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Segunda lluvia

Apilé las cajas que contenían sus pertenencias, una encima de otra con sumo cuidado. Intentaba proteger y que quedara intacto el recuerdo que tenía de mi amado.

Minnie me observaba desde la mullida cama, con las orejas alerta hacia el ruido proveniente de la sala, donde mis allegados se encontraban charlando sobre cualquier tema irrelevante.

Siendo sincero, lo que menos quería era retirarlo físicamente de mi vida, no quería guardar su ropa en cajas, no quería colocar su joyería en sus respectivos pequeños estuches ni tampoco quería retirar los pósters de sus bandas favoritas de la pared. ¿Por qué me hacían esto? ¿En qué les afectaba?

Mis amigos arribaron mi casa sin permiso, prepararon comida que ni siquiera piqué y colocaron cajas de cartón enfrente mío una vez estando en la sala.

-Tienes que sacar las cosas de Jimin.- Dijeron como si de la tarea más sencilla se tratase.

- Estás de joda.- Le respondí agresivamente a NamJoon que me miraba con ojos suplicantes.

Jin le tomaba de un hombro intentando transmitirle calma, su olor a omega inundaba mis vías respiratorias y las ganas de vomitar ante tan empalagoso aroma en invadían. En otras circunstancias tal vez me hubiese parecido un acto digno de ternura, en otro ambiente incluso tal vez podría haber disfrutado de su olor a frutos rojos y leche condensada, sin embargo, a estás alturas de mi patética vida, lo que menos quería es que otro omega que no sea Jimin dejase impregnado su aroma en mis muebles. No quiero que su impecable olor sea manchado.

Gruñí y la sangre comenzaba a calentarseme, mi sentido racional se estaba viendo opacado por el lobo furioso ante la pérdida, exigencias y ayanamiento que ahora estaba teniendo mi hogar.

-Tienes que calmarte.- Replicó Hoseok asustado.

NamJoon se levantó echando un suspiro pesado del sillón y tomó una de las cajas de cartón vacía, dirigiéndose sin ni siquiera meditarlo dos veces hacia la habitación que solía compartir con Jimin.
Me levanté al instante para seguirle casi pisando sus talones.

Al entrar a la alcoba dejó la caja sobre la cama, despertando interés en el gato de mi novio pues se levantó del tapete donde se encontraba y subió a la cama para inspeccionar el objeto desconocido para él, dando un par de zarpazos juguetones a la tapa de una de las caras.

El moreno abrió las puertas de nuestro ropero y comenzó por sacar varias prendas a la vez, echándolas sin cuidado dentro de la caja, asustando al felino y terminando de romper mi corazón.

Mi lobo enfureció y tomó control sobre mi, a pesar de no haber cambiado de forma, mis colmillos crecieron a la par que las uñas de mis manos, estaba a punto de comenzar una pelea contra el alfa que invadía mi habitación, sin embargo, los tres presentes sabíamos que yo no estaba en condiciones de pelear. Sabíamos terminaría perdiendo inclusoa voluntad propia, que inclusive la idea de morir era tan tentadora que hasta podría herirme a mi mismo

Giró a verme deteniendo sus acciones y suspiró. Dejó los ropajes de Jimin sobre la cama y salió de la habitación, detendiéndose en el marco de la puerta para sin dirigir su mirada hacia mi, decir: "tienes que entender que encerrarlos a ambos aquí te está haciendo más daño".

Estúpido NamJoon. Estúpida vida, estúpido bienestar que no deseo, estúpido gato que me observa ahora llorar mientras abrazo la sudadera favorita de Jimin pues aún huele a él, estúpido vuelo, estúpido Jimin...

-Por favor, regresa.- Imploré mientras hundía mi rostro en la suave tela color gris que era testigo de mi sufrimiento, de los jadeos agonizantes y de las lágrimas que se escapaban incluso cuando hacía todo el esfuerzo posible por retenerlas.