Masajes.

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Dazai ha estado aprendiendo a hacer masajes solo para relajar a Chūya.
Lleva un mes llegando media hora tarde gracias a eso y cuando le toca hacer la cena ha tenido que recurrir a Akutagawa para que cocine en su lugar.
Sabe que Chūya sospecha, pero no le dice nada. Aún.  Hoy será el día en que ponga en práctica todo lo aprendido, ha comprado velas aromáticas y aceites.

En cuanto llega, Chūya ya está en casa, así que sin dudar, tras sacarse los zapatos y dejar sus bolsas en la habitación va a verlo.
Se acerca por la espalda y le abraza, pero Chūya le golpea con la cuchara.

-¡¡Chūya!! - reclama ofendido.

-Llegas una hora tarde y la última vez que hiciste esto incendiaste la cocina.

-No es mi culpa dejaras el aceite junto a la estufa. Ni que seas un enano.

-Lo último no tiene nada que ver- le contesta fastidiado.

-Claro que sí. Si fueras más alto podrías dejarlo más lejos.

-Fuera de mi cocina, ahora.

Dazai sale de la cocina como un gato, con el orgullo herido pero la frente en alto. Entonces decide que debe dejar de pasar tanto tiempo con Atsushi, imitar un gato no le traerá nada bueno.
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Ambos están viendo una película, Dazai está acostado y Chūya entre sus piernas.
Decide que es buen momento para empezar, así que, sin dudar, empieza a acariciar los hombros de Chūya. El pelirrojo no dice nada, pero es obvio le agrada y él no puede estar más feliz. En algún punto el cuello de Chūya está tan cerca que sin poder controlarse, le da un beso. Lastimosamente Chūya lo malinterpreta.

-Dazai... Hoy no.

-¿Hoy no?

-Estoy realmente cansado.

-Pero... Pero...- no puede creer que Chūya lo haya malinterpretado, pero tampoco puede decir que ha aprendido a dar masajes solo para consentirle.

-Mañana te compensaré, lo juro, pero hoy...

-Esta bien, esta bien.

Y nuevamente con el orgullo herido, Dazai se queda sentado, mirando como su esposo se va a su cama,  preguntándose cuándo fue la última vez que mimó a Chūya como para que este malentienda un simple gesto.
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Luego de un rato, se levanta del sofá y va a la cama también.
Ahí se encuentra con un Chūya sentado a mirad de la cama. En cuanto lo ve empieza a sobar sus hombros.

-Últimamente he estado muy estresado... ¿Puedes darme un masaje?

El tono es tan mal actuado que Dazai no puede evitar reír. Él sabe que ahora Chūya lo sabe.

-Bueno... Puedo intentarlo, aunque si terminas con un tendón lastimado no será culpa mía.

Contesta con actitud desinteresada pero la emoción creciendo en él.

-Tomaré el riesgo.

Y sin decir más, Chūya saca su camisa y se acuesta, listo para dejarse mimar por Dazai.

Cómo ser un buen esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora