Cuarta lluvia

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Caminé fuera de casa decidido a renunciar en la empresa donde me encontraba laborando, incluso cuando ellos dijeron que podía tomarme el tiempo que creyera necesario para sanar y regresar... incluso si ellos prometieron mantener mi lugar, simplemente no puedo.

Mis decisiones ya están tomadas.

Sin embargo mis pies me dirigieron hasta la florería cercana a mi departamento, mis manos compraron el ramo de claveles más bonito que mis ojos pudieron visualizar y mi marcha sin rumbo terminó al encontrarme frente a las puertas del panteón.

Respiré hondo pues me sentía ahogar. Mis piernas titiritaban y me sentía desfallecer. Incluso si quisiera dar un paso adelante para afrontar la realidad o uno hacia atrás para huir mi cuerpo no reaccionaba. Las personas que pasaban a un lado mío o salían del cementerio parecían mirarme con lástima, apartaban sus ojos de mi después de unos segundos y terminaban por susurrar para si solos o para la persona que les acompañaba algo que no podía comprender. La ansiedad me estaba torturando, mi alfa desprendía un olor intenso a pánico mientras que las ganas de vomitar me estaban invadiendo, era cuestión de tiempo para que mis rodillas cedieran y terminase echo un ovillo en la banqueta intentando no romperme en llanto.

Mi lobo arañaba mi interior desesperado, giraba sobre su eje una y otra vez con las orejas y la cola gachas, aullaba lastimosamente llamando a su omega. De alguna manera le sentía cerca y estaba desesperado por encontrarse con él, aunque ambos sabíamos que se estaba autoengañando, tal vez los culpables de que me encuentre aquí sean él y su necía insistencia pero no podía reprenderle. Incluso si es tonto, yo también sentía que Jimin esperaba por mi paciente a que decidiera cruzar las rejas y pasar a saludar.

Terminé encontrándome con él, había un par de rosas secas las cuales imagine venían de parte de sus padres quienes por alguna razón decidieron enterrarle en Seúl a pesar de que Jimin venía de una manada pequeña en Busan. Mentiría si dijera que era mejor regresarle a sus tierras, me negaba a que lo alejaran más de mi, quería ser egoísta por una última vez y aferrarme a lo poco que me quedase de su esencia y presencia en este mundo... aunque en realidad nunca hablé de esto con nadie. Me sentía sin derecho a hacerlo, después de todo me negué a verle por última vez en el velorio, me negué a ver como le metían bajo tierra y le despedían. Me negué a salir de nuestro departamento incluso cuando los puños de Namjoon golpearon tan fuerte que creí que la madera que nos separaba terminaría siendo derribada.

-Hey.- Saludé sin ánimos en apenas un susurro que se fue entrecortando. Estaba abrumado.

En letras cursivas y en un suave tono dorado se podía leer un "Descansa en paz, gran amante, hijo y amigo". Las acaricié con apenas las yemas de mis dedos, mis labios temblaban ligeramente al igual que sentía mi corazón dejar de latir a un ritmo impresionante.

Mordí mi labio inferior en un intento vano de calmarme y me burlé de mi mismo dejando escapar una risa seca que podría haberse confundido con un quejido.

Retiré las rosas secas y coloqué el ramo sobre su lápida, acomodándolas con delicadeza pues no estaba en mis planes maltratarlas. Acaricié por ultimo uno de los suaves pétalos de estas y le corté con cuidado, llevándomelo a la nariz para poder olfatear y absorber un poco de su aroma. A mi mente regresó la primera vez que le compré flores a Jimin, sonrojado y nervioso cortó un pétalo y acarició mi nariz con él justo como ahora yo imaginaba que lo hacía, escondiendo su bonita sonrisa con el dorso de su mano mientras jugaba con mi cara y el suave tacto de la flor. Se volvió costumbre entre nosotros, se convirtió en un ritual sagrado que llevábamos a cabo cada que alguno de los dos llegaba con un ramo a casa, persiguiéndonos por los escasos metros cuadrados que nos pertenecían hasta terminar echados en el sillón jugando entre nosotros resguardando el aroma fresco de las flores que se combinaban con los de nuestro alfa y omega.

-¿Te gustan? -Pregunté vacilando. Me había vuelto inseguro en cuestión de meses, me sentía pequeño, cuál cachorro recién nacido.- Las he visto y me han parecido bonitas ¿no lo son? -Reí nervioso mientras llevaba una de mis manos a los cabellos que se resguardaban detrás de mi oreja derecha y los rascaba con el afán de tranquilizarme.

-¿Estás molesto conmigo?- Mis ojos comenzaban a cristalizarse, en mi mente su imagen con el ceño fruncido y sus mofletes llenos de aire se hizo presente y mi corazón sufrió de ser estrujado por su recuerdo. -Sé... -Mi garganta tampoco cooperaba conmigo, las palabras pesaban y desgarraban todo a su paso, mis esfuerzos por mantenerme estable se estaban yendo a la mierda en ese momento.- Sé que no he sido capaz de venir hasta ahora. -Continué incluso si dolía.- ¿Estás decepcionado? ¿Me odias? ¿Quieres que me vaya? -Cubrí mis ojos con mi antebrazo, la lluvia había azotado y el paraguas me fue arrebatado hace tiempo atrás.- Por favor... dime algo...- Imploraba a todos los dioses que existieran que me permitieran escuchar por última vez su suave y bonita voz.

Desesperado e inquieto mi lobo aullaba una y otra vez llamando a su pareja, la oscuridad en mi interior sólo parecía expandirse más y más sin esperanza de que el sol brillase nuevamente para nosotros.

-Jiminnie...- Murmuré con la poca coordura que pude mantener para ese momento.- Te extraño ¡Mierda, te extraño tanto! ¡Ya no quiero estar sin ti! ¡No lo soporto más! Por favor... Llévame a donde tu estás...- Supliqué.- Me haces tanta falta, las noches son tan frías y los días tan solitarios. Ya no disfruto de nada ni de nadie, ni siquiera me interesa salir adelante... sólo... quiero volver a tenerte entre mis brazos y susurrar en tus cabellos cuanto te amo. ¿Estoy siendo egoísta? ¿Estoy siendo testarudo? ¿Por qué todos me reprimen? ¿Por qué no pueden entender que perdí lo más importante para mi? ¿Por qué tuviste que ser tu? ¿Por qué te alejaron de mi? ¿No te cuidaba bien? ¿Es eso? Jimin... sólo dime algo por favor... lo qué sea...

El silencio se expandió no sólo a mi alrededor sino también en mi interior. Mi alfa terminó por echarse y encorvarse sobre si mismo, tenía los ojos cerrados pero yo sabía que no dormía. Sabía que sufría con la realidad y que simplemente se estaba rindiendo. Yo también estaba rendido ya.

Regresé a casa cuando los guardias de seguridad me pidieron que abandonara el cementerio pues iban a cerrar, después de romperme de la manera más silenciosa que jamás lo había hecho antes permanecí en silencio frente a Jimin, miraba mis manos y después su tumba. Pasé las siguientes horas pensando en que decir pero nada salía de mis labios.

Terminé por tumbarme en la cama boca abajo, incluso si no tenía sueño cerré mis ojos y me dejé envolver por los recuerdos cálidos que arribaban mi mente. Con una sonrisa destruida en los labios y un gato calentándome los pies terminé por caer en un sueño donde sólo éramos partícipes mis ilusiones de volverle a ver y yo.

-¿Yoonie?-Llamó mi nombre mientras acariciaba mis labios con el pétalo de clavel que recién había cortado del ramo que ahora descansaba en el jarrón de la cocina.
Hice un sonido para indicarle que tenía toda mi atención y que continuase hablando mientras que una de mis manos se introducía por debajo de su camisa y le acariciaba suavemente la dersa piel de su espalda baja.
- Te amo.- Retiró la partícula de clavel de mis labios y le sustituyó con los suyos, embriagándome en un beso lento y apasionado.

Las palabras sobraron al igual que las prendas que nos cubrían, al igual que las personas que cohexistían en el mismo mundo que nosotros. Al igual que cualquier otra cosa que no fuésemos Jimin y yo.

Sólo Jimin y yo.
Por siempre Jimin y yo.

I don't like cats ‹ ✨ Yoonmin ✨ › ×Omegaverse×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora