenzando y una suave brisa se filtraba a su habitación trayendo consigo el aroma nocturno a hierba. En el cielo sin luna, las estrellas brillaban con intensidad provocándole nuevamente un sentimiento de añoranza.

Se retiró la toalla y miró hacia abajo. Ahí, frente a la casa, se encontraba estacionado el auto con el anciano que laboraba con ellos como chofer. Aquel hombre esbelto y de porte firme, cada vez que se lo topaba hacía una pronunciada reverencia y le dedicaba un saludo muy formal, por lo demás, era muy silencioso y era un vampiro. Acompañaba a Ren cada vez que salía a atender algún negocio; hoy parecía ser el caso.

Tenía la ligera sospecha de que ese hombre no solo actuaba como su chofer; sino que era su guardaespaldas; aun así, cuando no fungía como tal, entre otras cosas coordinaba a la pequeña servidumbre, regaba él mismo los jardines y podaba los rosales de Ai.

En cuando a la demás servidumbre, eran pocos: dos jovencitas que se encargaban de la limpieza y un mozo que se encargaba de establo y los jardines. Todos eran vampiros también, vampiros que actuaban como sombras. No encontraba otra forma de describirlos. Por su condición rara vez los veía durante el día, sus labores se limitaban a la noche, y sin embargo, jamás los escuchaba actuar durante la misma, así que sin duda deberían ser muy eficientes en su trabajo.

El sonido de la puerta principal atrajo su atención y comprobó que no se había equivocado. A los pocos segundos vio como Ren, vestido de traje, entregaba un portafolios al hombre y abordaba el auto. Posteriormente el anciano hizo lo mismo y puso el auto en marcha.

A diferencia de aquel día, esta vez Ren no pareció percatarse de su presencia y él nuevamente se sintió extraño al verlo. Era como si a veces el chico se transformara en alguien más. ¿Qué tipo de negocios atendería?, porque eso hacia ¿no?, después de todo, aunque aparentara tener unos dieciséis o diescisiete años y pareciera alguien frágil, en realidad no era asi. Era un vampiro y por tanto, letal.

De pronto una sensación de incomodidad lo invadió, no por el hecho de que Ren pareciera un niño ante sus ojos, sino porque, ¿no se suponía que él era el padre de esos chicos?, por primera vez sintió que no estaba haciendo nada provechoso.

-Un empleo... -susurró para sí.

Y mientras veía el auto desaparecer tras la reja principal, el sonido de la puerta de su habitación lo sobresaltó.

-¿Puedo pasar? -Era Ai.

-Sí, adelante -respondió.

La joven ingresó tranquilamente a la habitación, iba vestida con su pijama y llevaba el pelo trenzado cayendo a un lado de su cuello. Le pareció una visión extraña, ¿No era ella un vampiro?, se suponía que los vampiros eran seres nocturnos.

-Creí que ya estarías dormido, pero vi la luz de tu habitación -dijo la joven mientras le sonreía. Él no se movió de su lugar a lado de los ventanales.

-Me acabo de duchar y estaba por acostarme.

Ai lo miró detenidamente, luego suspiró como lo haría una madre y se acercó a los ventanales tras él y los cerró.

-No deberías dejar que el viento te golpee si tienes aun el pelo húmedo, podrías resfriarte y eso puede ser muy peligroso para ti.

Kaname la miró sorprendido, pero la joven no prestó atención a su reacción, se dirigió hacia su cama y se sentó en el borde.

EN OTRA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora