Acepta sus decisiones

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Todos estos años he creído que Chuuya era feliz junto a mi, creía que esas sonrisas eran reales, esos momentos, esos besos, las caricias, las miradas.
Pero he estado equivocado. Él no era feliz junto a mi y en cuanto ha podido... Se ha marchado.

No lo culpo, jamás le culparía. Es culpa mía por no esforzarme más, por no escucharle, por dejarlo cocinando cada mañana en vez de hacerlo yo, aunque en justificación mía diré que amo como cocina, amo como su silueta contrasta con la luz que entra por la ventana.

Me deshice de muchos sombreros suyos, es verdad, pero siempre fue porque amé su cabello y no quería que lo ocultara.

Amo su voz cantando en las mañanas, cuando cree que estoy durmiendo... Y luego de casarnos nunca le llevé a un karaoke.

Su insana obsesión por el ejercido era molesta a veces, específicamente, cuando quería que yo también ejercitara, pero solo Dios sabe cuánto amo verlo ejercitarse.

La manera en que frunce el ceño al molestarse era hermosa también... Quizá eso también lo hizo dejarme, yi podría ser insoportable.

La risa, esa risa tan única y transparente igual que su sonrisa.

La calma que tiene al dormir, los párpados cerrados, las largas pestañas que ocultan unos hermosos ojos azules. La pequeña nariz inhalando y exhalando pacíficamente. Y esos dulces labios, suaves y rosa que a uno nunca se le ocurriría pueden soltar más de diez palabrotas en un minuto.

Podría pasar la tarde describiendo cada cosa que amo de mi esposo y el tiempo me faltaría.
Aunque debería decir ex esposo. Es difícil de aceptar que me ha dejado, pero lo entiendo.
Sin él... Mi vida carece de sentido.
Jamás había considerado el suicidio, hasta este momento en que he perdido a Chuuya. Cuando ya no tengo esperanza de volverlo a ver, de acariciarle, de que esté nuevamente junto a mi.


Tras terminar de escribir, Dazai tomó un frasco con somníferos. Puso todas en su mano y desganado bajó a la cocina por agua.
Tomó el agua y ser dispuso a regresar a su habitación. Si iba a morir al menos sería como Blanca Nieves, le encontrarían acostado, nota suicida al lado y sosteniendo su anillo de bodas. Pero esta vez no habría príncipe que le despertara.

Iba por el primer escalón cuando la puerta principal se abrió.

-Osamu- llamó la voz, alargando la "u".
Dazai sintió como el alma volvía a su cuerpo, tiro el vaso y las pastillas y corrió a la entrada donde estaba Chuuya.
-¡No me has dejado! - fue lo único que dijo y abrazó al menor que no estaba entendiendo nada.
-¿Por qué lo haría? - preguntó. Pero Osamu no contestó, solo lo abrazó más fuerte, para luego, aflojar un poco el agarre y caer hincado. Abrazo más fuerte a Chuuya y pegó su rostro al estómago de este.
Sin saber cómo reaccionar, Chuuya acarició los cabellos de su esposo. Al cabo de unos minutos tomó el rostro de Dazai e intentó alejarlo un poco para mirarlo pero el castaño le abrazó todavía más.

-Me estoy preocupando Osamu.

-Lo siento- murmuró aún pegado a él.

Cuando al fin logró mirar su rostro... Descubrió que lloraba.
Se arrodilló y abrazó a Osamu.

- En la mañana... Desperté y no estabas. Tus cosas tampoco ni tu maleta.

-Dazai...

-Estuve llamándote y nunca contestaste...

-Estar en teatro te hizo daño.

-¡¿Cómo debía sentirme entonces?! ¡Creí que me habías dejado!

-quizá si hubieras ido a la cocina habrías visto la nota que dejé pegada en el refrigerador.

-No dejaste ninguna.

-Claro que sí. Además, la ropa no está desde ayer.

-¿Qué?

-Tenemos termitas. Guarde la ropa porque mientras fumigaban íbamos a quedarnos en casa de mis padres. Y obviamente necesitaríamos la ropa.
Hoy fui a buscar alguien que pudiese fumigar y hablé con mis padres para saber si podríamos quedarnos en su casa. Han dicho que sí, y el fumigador viene mañana temprano.
No contesté porque el celular se quedó sin batería y no llevaba el cargador, además, hacía más de un mes no les llamaba siquiera y ya sabes como son, me hicieron quedarme hasta tarde. No esperaba que creyeras te dejaba solo por no encontrarme en la mañana.

Dazai le miró fijamente y luego empezó a reir. Chuuya suspiró y lo volvió a abrazar.

-Dazai... ¿Recuerdas nuestros votos? -como no contestó, continuó hablando- Dije "hasta que la muerte nos separe" y pienso cumplirlo.

Dazai solo le abrazó y tras unos segundos murmuró
-Te dije que no compraramos esta casa, que traería problemas.

-¿Ah?  ¡Pero si yo fui quien dijo que no!

Cómo ser un buen esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora